domingo, 12 de abril de 2020

Viviendo en la distopía 29. Elogio del silencio


12-4-2020

Cuando mis hijos eran pequeños, yo les decía lo que tenían que hacer para ganar siempre al tenis: cuando el rival esté en un lado, le tiras muy fuerte al otro y, si la coge, le haces una dejada. Y lo que tenían que hacer para ganar al baloncesto: cuando tiren ellos, les ponéis un tapón, y cuando estéis atacando vosotros, os salís fuera y la encestáis de tres. Les daba consejos semejantes para que ganaran al fútbol, y al balonmano y a todo. Mis hijos se tragaron ese cuento el tiempo que fueron muy pequeños, que fue poco, y ahora se ríen recordándolo.

Muchos ciudadanos se tragan cuentos parecidos, tal vez porque no crecen. Se tragan el cuento del torero de salón, ese que es bueno dando pases en el aire, sin toro. Y los cuentos del sabio en toros de taberna, ese que solo habla para sentar cátedra, y solo cuando haya una copa de fino o de aguardiente de por medio.

Lo que me recuerda que casi todos los líderes de la oposición han dejado solo al Gobierno con el toro y otra vez se han puesto a ver la corrida desde la barrera, y así, claro, no encuentran más que defectos. Como los encuentro yo, como los encontraría cualquiera.

Con los enfermos en los hospitales y la soledad como única compañía de los muertos, casi todos los líderes de la oposición han vuelto a intentar sacar tajada electoral señalando al compañero de barrera, cigarro puro en la mano, un pase mal dado o un mal gesto del torero, y añadiendo lo bien que lo harían ellos. Ya suponíamos que no animarían al torero, porque hacerlo iba contra su naturaleza crítica y podía darles un sarpullido, pero por lo menos esperábamos de ellos la dignidad del silencio. Pues, nada, ni eso.

En fin, que yo iba a hacer un elogio frívolo del silencio, aprovechando que esta mañana me habían sonado las tripas y las había oído, pero, ya ven, uno no es dueño de lo que escribe, me ha salido esto.