domingo, 3 de junio de 2018

5. El Burgo Ranero o Un milagro


Detrás de los políticos que se dan codazos para aparecer en la foto de las inauguraciones hay muchas personas invisibles. Para que el nombre del alcalde aparezca en la placa con que se inaugura un centro público ha sido necesario el trabajo de muchos funcionarios. Detrás de las medallas que se cuelgan algunos políticos están los mismos técnicos que les sirven de parapeto cuando se deniega una solicitud.

Últimamente, tengo muchos compañeros secretarios e interventores de Ayuntamiento que lo están pasando mal. La Ley, que es la expresión de la voluntad popular (es decir, el pueblo), los ha situado ahí para controlar y fiscalizar a los políticos, que son los mismos que les pagan, lo que es en sí mismo un contradiós y les genera mucho estrés, mucho sufrimiento. En los municipios pequeños, además, ellos son los que proponen y los que fiscalizan lo propuesto y, en unos tiempos de tanta especialización y tantas responsabilidades, están obligados al imposible de ser técnicos de absolutamente todo.

Esta mañana he llegado sin novedad a El Burgo Ranero. He sido el único cliente de un bar-restaurante que tenía terraza exterior, local cubierto y terraza interior y, luego, me he dado un paseo por el pueblo. Junto al albergue donde me alojo, está la casa consistorial, en cuya fachada había un pequeño cartel que anunciaba el cierre de las oficinas durante seis días debido a que las “funcionarias” del Ayuntamiento habían sido citadas a un curso impartido por la Diputación Provincial de León.

Todos mis compañeros, por esos días, están citados a un curso en la Diputación Provincial de Córdoba, al que solo puede asistir un funcionario por Ayuntamiento, y el horario del curso es de mañana y tarde. Como las diferencias son notables, le hago una foto al cartel y se lo mando al grupo de WhatsApp que comparto con algunos de ellos.

“A ver si vamos aprendiendo”, les digo.

Pero no, no aprenderemos. Seguiremos invisibles en la foto e intentando cumplir con lo imposible, como siempre.

Como no nos pondremos de acuerdo para reivindicar nuestra profesión ni se van a acordar de nosotros quienes nunca lo han hecho, lo que necesitamos de verdad es un milagro. Así que, cuando llegue a Santiago de Compostela y le dé el abrazo al santo, me acordaré de ellos.


* Ruta
* Información de la ruta aquí y aquí.