miércoles, 25 de junio de 2025

7. Logroño o El fin de ciclo

 

He visto una placa conmemorativa a la derecha del camino con el nombre y la foto de un americano de 46 años que murió hace ahora justamente tres, es de suponer que allí mismo. Aaron Hewitt, se llamaba. Luego, he descubierto en Gronze que Hewitt era un profesional de la sanidad y estaba bien preparado físicamente, y que tres días más tarde que él falleció un peregrino alemán de 65 años en la subida a O Cebreiro. 

No sé muy bien cómo abordar esta entrada. Hace calor y los campos de cereales, que en mi tierra del sur ya están totalmente secos, aún están verdes aquí, aunque vienen amarilleando por los suelos menos húmedos. Por mucho y bien que llueva, el trigo que forma océanos a mi alrededor se secará. Esa es la conclusión, y yo la he grabado en una nota de voz antes de ver la placa que recuerda a Aaron Hewitt, seguramente con la intención de resaltar en este pequeño escrito el ciclo de la vida. ¿Pero cómo hacerlo sin resultar sombrío ni sobrecargar la narración?  

Si este año he venido hasta aquí, es de alguna forma llamado por la urgencia de la edad. Si no lo hago ahora, que todavía puedo, quizá no lo haga nunca, me dije. Ese tipo de afirmaciones no se las plantea uno cuando es joven. Mientras uno no solo ve que puede, sino que seguirá pudiendo.  

El presente/el futuro, y más preguntas que respuestas. 

No sé, me imagino que esos cereales y esas vides que veo necesitarán durante su juventud una cantidad de agua y de sol y que durante su madurez necesitarán otra distinta, porque también en las plantas debe haber un equilibrio entre sacrificarse para el futuro y el carpe diem del presente pleno. Los agricultores conocen el ciclo vital de sus cosechas y saben qué es lo mejor para ellas en cada momento, a fin de que den el máximo fruto. ¿Saben qué es lo mejor para ellos? ¿Los sabemos nosotros? ¿Lo he sabido yo? 

Me refiero a mí en pasado. Y he hablado de «urgencia» al referirme a mi decisión de venir hasta aquí, una palabra que en cierta manera llama a la idea de tiempo perdido. ¿Por qué no lo hice antes, si pude hacerlo? O, mejor, ¿por qué no hice todo lo que pude hacer y ya no puedo? ¿Qué gané renunciando a lo que renuncié? Algo ganaría, supongo, pero ¿qué fue?, ¿qué fue eso? ¿Sigo renunciando, incluso ahora, a objetivos posibles por una recompensa imposible en el futuro? 

La fotografía que Gronze publica de Aaron Hewitt fue tomada en pleno Camino y en ella se le ve feliz. Esa felicidad debió de ser un consuelo para su familia y sus amigos. Murió haciendo lo que quería, pensarán. 

Él no pudo llegar a Logroño, cuya estación de autobuses alcanzo yo después de haber recorrido 30,60 kilómetros.


Aquí la etapa en GRONZE