29-4-2020
Ayer por la tarde, los vecinos de mi calle hablamos de puerta
a puerta de lo que haríamos cuando empezara la «desescalada». Lo hicimos con
alegría, incluso con optimismo, como si la esperanza ya hubiera empezado a
cuajar en una realidad que se aventuraba un poco más hermosa que la actual.
Luego, tuve dos videoconferencias con familiares y amigos y se habló de lo mismo
en unos términos similares, bastante positivos, incluso llegamos a hacer
algunos pequeños planes, medio en serio medio en broma.
Esta mañana, sin embargo, los medios de comunicación me han dejado
una impresión distinta. ¿Será verdad eso de que «un pesimista sólo es un
optimista bien informado»? Porque ayer yo estaba mal informado y estaba alegre,
en tanto que hoy, que me hallo mejor informado, estoy mucho menos alegre y
hasta tengo un punto de cabreo.
Cuando repaso la prensa, sin embargo, observo que casi todas
las noticias sobre la «desescalada» llevan un juicio de valor negativo, y que
son negativas casi todas las opiniones, pues inciden casi exclusivamente sobre
las carencias y los fallos de los planes del Gobierno. ¿Es esa la realidad? ¿Estoy
ahora mejor informado que ayer, que solo conocía los planes del Gobierno,
evidentemente carentes de autocrítica?
O dicho de otra forma, ¿puedo sacar de esa lucha entre la
verdad del Gobierno y la verdad de la prensa la Verdad con mayúsculas? Porque
si la verdad del Gobierno es interesada, no es menos interesada la verdad de
casi todos los medios de comunicación y de muchos de los comentaristas,
tertulianos y opinantes en general.
¿Puedo sacar de ese galimatías de verdades interesadas las
Verdad de verdad, la Verdad de la buena? Mejor es eso que nada, desde luego, pero
los ciudadanos agradeceríamos un esfuerzo por la verdad negativa de los gobiernos
(la autocrítica) y por la verdad positiva de los partidos de la oposición y de
los medios de comunicación en general (algo harán bien los gobiernos, digo yo).
Los que emiten información no deberían obligarnos a leer
todos los periódicos ni pueden pretender que de ese fárrago de noticias
interesadas que nos llega saquemos algo en limpio. El esfuerzo por extraer la
Verdad de la buena no tendríamos que hacerlo nosotros, sino ellos, los que
están en el gobierno, los que no gobiernan y quieren hacerlo y, sobre todo, esos que se dan a sí
mismos el título de periodistas.