sábado, 11 de abril de 2020

Viviendo en la distopía 28. La trama del olivo


11-4-2020

Desde la habitación que ocupo se ven las traseras de algunas casas de la calle paralela a la mía. No es un paisaje muy hermoso: los tejados tienen un rojo oscuro, como sucio; los blancos de las paredes no son tan blancos como los de las fachadas principales; hay muchas antenas, muchos depósitos de agua, algunas instalaciones de energía solar, muchos toldos, muchas chimeneas de fibrocemento…

Tampoco hace bonito a ese paisaje de interior la vegetación. No veo los patios de las casas, sino los huertos, que son los espacios últimos y se tienen mayoritariamente como retiro, nunca por el encanto de la belleza. Hay verdín en las paredes medianeras, que son de piedra de grano, hay jaramagos en los suelos y en los tejados de algunas antiguas dependencias para animales, ahora utilizadas como trasteros, hay algunas macetas de interior sacadas ex profeso para que las riegue la lluvia, ahora que ya no hiela, pero están como amontonadas y su observación no resulta placentera…

Y hay olivos hermosos y muy bien cuidados.  

Y los olivos tienen trama. Es abril. Casi se me había olvidado. La misma Naturaleza que nos ha mandado la enfermedad y la muerte ha continuado su ritmo creador. Lo ha hecho al margen de nosotros, por encima de nosotros, incluyéndonos a nosotros, como si fuéramos un elemento más del ambiente, como lo son las tejas, los jaramagos o los pájaros que oigo piar y no veo. ¿Como si fuéramos? ¿Es que no lo somos?

Esta mañana he oído al maestro Sabina y, como él, yo también he pensado que alguien nos está robando el mes de abril, pero no, me equivocaba: abril está al otro lado de la ventana.