lunes, 20 de abril de 2020

Viviendo en la distopía 37. El espejo


20-4-2020

Es por la mañana, muy temprano. Me miro al espejo. Hoy haré un curso de varias horas desde mi casa por videoconferencia. Estos días de atrás me he vestido para estar presentable, nada de andar en pijama desde por la mañana hasta la hora de acostarse, pero he repetido mucho la misma ropa, y en ningún caso ha sido la que tengo para ir a trabajar. ¿Recuerdan el jersey que me manché con lejía, por ejemplo, pues he seguido poniéndomelo? ¿Qué hago hoy? ¿Me visto algo mejor?

El espejo me devuelve una cara extraña que, curiosamente, es la mía. ¿La mía? Tengo más barba de la cuenta. En otras circunstancias ya me la habría recortado. Probablemente hoy debería hacerlo, pero me da pereza. ¿Para qué? Mañana, o pasado. Los que me verán no me conocen, o, si me conocen, no se acordarán de lo larga que es mi barba comúnmente, o, si acuerdan, no se darán cuenta de que me he dado un poco al abandono. Nadie se dará cuenta, en todo caso, excepto yo.

¿Me visto de arriba abajo o solo la parte que se me verá? El jersey de la lejía está bien, y nadie notará las manchas. Lo sé yo, sí, pero eso da igual. O no. ¿Quién soy yo para que me importe a mí mismo? Lo importante es lo que piensen de mí los otros. Los otros. ¿Por qué tengo esa imagen en Facebook? ¿Por qué tengo esa foto en mi blog, en la que solo se me ve un ojo que, más que mirar, escruta al espectador? Todo eso no lo tengo por lo importante que soy yo para mí, sino por lo que quiero que piensen de mí, porque para mí es muy importante lo que piensen los otros.

Desde que me encerré en casa no me he puesto colonia. Es una tontería, ya sé, pero hoy me he acordado de la colonia. Tengo unos pocos frascos, algunos intactos. Me ocurre como a casi todo el mundo: recibo en forma de regalo más botes de perfume de los que soy capaz de consumir, aunque me pongo un poco cada mañana, después de ducharme (cada mañana normal, no cada mañana de estas, claro). ¿Qué hago hoy, me pongo o no me pongo perfume? No lo olerán, y si me lo pongo yo estaré oliéndolo los escasos segundos que tarde mi olfato en acostumbrarse a él. Si me lo pongo me sentiré más seguro y, más seguro, quizá dé mejor imagen en la videoconferencia. ¿Me pongo uno barato o uno caro?

Mientras me miro al espejo, pienso en lo importantes que son los espejos. Tanto como una cama o más. Uno puede tumbarse a dormir casi en cualquier sitio, porque suelo hay en todas partes y habiendo sueño no hay colchón duro, pero uno no puede pasar sin un espejo. Por lo menos una persona de nuestro tiempo, que es más por lo que parece que por lo que es en realidad.