30-3-2020
Según parece, andar es bueno porque,
entre otras consecuencias saludables, favorece la eliminación del colesterol
malo y la generación del colesterol bueno. El caso es que los médicos mandan ahora
que se ande y la gente, que como se está viendo suele ser muy obediente para
todo, les ha hecho caso y se ha puesto a andar. Andan las mujeres y los
hombres, los mayores y los menos mayores. Andan los lunes y los viernes, en
verano y en invierno, para cumplir la obligación de estar sanos y porque tienen
ese gusto.
La gente, así como grupo de ciudadanos
sin cara, tiene poca fuerza, no constituye un grupo de presión. Por eso los
Ayuntamientos no suelen tener en cuenta que la gente necesita lugares para
andar, tal vez porque piensan que andar, lo que se dice andar, se puede andar
por cualquier sitio, en tanto que para practicar otra afición cualquiera, por extraña
que sea y pocos seguidores que tenga, se necesita una local, un monitor y una
subvención.
Así que la gente anda por donde puede:
por las calles, por los caminos cercanos al pueblo, por las circunvalaciones… Generalmente,
cruzando semáforos, por los bordes de las carreteras, entre los coches…
La gente que anda acaba adoptando el
mismo recorrido, que casi siempre es el menos malo de los posibles, y trazando
lo que se ha dado en llamar "la ruta del colesterol". Todos los
pueblos, por alejados que estén y pequeños que sean, tienen su ruta del
colesterol, por la que la gente circula alegremente, a buen ritmo y con la mejor voluntad.
Yo le tengo mucho aprecio a la gente
que se ve por las rutas del colesterol, pues me parecen de los mejores ciudadanos:
porque son dóciles, porque se quieren a sí mismos, porque son disciplinados y obedientes
y porque quieren consumir mientras menos recursos sanitarios mejor.
Yo soy uno más de esa gente anónima,
con la que me siento especialmente solidario, y de la que hoy me he acordado. ¿Cómo
de tristes estarán las rutas del colesterol en estos días? ¿Cómo estará la ruta
del Colesterol de Pozoblanco, que conozco bien? ¿Cómo de mal le habrá sentado la
soledad a su acritud y su fealdad natural?
¿Cómo estará sobrellevando el síndrome
de abstinencia la gente que le ha cogido gusto a eso de hacer a diario unos cuantos
kilómetros a pie? En estos días de confinamiento, obligados al sedentarismo y
la reflexión, ¿se le habrá ocurrido a alguno de ellos que son muchos y, si se
organizaran, podrían quitar y poner alcaldes?