Las fronteras
Me cuesta
trabajo entender que ahora que las razas se mezclan sin problemas, que las grandes
ciudades son un hervidero de culturas distintas, que el afán más extendido es
que se respeten entre sí todas las religiones, que existe la conciencia de que
debe haber un idioma materno y todos deberíamos saber además otros idiomas, que
existe una gran facilidad para viajar por cualquier parte de un mundo que no es
tan grande como nos creíamos, que lo jóvenes se van a estudiar fuera de su país
y tienen conocidos y amigos por todas partes, que se ha demostrado que lo que
ocurre en la Amazonía afecta al oxígeno que respiran en Nueva Zelanda y en
Singapur, que lo que diga el banco de Finlandia puede hacer subir o bajar el
precio de la leche en Benicarló y el de los garbanzos en Pedroche, que existen
las redes sociales y podemos estar en permanente e inmediata comunicación con
ciudadanos de cualquier lugar del planeta, que cualquiera puede tener un blog
como este y escribir lo que le venga en gana con la seguridad de que podrán
leerlo en las antípodas al mismo tiempo que en la habitación de al lado, que
hay organismos internacionales que defienden (aunque sea teóricamente) los derechos
de los seres humanos y organismos internacionales que pretenden (estos sí, de
una forma explícita) regular la economía del mundo, que nos enteramos enseguida
de la muerte de un famoso de medio pelo en Estados Unidos y a lo mejor no
sabemos que lleva tres días muerto el vecino del piso del enfrente, que hasta
los nativos de Nueva Guinea se ponen una camiseta del Real Madrid o del F. C.
Barcelona, que los hombres han llegado a la Luna y proyectan pisar el suelo de
Marte y de los satélites de Saturno, ahora, en fin, que el google Earth ha
demostrado que no existen las fronteras, como nos habían hecho creer con los
mapas de la escuela, y que nuestro planeta tiene bosques, tiene desiertos,
tiene mares, tiene lagos, tiene ríos, pero no tiene bosques de este o del otro,
ni desiertos tuyos o míos, ni mares territoriales, ni lagos partidos por líneas
de puntos, y que los ríos, simplemente, nacen en las montañas y desembocan en el
mar, ahora que ocurre todo eso me extraña enormemente que no salga la gente a
la calle con pancartas y banderas blancas para pedir a gritos que se borren las
fronteras (todas las fronteras) que separan al ser humano de la humanidad.