1-4-2020
Somos.
Primero
somos y, después, pensamos. No lo hacemos al revés ni pensamos independiente de
lo que somos.
Primero
somos creyentes o no y, después, pensamos. Primero somos de izquierdas o de
derechas y, después, pensamos. Y así todo. Incluso primero somos de tal o cual
partido y, después, pensamos.
Si razonáramos
libremente sería más fácil que nos pusiéramos de acuerdo y nos iría mejor. Pero
el caso es que razonamos en función de lo que somos, para justificar lo que
somos, llevados por lo que somos, alimentados por los que piensan como nosotros
y cegados a otra razón, que enseguida consideramos la razón del adversario.
Es
muy difícil que dos opiniones se encuentren cuando, ya desde el principio, ambas
consideran que llevan la razón de forma categórica. Entonces, el diálogo se
convierte en un cruce de monólogos.
Ya
sé que eso tiene que ser así, que forma parte de la naturaleza humana y que no
hay forma de cambiarlo, ¡pero sería tan bueno que fuera menos, que no lo fuera
tanto!
Especialmente, ¡sería
tan bueno que no lo fuera tanto ahora, que estamos tan expuestos a una
circunstancia que no discrimina a nadie y nos iguala como ninguna otra!
Yo
escribo en función de lo que soy. ¿Has pensado tú, amable lector de esta
página, que opinas en función de lo que eres? ¿Estamos dispuestos, tú y yo, a
dejar de ser un poco lo que somos para admitir, aunque solo sea por esta vez y
solo en parte, la razón del adversario?