sábado, 19 de enero de 2013

Catarsis



            Las noticias son tremendas. La casa está en ruinas. Me refiero a los partidos políticos españoles, en conjunto, y no a este o aquel. No han hecho el mantenimiento necesario y ahora el edificio donde viven no es que esté lleno de desconchaduras o de goteras, es que afecta a lo más profundo de su estructura.

            Durante años han estado señalando las grietas que aparecían en los muros de carga de la casa de al lado mientras tapaban las suyas con los pósteres de sus líderes sonrientes o detrás de los muebles donde estaba la propaganda electoral y los argumentarios con los que se defendían en bloque y alimentaban a su masa de forofos.

            Se han creído su propia mentira y han hecho creer esa mentira a la sociedad, formada fundamentalmente por seguidores sectarios, que siempre encuentran justificación para el vicio propio en el vicio que tienen los otros. Si el ciclista Armstrong gano siete tours dopándose, los partidos han mantenido un sistema de dopaje generalizado con el único fin de ganar las elecciones, y lo peor de todo, como ha confesado el ciclista, es que el grado de corrupción es tal que ya no se creen que estén haciendo trampas.

            Al PP, por ejemplo, le duele ahora lo de Bárcenas, pero hace unos días amparaba a Baltar, el cacique orensano que hacía y deshacía sin el más mínimo escrúpulo legal en la Diputación de Orense, y sigue amparando a Carlos Fabra, un individuo que a las acusaciones de corrupción responde con el chusco argumento de que le ha tocado la lotería varias veces. Y no son los únicos ejemplos que para este partido podrían ponerse, porque nos llegan continuas noticias de otros.

            Ni los del PP son los únicos ejemplos, pues todos los partidos están afectados en mayor o menor medida por los letales efectos de la corrupción. Por eso, harían mal los demás en ensañarse ahora con el PP en lugar de aprovechar esta especie de catarsis colectiva para sacar sus propios trapos sucios a la calle y lavar sus propias miserias.

            Se han “arreglado” tantas goteras colocando cubos debajo del chorro, que ya no es que la clase política española tenga un problema, es que la clase política española es un problema enorme. La clase política, ¡ojo!, no los políticos del partido adversario, que vayan teniéndolo en cuenta todos y se miren al espejo antes de apuntar con el dedo.

            Son todos los que tienen que pedir perdón, limpiar su casa y empezar de nuevo. Los ciudadanos, por mal que empleemos nuestro voto y sectarios que seamos, no nos merecemos a los dirigentes políticos que tenemos.