17-4-2020
¡Lo fácil que es arreglar el mundo!
¡Lo fácil que es arreglar España, con todos sus problemas, coronavirus
incluido, desde el sillón que ocupo ahora, sentado delante del ordenador!
No soy distinto del común y si el
común entiende mucho de Filosofía, de Religión, de Política, o entiende de
fútbol más que el seleccionador nacional, pues yo también. Entiendo como el que
más, es decir, más que nadie. Y la prueba está en que escribo aquí, públicamente,
casi pontificando, casi dando lecciones morales, con la soltura del que lo hace
en la barra de un bar delante de los amigos.
Arreglar el país (e incluso arreglar
el mundo) es mucho más fácil que arreglar esa pequeña autonomía que es mi casa,
que también forma parte del Estado, en la que, por cierto, ejerzo varios ministerios
continuamente. ¿No se lo creen? Compruébenlo, respondan conmigo a estas
preguntas:
1º Como ministro de Sanidad de mi casa,
¿voy al médico solo cuando lo necesito, tengo un montón de medicinas en un
cajón, exagero mis dolencias para que el médico me dé de baja?
2º Como ministro del Interior de mi casa,
¿cumplo con todas las normas de tráfico o me salto algunas cuando sé que no me
van a multar? ¿Aviso a mis amigos cuando veo un puesto de la Guardia Civil por
el que ellos deben pasar, me molesta que ellos no me avisen?
3º Como ministro de Hacienda de mi casa,
¿pago todos mis impuestos o intento evadir los que pueda? ¿Me busco excusas
para no pagar del tipo "a ver si yo voy a ser más tonto que nadie"?
¿O del tipo "sí, hombre, a Pedro Sánchez se lo voy a dar, para que se lo
gaste en sus amigos socialistas"?
4º Como ministro de Trabajo de mi casa,
¿tengo dada de alta en la Seguridad Social a las personas que trabajan para mí,
aunque solo lo hagan unas pocas horas? ¿Les reconozco los derechos que les
corresponden?
5º Como ministro de Información de mi
casa, ¿cuento siempre la verdad a la Administración o me callo lo que no me
interesa? ¿Hago correr al mismo tiempo las noticias que son afines a mi
ideología y las que son contrarias a ella, para que mis conocidos estén
enterados de toda la verdad y puedan formarse un criterio propio, o solo hago
correr las noticias afines a mi forma de pensar para que los demás piensen como
yo?
Y hay más, que por no cansar no
pongo.
En fin, no sé tú, paciente lector,
pero me avergüenza decir que el Estado lo tendría crudo con esa pequeña
autonomía que es mi casa, porque soy un gran incumplidor de mis obligaciones
como ministro. O, quizá, no me avergüenza tanto. No, seguro, no me avergüenza
tanto. De hecho, creo que voy a seguir arreglando el país y el mundo desde esta
página sin haber arreglado antes mi casa. Además, así tendré más lectores, más
dinero y, ¡total, va seguir igual de tranquila mi conciencia!