8. La burbuja del bienestar
8.1. Unos honrados padres de familia
Unos
honrados padres de familia, cuando buscan lo mejor para los suyos, gastan en el
presente parte de lo que ganarán en el futuro para satisfacer las necesidades
del presente o del futuro, pero antes cuantifican esas necesidades y las
ordenan, a fin de no tirar el futuro de su familia por la borda. Por eso, si
precisan una casa (que es un bien de inversión, de futuro) y no tienen dinero,
se hipotecan hasta donde pueden y compran una vivienda acorde con sus
posibilidades. Y si su coche está viejo y necesitan otro (el coche debería
considerarse un bien de presente), piden un préstamo personal para comprar uno
que no descuadre sus cuentas. Y si los hijos son buenos estudiantes, ahorran si
pueden para darles unos estudios (que deberían considerarse un bien de futuro)
y, si pueden, solicitan un préstamo si con los ahorros y las becas no tienen
bastante. En todo caso, lo que no hacen es gastar más de lo que ingresan ni comprometerse
a pagar más de lo que presumiblemente van a ingresar. Si necesitan más para los
estudios de sus hijos y no pueden permitirse unas vacaciones, no se van de
vacaciones. Si deben trabajar más o hacer horas extraordinarias, las hacen. Y
si deben decirle a quienes más quieren que no hay dinero para lujos o incluso
que deben administrar sus urgencias, lo hacen.
Los
honrados padres de familia saben que el mejor instrumento para el desarrollo
personal y económico es la capacidad de trabajo y la formación y transmiten a
sus hijos esas ideas con hechos, exigiéndoles austeridad y haciéndolos
responsables de sus actos y sus omisiones para que asuman sus consecuencias,
aunque a ellos les duela.
8.2. Pagar préstamos con préstamos
Si unos honrados padres de familia se ven
en una situación de apuro económico, lo razonable es que intenten solucionar
tanto el problema de fondo como sus secuelas. Si las secuelas son que deben
pagar inmediatamente la cuota que supone el vencimiento de un préstamo y no tienen
dinero para hacerlo, pedirán un aplazamiento y, si no se lo dan, pedirá otro
préstamo para pagar el préstamo, acaso a su familia o a sus amigos. Lo que
deben procurar en todo caso es corregir lo que les ha llevado a no tener
capacidad para reintegrar el préstamo vencido. Quizá deban trabajar más, o rebajar
su nivel de vida.
Pero
quizá no puedan trabajar más o no puedan rebajar su nivel de vida y el gasto en
el que están empeñados es la educación de sus hijos, que juzgan absolutamente
esencial, pues no tienen bienes que transmitirles y están seguros de que
producirá beneficios en muy poco tiempo. Si es así, los honrados y valerosos
padres de familia se endeudarán sucesivamente y pedirán nuevos préstamos para
financiar préstamos vencidos, aunque deban pagar cuotas cada vez más altas,
cuyo aumento contrarrestarán con la subida de sus nóminas y la disminución de
sus necesidades.
Unos
honrados padres de familia que piden préstamo tras préstamo salen del círculo
vicioso en el que se han metido en cuanto desaparece la causa que lo engendró
con la ayuda de los beneficios que les ha reportado.
Si
la causa es la educación de los hijos y estos ya están trabajando, con el saldo
favorable que constituye la desaparición de los gastos y, en su caso, con la
ayuda de los hijos
8.3. Pagar préstamos con préstamos para
irse de vacaciones
A
nadie se le escapa que hay algo viciado en financiar préstamos vencidos con
nuevos préstamos para hacer frente a gastos de inversión, aunque las
operaciones caigan dentro del ámbito familiar y tanto los beneficios como los
perjuicios sean asumidos por un colectivo amplio y solidario. Pero lo es mucho
más cuando se sale del ámbito familiar y debe responderse ante terceros que se
quedan con los beneficios. Y lo es más todavía cuando los intereses son muy
superiores a la inflación, que suele ser la medida del incremento de los
salarios.
Y
si hay algo viciado en lo anterior, más debe haberlo cuando se trata de comprar
un segundo coche, y más aún si el fin es irse de vacaciones un par de veces al
año. En ese caso hay algo viciado siempre, incluso aunque el préstamo se
conceda en el ámbito familiar, pero lo hay mucho más si se concede desde fuera,
pues entonces debe sospecharse del futuro del que lo da y del que lo recibe.
En
el futuro, en efecto, está la respuesta a todo. Consumir las ganancias del
futuro para vivir el presente sólo tiene sentido si las expectativas de
progreso son reales, como en el ejemplo de los padres que invertían en sus
hijos. Si en el futuro no tendremos ni lo imprescindible, consumir lo que
ganaremos entonces por el bienestar de hoy es la mejor manera de tirar el
futuro por la borda. Y en el futuro estaremos nosotros y estarán nuestros
hijos.
(Puede leer el libro completo de La Democracia retórica en pdf pinchando sobre la imagen que hay en la columna de la derecha)