lunes, 14 de enero de 2013

Algunas vidas sólo duran un curso





“Ni flores ni pájaros” es, esencialmente, una historia de amor que se desarrolla durante un curso académico, cuyos protagonistas son un estudiante de oposiciones y varios estudiantes universitarios que viven en distintos pisos de Córdoba a finales de los años setenta del pasado siglo.  

Dado que –como se dice en el mismo texto– en las historias de amor lo digno de contarse es el principio y el final, la narración se circunscribe casi exclusivamente a los meses de octubre-noviembre y mayo-junio, en tanto que se despacha con unos cuantos renglones la parte media, que sin embargo es la digna de vivirse.

Fue escrita a retazos –de ahí su carácter fragmentario– durante los años 1985 y 1986 y publicada en 1994 por el Ayuntamiento de Pozoblanco como una narración más del volumen “La mujer del lago y otras narraciones” con el título “Fragmentos de un curso”.

“Ni flores ni pájaros” quedó finalista en el año 1987 del premio de novela corta “Ateneo de Valladolid”

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Fragmento
 
XXVII



Los hombres y las mujeres proceden de planetas distintos. Ambos, movidos por una fuerza desconocida, vagaron por el espacio ignorándose y, sin embargo, buscándose. Se encontraron aquí y al verse no se les ocurrió otra cosa que bailar juntos.
 ¿Qué otro pensamiento concebiría una persona con su estado de ánimo? Podía contárselo a Ana, pero estaba seguro que ella no lo comprendería.
– ¿Cuánto hace que no bailamos? –dijo en su lugar.
– Bastante. Tú no eres muy bailón.
– Bailamos. ¿Quieres que bailemos?
– ¿Crees que podría bailar ahora?
– ¿Por qué no? Sólo se trata de moverse un poco.
Andrés pensó: “Todas las gentes que no bailan han sufrido un desengaño amoroso”. Y a cada una de las personas que no bailaban le creó una historia en ese sentido. Aunque cuando se levantaban para bailar, se corregía diciendo: “¿Ves? Y tenían tan pocas ganas como nosotros”. A lo que añadía, cuando dejaban: “No ha sido tan difícil, después de todo”.
– Todas las personas que no bailan han sufrido un desengaño amoroso –dijo.
Ana estaba creando otro tipo de historias.
– ¿Cómo dices?
– Nada. Se me ha escapado un pensamiento.


(Si quieres leer la novela completa, pincha sobre la imagen que hay en la columna de la derecha)