6-5-2020
Nada mejor que adentrarte en el estudio de una materia para
que el tiempo se te pase volando. El estudio abre campo, y ese campo abre más
campo, que a su vez abre más campo todavía, de manera que a cada paso que das te
encuentras con más dudas y con más necesidad de aprender. Como ya he apuntado
aquí, nadie hay tan necio como el que cree tener todas las respuestas ni tan
sabio como el que tiene un montón de preguntas que se afana en responder.
Viene al caso lo dicho porque yo he llenado mis numerosas (e
inquietantes) horas de aislamiento dedicándome al estudio del inglés, una
materia a la que a lo largo de los años le he ofrecido mucho tiempo con pésima fortuna,
pues siempre me he dejado arrastrar por el efecto sumidero.
Verán: el olvido es el sumidero del lavabo y tiene una
función esencial de limpieza. En el lavabo aún está dónde hemos dejado el coche
hace un rato, pero por el sumidero del olvido ya se ha ido dónde lo dejamos hace
una semana, por ejemplo. En lavabo están los traumas, flotando como si fueran
corchos, todas aquellas cosas que agarramos con recuerdos especiales para tenerlas
siempre presentes y las que el cerebro considera necesarias, porque le
prestamos atención continuada. Casi todo lo demás se va, con una velocidad que
depende del grado de su densidad o consistencia y de lo frágil que sea la
memoria, es decir, del diámetro del desagüe, que en mi caso es muy grande.
Cuando queremos aprender algo, por ejemplo inglés, sale
información por el grifo, que luego tiende a irse por el sumidero. Yo he estado
mucho tiempo aprendiendo inglés, pero lo he hecho de una forma poco sistemática,
a salto mata como quien dice, y mi información era escasa y muy fluida, de
manera que se iba muy pronto hacia la nada de la alcantarilla. Ahora, en cambio,
la información que entra es mayor que la que se va, y además el material es más
consistente, de forma que estoy empezando a vislumbrar el sistema que hay en la
arquitectura del idioma.
El inglés no se aprende con mil palabras, sino con esfuerzo,
como dice Richard Vaughan, que ahora es mi maestro en la distancia. Y es así: el
esfuerzo, la constancia y una base compacta es la mejor forma de luchar contra
el efecto sumidero.