lunes, 25 de octubre de 2021

El hombre que amaba a Franco Battiato

Pasados cinco años desde que se editó, he recuperado los derechos de la novela El hombre que amaba a Franco Battiato y la he puesto a disposición del público como últimamente hago con todas mis obras, gratis en mi página web y en formato papel en Amazon (en pasta dura y blanda). Esta novela es especialmente querida para mí porque me divertí mucho escribiéndola, dado que en ella incluía los paisajes y las gentes que conocía a medida que visitaba a mis hijos, que se hallaban estudiando o trabajando en el extranjero, y porque en 2017 ganó el premio Solienses

La RESEÑA de la contraportada es la siguiente: 

Mientras obtenía información para un artículo periodístico, un joven se topa con una referencia sobre el original de un libro que se parece a las canciones de Franco Battiato, cuyo autor ha muerto en extrañas circunstancias. Determinado a encontrarlo, pronto se verá arrastrado por unos acontecimientos que lo llevarán a conocer a los influyentes miembros de una sociedad secreta de Sevilla, unidos entre sí por una perversión sexual, a experimentar lo más sublime de la amistad y el amor y a viajar a Nueva York y a varias ciudades de Europa.
 
El ambiente de los estudiantes Erasmus, la actividad de los titulados españoles en Alemania, el entorno de los premios literarios y los riesgos que se ocultan en el correo electrónico y en las páginas web son algunos de los marcos en los que se desenvuelve la historia, a la que no son ajenos el erotismo, la ternura y el humor y en la que nada es como parece, ni siquiera el final.



Otras entradas sobre la novela es este blog:


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miércoles, 6 de octubre de 2021

La última mirada

 

Hace unos años, Carmen y yo estuvimos en el taller de Rafael Sánchez Molina y yo dejé constancia de aquella visita aquí. Unos meses después, escribí otra pequeña entrada sobre él. O sobre su obra. O sobre el arte. O sobre la humildad. O sobre la calma. Escribí aquellas entradas sobre lo que su obra y él mismo me inspiraban, lo que es tanto como decir que en buena parte las escribí sobre mí mismo.

Rafael me las agradeció mucho, tal vez porque se vio comprendido como artista, lo que para alguien que intenta expresar emociones con su obra es muy gratificante.

Lo sé por experiencia. Y ahora lo digo por mi experiencia con él, porque Rafael siempre me hablaba de mis libros como yo siempre he querido que hablen de ellos los lectores, comprendiendo lo que he escrito, comprendiéndome.

Aunque no lo traté mucho, entre él y yo, en fin, había algo especial.

Había.

Hablo en pasado porque Rafael, que siempre me deseaba salud, ha muerto.

Los buenos pintores y las buenas personas se venden caras, Rafael. Y se venden caros los buenos lectores. Ahora que te has ido, me siento de todo un poco más huérfano.

Autorretrato de Rafael