martes, 24 de marzo de 2020

Viviendo en la distopía 10. Te lo dije


24-3-2020

Cuando yo era chico, mi padre, una vez a la semana, volvía muy ufano del trabajo con un nuevo título de la colección "Biblioteca Básica", de editorial Salvat, que le había costado 25 pesetas, como si con eso estuviera invirtiendo en un cortijo para sus hijos. Yo me aficioné a la lectura con esos libros, cien en total, que disfruté casi en su totalidad cuando era adolescente con el asombro del que descubre un mundo maravilloso.

Entre esos libros había uno dedicado a "Cuentos rusos" que contenía el cuento "La Necesidad", de Vladimir G. Korolenko, que en otras colecciones he visto traducido como "El Destino". En el cuento, la Necesidad es una diosa a la que dos sabios descubren en un paraje remoto.

A uno de los sabios, la diosa le dice:

«Soy yo quien dirigí los cincuenta años de tu vida desde la cuna hasta el momento presente. Tú no has hecho nada en toda tu vida, ni bueno ni malo... No has dado ni una sola limosna al mendigo en un impulso de piedad, no has asestado ni un solo golpe movido por la cólera de tu corazón... no has cultivado una sola rosa en el jardín del monasterio, ni has cortado un solo árbol en el bosque... no has dado de comer a un solo animal, ni has matado a un solo mosquito que te chupaba la sangre... En toda tu vida no ha habido ni un solo movimiento que yo no hubiera previsto. Porque soy la Necesidad...»

Y al otro, le dice:

«Soy la Necesidad, que ha regido los cincuenta años de tu vida... Todo cuanto has hecho no lo hiciste tú, sino yo, pues tú no eres sino una hoja arrastrada por la corriente, mientras que yo soy la señora de todos los movimientos».

Tras esas declaraciones, los acontecimientos siguientes hacen ver a ambos sabios (uno rebelde, otro sumiso) que, en efecto, hagan lo que hagan, todo estaba previsto por la diosa Necesidad (la diosa del Destino).

Tuvieron que llegar unos jóvenes sencillos y despreocupados, que se amaron impíamente al lado de la imagen de la diosa, para descubrir la verdadera esencia de la Necesidad a los sabios, que se estaban inmolando de pura inacción.

«Ellos, que son necios, viven y aman, mientras que el sabio Purana y yo nos morimos», dice el más rebelde de los sabios. Y luego: «Si Purana y yo morimos, esto será inevitable pero estúpido. Si consigo salvarme y salvar a mi compañero, esto también será necesario, pero inteligente. Salvémonos, pues. Para ello hace falta voluntad y un esfuerzo».

Y cuando el sabio rebelde tiene que explicarle al sumiso la verdadera esencia del Destino, le dice:

«Si vamos a la derecha, nos sometemos a la Necesidad. Y lo mismo ocurrirá si vamos a la izquierda. ¿No has comprendido, amigo Purana, que esta deidad toma como leyes suyas todo cuanto nuestra elección decide? La Necesidad no es la señora de nuestros movimientos, se limita a tomar nota de ellos. Lo único que hace es registrar lo que hubo. Pero lo que todavía debe ser se realizará a través de nuestra voluntad...»

O sea, que la diosa de la Necesidad actúa a posteriori, una vez que han ocurrido las cosas, de manera que nunca se equivoca.

Viene a cuento este cuento por lo que estoy oyendo ahora. Ahora, a posteriori. Ahora, que todo el mundo sabe lo que debía haberse hecho. ¡Cuánta diosa de la Necesidad hay por ahí disfrazada de sesudo observador de la realidad y de simple ciudadano de a pie!

El refranero español recoge un dicho muy a propósito sobre esto: "Visto lo visto, todo el mundo es muy listo". Los listos de esta clase, que abundan, son los del "te lo dije" o "lo sabía", que normalmente han actuado antes como aquel ginecólogo que anunciaba a las embarazadas un sexo para su futuro hijo y apuntaba el otro sexo en su libro de registro, por si luego venían a decirle que se había equivocado.

En fin, que esto da para un comentario más largo y no quiero cansar. Como habrá más días, muchos, seguiré con el tema en otra ocasión.

* El cuento se puede encontrar aquí.