sábado, 27 de octubre de 2012

8. La burbuja del bienestar



 

8.1. Unos honrados padres de familia

Unos honrados padres de familia, cuando buscan lo mejor para los suyos, gastan en el presente parte de lo que ganarán en el futuro para satisfacer las necesidades del presente o del futuro, pero antes cuantifican esas necesidades y las ordenan, a fin de no tirar el futuro de su familia por la borda. Por eso, si precisan una casa (que es un bien de inversión, de futuro) y no tienen dinero, se hipotecan hasta donde pueden y compran una vivienda acorde con sus posibilidades. Y si su coche está viejo y necesitan otro (el coche debería considerarse un bien de presente), piden un préstamo personal para comprar uno que no descuadre sus cuentas. Y si los hijos son buenos estudiantes, ahorran si pueden para darles unos estudios (que deberían considerarse un bien de futuro) y, si pueden, solicitan un préstamo si con los ahorros y las becas no tienen bastante. En todo caso, lo que no hacen es gastar más de lo que ingresan ni comprometerse a pagar más de lo que presumiblemente van a ingresar. Si necesitan más para los estudios de sus hijos y no pueden permitirse unas vacaciones, no se van de vacaciones. Si deben trabajar más o hacer horas extraordinarias, las hacen. Y si deben decirle a quienes más quieren que no hay dinero para lujos o incluso que deben administrar sus urgencias, lo hacen.

Los honrados padres de familia saben que el mejor instrumento para el desarrollo personal y económico es la capacidad de trabajo y la formación y transmiten a sus hijos esas ideas con hechos, exigiéndoles austeridad y haciéndolos responsables de sus actos y sus omisiones para que asuman sus consecuencias, aunque a ellos les duela.

 

8.2. Pagar préstamos con préstamos

Si unos honrados padres de familia se ven en una situación de apuro económico, lo razonable es que intenten solucionar tanto el problema de fondo como sus secuelas. Si las secuelas son que deben pagar inmediatamente la cuota que supone el vencimiento de un préstamo y no tienen dinero para hacerlo, pedirán un aplazamiento y, si no se lo dan, pedirá otro préstamo para pagar el préstamo, acaso a su familia o a sus amigos. Lo que deben procurar en todo caso es corregir lo que les ha llevado a no tener capacidad para reintegrar el préstamo vencido. Quizá deban trabajar más, o rebajar su nivel de vida.

Pero quizá no puedan trabajar más o no puedan rebajar su nivel de vida y el gasto en el que están empeñados es la educación de sus hijos, que juzgan absolutamente esencial, pues no tienen bienes que transmitirles y están seguros de que producirá beneficios en muy poco tiempo. Si es así, los honrados y valerosos padres de familia se endeudarán sucesivamente y pedirán nuevos préstamos para financiar préstamos vencidos, aunque deban pagar cuotas cada vez más altas, cuyo aumento contrarrestarán con la subida de sus nóminas y la disminución de sus necesidades.

Unos honrados padres de familia que piden préstamo tras préstamo salen del círculo vicioso en el que se han metido en cuanto desaparece la causa que lo engendró con la ayuda de los beneficios que les ha reportado.

Si la causa es la educación de los hijos y estos ya están trabajando, con el saldo favorable que constituye la desaparición de los gastos y, en su caso, con la ayuda de los hijos

 

8.3. Pagar préstamos con préstamos para irse de vacaciones

A nadie se le escapa que hay algo viciado en financiar préstamos vencidos con nuevos préstamos para hacer frente a gastos de inversión, aunque las operaciones caigan dentro del ámbito familiar y tanto los beneficios como los perjuicios sean asumidos por un colectivo amplio y solidario. Pero lo es mucho más cuando se sale del ámbito familiar y debe responderse ante terceros que se quedan con los beneficios. Y lo es más todavía cuando los intereses son muy superiores a la inflación, que suele ser la medida del incremento de los salarios.

Y si hay algo viciado en lo anterior, más debe haberlo cuando se trata de comprar un segundo coche, y más aún si el fin es irse de vacaciones un par de veces al año. En ese caso hay algo viciado siempre, incluso aunque el préstamo se conceda en el ámbito familiar, pero lo hay mucho más si se concede desde fuera, pues entonces debe sospecharse del futuro del que lo da y del que lo recibe.

En el futuro, en efecto, está la respuesta a todo. Consumir las ganancias del futuro para vivir el presente sólo tiene sentido si las expectativas de progreso son reales, como en el ejemplo de los padres que invertían en sus hijos. Si en el futuro no tendremos ni lo imprescindible, consumir lo que ganaremos entonces por el bienestar de hoy es la mejor manera de tirar el futuro por la borda. Y en el futuro estaremos nosotros y estarán nuestros hijos.

 


(Puede leer el libro completo de La Democracia retórica en pdf pinchando sobre la imagen que hay en la columna de la derecha)