viernes, 19 de octubre de 2012

La Democracia retórica (VI)



             1.8. Representación y movimientos reivindicativos


 Por las razones antes expuestas, la voluntad de los representantes está ocasionalmente muy alejada de la de su sociedad y no responde a las demandas concretas de esta. En tal caso, lo normal es que ambas voluntades se separen manifiestamente y que nazcan, de forma espontánea, movimientos con la pretensión de influir en las políticas públicas cuyos líderes son más bien cabecillas, por lo que pueden sucederse o incluso desplazarse sin que por ello se merme la movilización de la masa.

Cuando surge un movimiento de este tipo, los políticos asumen un papel predeterminado según estén en el Gobierno o en la oposición. Si están en el Gobierno, su primera reacción es de incredulidad, pues los políticos suelen arrogarse toda la representación social y desdeñan por sistema la autocrítica, que confunden con la razón del adversario. Sólo se lo toman en serio cuando ven que tras el movimiento puede venir la pérdida de influencia (de votos). Entonces, hay una primera fase en la que intentan desprestigiarlo con el argumento de que no representan a la sociedad, sino a grupos de interés que, en realidad, atentan contra el interés público, al que formal y materialmente representan ellos. En una segunda fase, además, aducen que tras la movilización se esconde la oposición. Generalmente, aciertan en esto último, porque la oposición, tras una primera reacción de incredulidad similar a la de quienes detentan el Gobierno, procura, primero, sumarse al movimiento y, luego que lo ha conseguido, encabezarlo y dirigirlo contra el Gobierno para desgastarlo y ganar la legitimidad que le niegan las urnas.

Los cabecillas de estos movimientos consienten e incluso buscan el apoyo de la oposición sin percatarse de que están siendo colonizados por esta, porque piensan que trasladan sus pretensiones a los órganos de decisión y que con ello les será más fácil lograr sus objetivos. La oposición utiliza a estos movimientos sin el más mínimo reparo, sea o no sea factible lo que pretenden, porque su ideario es inejecutable por definición y en él cabe cualquier demanda. Así, no es difícil ver a los dirigentes de la oposición encabezando manifestaciones convocadas en apoyo de determinadas reivindicaciones, unas veces claramente como miembros de sus partidos y otras, según sus declaraciones, como simples ciudadanos, lo que supone asistir a las mismas sin querer asumir las consecuencias o de forma vergonzante, pues los políticos, por mucho que ellos quieran, no pueden escaparse de su papel de políticos cuando actúan en público.

Papel que, por otra parte, debía retenerlos dentro del ámbito institucional, si de verdad estiman la Democracia, pues salirse de él para ejercer en la calle la fuerza que no pueden desplegar en las instituciones significa considerar que estas no sirven para llevar la voluntad del pueblo a los órganos de representación y, subsiguientemente, degradarlas.

En verdad, todo el sistema establecido tiene una enorme capacidad para digerir y metabolizar los movimientos reivindicativos surgidos en la sociedad. Si el partido del Gobierno (más que el Gobierno mismo) ve la posibilidad de robarle a la oposición la fuerza del movimiento, lo hará sin empacho alguno, ya que también ellos pueden colonizarlo. Lo normal es que el partido del Gobierno, tras el desprecio inicial, apoye a los movimientos que sobreviven a las circunstancias adversas (entre otras, las de la propia actuación gubernamental) a través de los dirigentes más cercanos, que suelen ser los territoriales, mientras los gobernantes se mantienen receptivos pero dan largas, y, con ello, ganan un tiempo precioso que emplean haciendo concesiones menores y tentando a los cabecillas.

Generalmente, los cabecillas de los movimientos reivindicativos no tienen madera de líderes y, lejos de aceptar el sacrificio, se deslumbran con el brillo que les ofrecen las instituciones, en las que ven (esa es la coartada para la desmovilización) la posibilidad de hacer efectivas las pretensiones que tenían en origen. 


(Puede leer el libro completo en pdf pinchando sobre la imagen que hay en la columna de la derecha)