domingo, 22 de junio de 2025

4. Puente la Reina o Cómo hacer una tortilla

Ya me ha ocurrido otras veces. De pronto, te encuentras con que el camino está cortado y las flechas te mandan por no sabes muy bien dónde. Ahí pierdes la geolocalización de la ruta y tienes que estar más alerta a las señales, que no siempre son suficientes.  

Hoy ha vuelto a ocurrir. Nada más salir de Pamplona, nos han desviado para que tomemos la carretera NA-6004 y caminemos por el arcén. A mí esto de que los peregrinos tengan que compartir la vía con los coches me parece de no tener aprecio por lo que el Camino supone y lo que suponen los peregrinos y me pone de mal humor. Y más, cuando ves que no hay advertencias ni información suficiente. Le he tenido que preguntar a una muchacha de la zona que venía en dirección contraria. Y le he tenido que advertir a un grupito de coreanos que caminaban por la derecha que en España los peatones deben circular por la izquierda. 

En fin, que hemos caminado por esa carretera y por otra que va pegada a la A-12 hasta que hemos dado con el camino original. Y entonces hemos empezado a subir. Y subiendo uno ve siempre al frente un parque eólico. Y eso me ha dado que pensar. He pensado en el aprecio que las gentes de por aquí tienen por lo todo suyo. Por su idioma, por su cultura, por su historia… y por el entorno en el que viven, que quieren seguir viendo saludable, lozano y hermoso. ¿No dije ayer que el territorio era un templo para los peregrinos? Pues para las gentes de estas tierras también lo es. No hay más que observar el esfuerzo que mayoritariamente se hace para insertar en el paisaje las obras humanas. Las paredes de las explotaciones ganaderas están enfoscadas. Los residuos que generan están recogidos. Los materiales que se emplean en el campo no chirrían a la vista. Y, como casi todo lo demás es así, a mí da mucha envidia, porque en mi tierra no ocurre eso, ni de lejos. 

He pensado y me ha salido al paso la importancia de las formas. Y lo recalco: las formas. En mi tierra, hay gente que no quiere de ninguna forma las cosas y hay otras que quieren las cosas de cualquier forma. Y ambas están enfrentadas. Hasta el punto de que no existe diálogo entre ellas. Es como si estuvieran a ambos lados de una trinchera y se lanzaran bombas con apariencia de razones, a ver quién rinde a quién. Y nadie rinde a nadie, como es fácil suponer. Así que la guerra está empantanada. Y mientras tanto, los contendientes intentan atraer más soldados a su causa y miran mal a los que están en medio, insumisos, supuestamente sin definirse. No lo tengo calado todavía. ¿Será socialista? ¿Será de la fachosfera?


¿Hay que hacer alguna aclaración? Pues se hace.

Los seres humanos necesitan extraer minerales, beber leche y comer carne, necesitan electricidad y necesitan agua, entre otras muchas cosas. Sí, pero como todo eso, inicialmente, supone un perjuicio para el ecosistema, que lo fabriquen otros y a mí me den los minerales ya transformados en coches y teléfonos móviles, que me den la leche embotellada, que la carne de cerdo sea asequible para mí y que el agua me llegue por una tubería y la electricidad por un cable, a ser posible subterráneo, para que no se vea afectado mi paisaje. Es decir, que las minas estén en otro sitio, que las vacas estén en otro sitio, que las macrogranjas estén en otro sitio, que los parques eólicos y solares estén en otro sitio… Nosotros somos pobres. ¿Es que no se acuerdan de nosotros nada más que para esto? 

O al revés: aquí lo que hace falta es poner más industria, más ganadería, más minería…, grande, mediana y pequeña, sin tantos requisitos ni tantos trámites, y sin tanta consideración medioambiental, porque lo importante es la mano de obra, porque lo importante es que la gente de nuestra tierra no tenga que irse fuera a buscarse la vida, porque lo importante es el desarrollo, ya que sin desarrollo no hay riqueza y sin riqueza no hay hospitales, ni pensiones, ni escuelas. ¿De qué sirve un medioambiente bonito si en él no pueden vivir las personas porque no tienen cómo buscarse la vida? 

Las formas, ya digo: entre tener un río lleno de mierda y un río saludable la diferencia no está en que haya o no haya personas tirando de la cadena y fábricas o explotaciones ganaderas en las inmediaciones, sino en cómo se controlan los vertidos. El Manzanares, por ejemplo, ha pasado de ser un río marginal y contaminado a un río vivo y saludable, especialmente en su tramo urbano, gracias a políticas públicas de restauración ecológica. ¿Había que trasladar Madrid, que cerrar sus fábricas y sus explotaciones? No, había que cuidar las formas. 

Esta gente lo ha visto. A mí no me parecen antiestéticos estos parques eólicos que generan electricidad para ellos y para mis paisanos, pues el suministro de electricidad forma una red a nivel ibérico. Ni me parecen feas las pocas granjas que he visto. Y me parecen cuidados los bordes de las carreteras, y las riberas de los ríos. Y no he percibido parcelaciones ilegales, al menos no a la monstruosa manera que se ven por mi tierra, que casi todo el mundo ha consentido o incluso alentado, con el argumento de que es más barato y rápido para las industrias y de que la ciudadanía al completo tiene derecho a una parcelita. 

La bajada es difícil y, mientras caminaba, por mi seguridad física he tenido que abandonar los pensamientos especulativos para pensar en mis propios pasos. Total, que he llegado con bien a Puente de la Reina, aunque muy cansado. Al final, en mi reloj había quedado reflejada la cifra de 24,79 kilómetros.