Detrás de los políticos que se dan
codazos para aparecer en la foto de las inauguraciones hay muchas personas
invisibles. Para que el nombre del alcalde aparezca en la placa con que se
inaugura un centro público ha sido necesario el trabajo de muchos funcionarios.
Detrás de las medallas que se cuelgan algunos políticos están los mismos
técnicos que les sirven de parapeto cuando se deniega una solicitud.
Últimamente, tengo muchos
compañeros secretarios e interventores de Ayuntamiento que lo están pasando
mal. La Ley, que es la expresión de la voluntad popular (es decir, el pueblo),
los ha situado ahí para controlar y fiscalizar a los políticos, que son los
mismos que les pagan, lo que es en sí mismo un contradiós y les genera mucho
estrés, mucho sufrimiento. En los municipios pequeños, además, ellos son los
que proponen y los que fiscalizan lo propuesto y, en unos tiempos de tanta
especialización y tantas responsabilidades, están obligados al imposible de ser
técnicos de absolutamente todo.
Esta mañana he llegado sin
novedad a El Burgo Ranero. He sido el único cliente de un bar-restaurante que
tenía terraza exterior, local cubierto y terraza interior y, luego, me he dado
un paseo por el pueblo. Junto al albergue donde me alojo, está la casa
consistorial, en cuya fachada había un pequeño cartel que anunciaba el cierre de
las oficinas durante seis días debido a que las “funcionarias” del Ayuntamiento
habían sido citadas a un curso impartido por la Diputación Provincial de León.
Todos mis compañeros, por esos
días, están citados a un curso en la Diputación Provincial de Córdoba, al que
solo puede asistir un funcionario por Ayuntamiento, y el horario del curso es
de mañana y tarde. Como las diferencias son notables, le hago una foto al
cartel y se lo mando al grupo de WhatsApp que comparto con algunos de ellos.
“A ver si vamos aprendiendo”, les
digo.
Pero no, no aprenderemos.
Seguiremos invisibles en la foto e intentando cumplir con lo imposible, como
siempre.
Como no nos pondremos de acuerdo
para reivindicar nuestra profesión ni se van a acordar de nosotros quienes nunca
lo han hecho, lo que necesitamos de verdad es un milagro. Así que, cuando
llegue a Santiago de Compostela y le dé el abrazo al santo, me acordaré de ellos.
* Ruta