martes, 31 de marzo de 2020

Viviendo en la distopía 17. Llueve


31-3-2020

Cuando estoy escribiendo esto, llueve, y los hilos de agua tamborilean sobre la montera del patio. Hasta hace un rato tenía la ventana abierta por el placer de oírlos mejor, para sentir su música, pero la he cerrado porque yo no puedo escribir y oír música a la vez, no me concentro, no me sale nada.

La música. Nunca había pensado eso sobre la lluvia, pero esta mañana, cuando desperté, llovía, y podía oír el repiqueteo del agua sobre los tejados. Aún era de noche. Cogí de la mesilla el libro que estoy leyendo y me puse a leer, pero enseguida lo dejé y me quedé mirando al techo, ensimismado en ahora no sabría decir qué, lleno mi espíritu del melódico sonido de la lluvia.

Yo soy de una tierra de secano y vengo de familia del campo. En mis recuerdos de infancia siempre está el afán por la lluvia. A mi madre nunca le parecía que lloviera bastante y a mí me pasa lo mismo. Para mí, el mejor día es el que llueve, aunque también lloviera el día anterior, aunque lleve una semana o un mes lloviendo.

Para las personas, especialmente para las personas sensibles, las cosas son lo que son y, sobre todo, lo que evocan. Las ruinas de una ciudad, el suave roce de una piel y el peluche de un niño, por ejemplo, pueden traer a la imaginación lo que fue o lo que pudo ser. La lluvia evoca siempre. Evoca el esplendor de la primavera, el rumor de los arroyos saltando entre las piedras redondas y el deleite reparador de una ducha. Evoca las cuentas corrientes de los agricultores y ganaderos y, de paso, el sueldo de todos nosotros. La lluvia evoca por lo que fue y por lo que de futuro hay en el presente.

Esta mañana, bien temprano, un amigo nos ha saludado recordándonos que mucha gente ha amanecido feliz porque la lluvia está regando los campos de Los Pedroches. Amanecer feliz en estos tiempos tan ominosos ya es un buen regalo. Además, habrá buenas cosechas, correrán los arroyos, se llenarán los pantanos y, cuando todo esto pase, seguirá saliendo agua por los grifos y habrá riqueza bastante como para que podamos recuperarnos.

Así pues, sed felices vosotros también: llueve.