domingo, 26 de abril de 2020

Viviendo en la distopía 43. La normalidad que viene


26-4-2020

Un amigo me pregunta cómo creo que será la normalidad cuando todo esto pase, al hilo de un artículo que ha leído. La pregunta coincide con un mensaje supuestamente de «los sanitarios» que me ha llegado por varios grupos de WhatsApp pidiendo silencio a las ocho, la hora en la que salimos a aplaudir, «en protesta por la situación de este colectivo». Y coincide con el final de mi lectura de Los hermanos Karamázov, de Fiódor Dostoyevski.

Esa asociación casual me sirve para hilar la respuesta: querido amigo, la serie Juego de Tronos ha tenido tanto éxito en nuestro tiempo porque en ella está lo mismo que hay en Los hermanos Karamázov, lo mismo que en El Quijote, lo mismo que en las obras de Shakespeare, lo mismo que en las tragedias griegas y lo mismo que en los protagonistas de La Biblia, la naturaleza humana, con todas sus grandezas, que son muchas, y todas sus miserias, que son muchas también, expuesta de la forma más cruda y más artística posible.

Nada ha cambiado, esencialmente, a lo largo del tiempo. Aquellos hermanos que, según cuenta el Libro del Génesis, vendieron a José como esclavo y le dijeron a su padre, Jacob, que había sido atacado por un lobo al tiempo que le mostraban su túnica manchada de sangre como prueba, siguen siendo un fiel reflejo de lo que es la envidia hoy en día, por ejemplo. En esos libros y series que te menciono están también la soberbia, la avaricia, la ira, la lujuria, la gula, la pereza y las virtudes que las contrarrestan, están en su formato actual, que es su formato de siempre.

Que grupos políticos (de sanitarios o no) se arroguen la representación de todos los sanitarios y dividan a la sociedad en un momento tan fundamental con un fin evidentemente partidista, resulta descorazonador, pero comprensible desde el punto de vista de la naturaleza humana, en la que están los que aplauden y los que pitan, los que se juegan la vida y los que escurren el bulto, los que dicen qué puedo hacer para ayudar y los que ponen la zancadilla e intentan utilizar el tropezón para incapacitar al guía.

En la naturaleza humana está que la portavoz del Gobierno catalán, Meritxell Budó, asegurara que si Cataluña hubiera sido independiente «no habría habido ni tantos muertos ni tantos infectados» por coronavirus. Está que un Presidente de Estados Unidos sugiriera que las inyecciones con desinfectante podrían ser un tratamiento contra el coronavirus. Y está que un Primer Ministro del Reino Unido dejara que el virus fluyera de forma natural y fuera infectando a la población para generar inmunidad. Está toda esa estupidez de los gobernantes y está –conviene recordarlo– toda esa estupidez y toda esa mala sangre de quienes los eligieron, que son personas como tú y como yo, querido amigo que me pides opinión. 

Así que, cuando todo esto pase, el escenario que es el mundo no será igual, pero lo esencial de la obra no es el escenario, sino esos personajes que somos nosotros, y nosotros seguiremos igual, a nosotros no hay quien nos cambie.