martes, 29 de enero de 2013

El camino de la Virgen de Luna de los pedrocheños

           El santuario de la Virgen de Luna se encuentra en La Jara, a una distancia parecida de Pozoblanco, Pedroche y Villanueva de Córdoba. Según cuenta la tradición, la imagen fue venerada por los tres pueblos hasta que los vecinos de Pedroche incumplieron la obligación que tenían de llevarla a su pueblo debido a una fuerte tormenta. Sin embargo, como ha puesto de manifiesto Juan Bautista Carpio en dos artículos de su blog (aquí y aquí), no hay rastros de que tal hecho se produjera, y ni siquiera hay documentos que prueben que alguna vez la imagen de la Virgen de Luna perteneció también a la villa de Pedroche.
            Los pedrocheños, por otra parte, son gente recia y lo han sido siempre, y son las gentes más amantes de sus tradiciones que hay en todo el valle que lleva el nombre de su pueblo, como lo prueban sus antiguas, originales y variadas fiestas populares. No creo que los pedrocheños dejaran de cumplir con una obligación tradicional por grande que fuese la tormenta y mucha agua que llevaran los arroyos. Si la imagen fue compartida alguna vez por los tres pueblos, bien pudo dejar de serlo por las rencillas que se daban entre ellos, como ocurrió con la pérdida del culto compartido entre Torrecampo, Santa Eufemia y El Guijo por la Virgen de las Cruces hace alrededor de un siglo, después de numerosos altercados ocurridos entre los vecinos de los tres pueblos a cuenta de la imagen y las celebraciones que la rodeaban, algunos de los cuales nos detalla Esteban Márquez en su libro “Historia de la villa de Torrecampo”. 
            Los vecinos de Pedroche tenían muy cerquita de ellos a la Virgen de Piedrasantas desde tiempo inmemorial (para más información, los detallados estudios de Pérez Peinado). No les hacía falta compartir imagen, santuario y ritos con Pozoblanco y Villanueva de Córdoba, cuyas cofradías siguen discutiendo con poca ocasión que les den. Si alguna vez estuvieron en comunidad con esos dos pueblos vecinos, creyeron más oportuno abandonarla. Luego, alguien se sintió afrentado e inventó esa leyenda infamante, que ya va siendo hora de que desterremos.
19.km ida y vuelta
            El pasado domingo tuvimos la oportunidad nosotros de transitar por el que, de haber resultado cierta la leyenda, bien pudo haber sido el camino por el que los pedrocheños traían y llevaban a la Virgen de Luna. Para ello, dejamos nuestro vehículo antes del amanecer en el centro de Pedroche, cerca de la nueva Biblioteca Municipal, y enfilamos hacia el Sur la calle Castillo y, luego, la calle Torrecampo, cruzamos la carretera de circunvalación frente al cementerio, que aún conserva restos de su pasado conventual, y tomamos el camino asfaltado de los depósitos municipales de agua, que abandonamos unos trescientos metros más adelante por otro de tierra, al que los planos llaman de la Majada de los Hoyos. 
            El invierno está viniendo húmedo y templado y ese día no era una excepción. Aunque no llovía, estaba nublado y no pudimos disfrutar en toda su grandeza ni del amanecer ni de la visión de Pedroche, cuyos colores blancos, marrones y rojos presentaban un tono mate como en un fondo de paspartú sucio. En todo caso, el pueblo se deja de ver pronto. La ruta toma la derecha en la primera bifurcación y sigue por el denominado camino de Pedroche a la Virgen de Luna por lugares bastante altos, de forma que, cuando clarea la dehesa, se puede ver a la derecha, hacia el Oeste, al pueblo de Pozoblanco y a la izquierda, mucho más lejos, al de Villanueva de Córdoba.

           El hecho de que los sitios por los que pasa el camino sean elevados hace que la mayoría de los arroyos nazcan a un lado y a otro del mismo y que sea de muy escaso caudal el único que se cruza antes del punto Panadera, que tiene 685 metros, junto al que nacen hasta seis regatos, todo lo cual hace más inverosímil la leyenda a que nos hemos referido antes. Los arroyos más caudalosos se encuentran más allá del cruce del camino de los Terrajos, en lugares de menos altura. Primero, el arroyo Zarcejo, que atraviesa el cercado de una finca por una valla hecha con unos mayúsculos marranos de granito, similares a los que por esta zona servían para entibar los pozos antiguos. Y más adelante, el arroyo Guadamora, el más caudaloso de los que se hallan en la ruta, aunque corre al otro lado de la carretera de Pozoblanco a Villanueva de Córdoba y nosotros no llegamos a pasarlo.
            Antes de llegar a esta carretera, el caminante se ve obligado a seguir por la plataforma de la antigua vía del ferrocarril que unía Puertollano-San Quintín con Fuente del Arco, transformada ahora en un camino muy ancho que no aparece señalado en los planos del visor del Ministerio de Fomento (Iberpix). Al principio del camino se encuentra una caseta de tren con trazas de apeadero que, por desgracia para el patrimonio monumental de Los Pedroches, vive sus últimos días a la sombra de un eucalipto, como los vivió hasta no hace mucho la caseta que había al principio del camino de Pozoblanco a Dos Torres, que ya sólo es un cuadro de Antonio Pulido en la casa de algún comprador con fortuna. 
            Como los alrededores de la estación es el lugar más bonito que hemos encontrado en nuestra andadura, nos hemos parado junto a ella a comer y a darle unos cuantos apretones a la bota de vino, que andaba necesitada de recarga. Luego, seguimos adelante hasta la villa madre de Los Pedroches, a la que llegamos como una hora y media más tarde.