martes, 28 de abril de 2020

Viviendo en la distopía 45. Un regalo


28-4-2020


Al principio de todo esto, Carmen y yo nos fuimos cada uno a una habitación. Ella es médico y estaba muy expuesta al contagio y no quería que yo me infectara. No compartíamos cuarto de baño, ni la mesa de la comida, ni nada y, cuando nos cruzábamos por la casa, guardábamos un metro de distancia.

A los pocos días, Carmen empezó a toser y le dio fiebre. Cuando le hicieron las pruebas, dio positivo en COVID-19, así que se recluyó en nuestra habitación, cerró la puerta y dispuso una mesita en el pasillo, que serviría para dejar la bandeja con la comida, y un cubo para el intercambio de ropa. Aunque nos hablábamos por teléfono, como si estuviéramos en dos continentes distintos, seguíamos a unos cuantos metros de distancia, y yo podía oír sus toses a través de la puerta.

Como no mejoraba, sino más bien al contrario, casi una semana más tarde fuimos al hospital de Los Pedroches, donde le diagnosticaron una neumonía bilateral. Yo no pude verla. Ni pude verla cuando le llevé las cosas que ella me indicó. Ni pude verla luego. Ella se quedó en el hospital y yo me volví a mi casa, donde me quedé solo y como chocado, rodeado de noticias que hablaban de enfermedad y de muerte.

Carmen me ha dicho que lo pasó mal al principio. Me lo ha dicho ahora. Entonces, cuando estaba en el hospital, siempre se mostró muy animosa conmigo en las numerosas videoconferencias que mantuvimos y nunca me transmitió mensajes negativos, así que pronto recuperé el ánimo.  

Carmen estuvo nueve días en el hospital, al cabo de los cuales volvió a nuestra habitación y al sistema de bandeja para la comida y cubo para el intercambio de ropa, en el que ha permanecido otros catorce días. En total, casi un mes de enfermedad y encierro en el que no ha emitido ni una sola queja ni ha dicho una palabra que no fuera de agradecimiento hacia mí, y en el que ha estado más pendiente de sus enfermos de Torrecampo que de ella misma.

La Naturaleza, en fin, esa que manda la enfermedad y la muerte, tiene a veces preciosos detalles con nosotros. Conmigo tuvo el mejor de los posibles el día que puso en mi vida a Carmen.