miércoles, 15 de junio de 2016

En buena compañía

             Los años de la juventud parecen más largos porque los jóvenes llenan sus momentos de emociones. En la madurez, en cambio, las emociones se restringen y el tiempo pasa volando. Por largos y felices que sean, los días iguales le aportan poco a los sentidos, se hacen cortos y no dejan huella, de manera que al cabo de los años se nos figura que hemos atravesado el tiempo sin darnos cuenta, como si cruzáramos dormidos un hermoso paisaje.

            El ánimo y la memoria necesitan de referencias a las que asirse, de algo distinto a lo cotidiano, que siempre degenera en monotonía. Para escapar de la monotonía basta con salir, cuando se está enclaustrado, o con cambiar de aires de vez en cuando.

            Aplicados a esa obligación vital, unos amigos hemos pasado un fin de semana en las costas de Huelva, invitados por Rosa y Luis María. En nuestra memoria quedarán para siempre los horizontes de esas playas inmensas, el atardecer surcando el estuario del río Piedras y la cena en El Andalú, de La Antilla, mientras oíamos al propietario cantar por Manolo García, por Serrat y por El Barrio. Y quedarán para siempre los brindis de agradecimiento y por la amistad.


            Lo sensato es salir por ahí de vez en cuando, aunque sea solo, pero es mucho más agradable cuando se hace en buena compañía.