martes, 5 de febrero de 2013

Contabilidad pública y partidos políticos


El Barómetro Global de la Corrupción de Transparency International de 2010 expresa que los partidos políticos son percibidos como la institución más corrupta en todas las partes del mundo y que ocho de cada diez personas consideran a los partidos políticos como corruptos o extremadamente corruptos. Ellos lo saben, pero sólo en algunos países son conscientes de su situación e intentan enmendarlo haciendo leyes que los obligan a controlar mejor sus gastos, a ser más transparentes y a ocupar en la medida justa los organismos públicos. Para ello hace falta tener una altísima conciencia democrática, pues como es conocido nadie tira piedras contra su propio tejado.

No parece el caso de los partidos españoles. La Ley Orgánica de financiación de los partidos políticos, 8/2007, de 4 de julio, en lugar de poner coto a su excesivo gasto de funcionamiento (primordialmente el que supone la publicidad electoral), de controlar su endeudamiento y las sombras que hay sobre su cancelación y de corregir su gran burocratización, en lugar, en fin, de exigirles control, eficiencia y austeridad, aumentó en un 20% las subvenciones ordinarias, que constituyen el capítulo más importante de sus recursos. A cambio, prohibió las donaciones anónimas, que como las nominativas siempre han sido muy escasas. 
 
El Informe del Tribunal del Cuentas de fiscalización de los estados contables de 2006 de los partidos políticos con representación parlamentaria en las Cortes Generales o en las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas, el último publicado en la web correspondiente cuando se redactan estas páginas, pone de manifiesto la existencia de ayudas públicas no previstas por la Ley, la generalizada exclusión de la contabilidad de la actividad económico-financiera de la organización local y de sus grupos municipales, la renegociación y cancelación de operaciones bancarias de crédito en términos oscuros, la exorbitante desproporción entre la financiación pública y los demás ingresos, etc. Y todo sin considerar, pues no aparece en el informe, que hay una cantidad enorme de personal de confianza que, aunque oficialmente trabaja para los representantes políticos en las instituciones públicas, en verdad ocupa la mayor parte de su tiempo en labores de asistencia a los partidos políticos.
 
(Según anuncia la prensa, pues en el momento anteriormente expuesto aún no consta en su web, el Informe del Tribunal del Cuentas de fiscalización de los estados contables de 2007, entregado al Congreso en 2012, los partidos políticos recibieron 281 millones de euros en subvenciones, en tanto que ingresaron por otros conceptos 67,9 millones de euros).

Si no fuera por los informes del Tribunal de Cuentas sobre los partidos políticos (que se publican en el B.O.E.), nada sabríamos sobre su situación interna, por lo que su necesidad es evidente, pero debe apuntarse que los miembros de dicho tribunal son elegidos a partes iguales por el Congreso y el Senado (con la misma proporción y por los mismos órganos se eligen ahora los miembros del Consejo General del Poder Judicial), donde mandan los núcleos duros de los partidos políticos, y que los informes son remitidos a Las Cortes y ahí se quedan, es decir, se remiten a los mismos que están siendo fiscalizados.

En el índice de percepción de la corrupción de 2011 de Transparency International, que encabezan como menos corruptos Nueva Zelanda, Finlandia y Dinamarca, España se presenta en el puesto 31, con una discreta nota de 6,2. Parece una situación acorde con la imagen que ofrecen los partidos, o incluso más alta, dado el escaso aprecio que la clase política tiene entre los españoles. No en vano, los últimos barómetros del CIS sitúan a la clase política, los partidos políticos en el tercer lugar entre las preocupaciones de los encuestados, sólo detrás del paro y los problemas de índole económica.

(Puede leer el libro completo de La Democracia retórica en pdf pinchando sobre la imagen que hay en la columna de la derecha)