miércoles, 18 de junio de 2025

0. Saint-Jean-Pied-de-Port o La vuelta al Camino

 «¿A ti te gusta eso?». Un amigo me lo dijo así, añadiendo un gesto de extrañeza, dos días antes de irme, y yo no supe qué contestarle exactamente. ¿Me gustaba? ¿A qué puede llamarse gustar? ¿A lo placentero? Entonces, no me gustaba, porque no iba a sacar placer alguno en ello. No, a la manera que él había disfrutado haciendo algunos tramos del Camino de Santiago en años distintos, con familiares o amigos, con la ayuda de un coche auxiliar, parándose cuando le apetecía y donde le apetecía a tomarse un refrigerio y haciendo una intensa vida social al terminar cada etapa.

Yo iba solo y de una forma un tanto peculiar que no incluía el disfrute. ¿El placer, el disfrute? He visto a mucha gente de Corea, de Australia, de EEUU y de otros sitios lejanos haciendo cada día, solos y cargando con una mochila enorme, una pila de kilómetros con el único objetivo de llegar a su punto de destino, donde los esperaba el suelo o una litera en una habitación compartida y el futuro de un día igual. ¿Qué placer puede haber en ello? ¿Es la satisfacción igual a lo placentero? No lo es, evidentemente, pero resulta difícil de explicar.

A los novelistas nos piden con frecuencia que expliquemos nuestros libros. En las presentaciones, en las entrevistas, en las conversaciones más diversas. A mí me resulta difícil explicar lo que escribo porque lo que escribo es la explicación. Y como veo que esto requiere una apostilla, doy la secuencia de los hechos que hay en toda producción literaria (en toda creación, en realidad): en primer lugar está la realidad, esa en la que vivimos todos, con sus emociones y sus sentimientos, que es la base de toda narración. En segundo lugar, los libros de ficción que se escriben, que explican figuradamente cómo es la realidad, como la explica el Quijote, por ejemplo. Y en tercer lugar está el mundo de los lectores, en el que se incluyen los comentaristas y los críticos. De ese modo, si Cervantes viviera y un periodista le pidiera una explicación sobre su libro, probablemente le contestaría que la explicación es el libro, y que lo leyera y sacara sus propias consecuencias, pues todo lo que él dijera de viva voz distorsionaría lo que de una forma mucho más meditada había querido decir escribiendo.

A mí me resulta difícil explicar por qué volví al Camino de Santiago, pero me propongo escribir una entrada de cada una de las doce etapas que he hecho. Así que si el paciente lector de esta página quiere saber los porqués tendrá que sacar sus propias consecuencias leyéndolas.

Algunas consideraciones previas son necesarias, sin embargo. Yo había hecho el Camino entre Burgos y Santiago hacía siete años. Quinientos cinco kilómetros en total, según me certificaron en la Oficina del Peregrino. Lo hice solo, por mi cuenta y de seguido, alojándome en albergues y hostales, nunca en habitación compartida (sí con baño compartido en ocasiones) y sin el peso de la mochila principal, que me llevó Correos. En esta ocasión, con 66 años cumplidos, mi intención era hacer la parte del Camino Francés que me faltaba, esto es, desde Saint-Jean-Pied-de-Port a Burgos. Doce etapas en total. Lo quería hacer solo, pero de una manera más cómoda, así que le pedí presupuesto a varias de las empresas que prestan ese servicio, que te lo dan todo organizado, de manera que tú solo tienes que preocuparte de caminar. El caso es que todos los presupuestos que me mandaron se iban más allá de lo que yo quería gastarme.

Por eso cambié el plan. Lo he hecho por mi cuenta, pero con dos bases principales, una en Pamplona (una residencia de estudiantes) y otra en Santo Domingo de la Calzada (un piso pequeño), desde las que me he movido con mi coche o en autobús a los lugares de partida y de llegada. El día que hice Saint-Jean/Roncesvalles, por ejemplo, fui a Roncesvalles en mi coche (una hora) y en Roncesvalles tomé el autobús de ALSA que me llevó a Saint-Jean (45 minutos), donde empecé la etapa. La vuelta de Roncesvalles a Pamplona la hice en mi coche. Eso me ha ocasionado pérdidas y ganancias de información, que el lector apreciará a medida que lea los capítulos que siguen.

Mi fuente de información principal ha sido la página web de «Gronze». Para cualquier Camino de Santiago (Francés, Norte, Mozárabe, etc.), esa página es fundamental, pues tiene toda clase de información. Gronze, además, dispone de una app (que yo me descargué) con geolocalización, de manera que te señala sin error alguno el lugar dónde estás y el trazado del camino a seguir. Para geolocalizarme, también, he contado con mi reloj, el cual me ha computado un total de 295,72 kilómetros, y con la experiencia de usuarios de Wikiloc que han realizado los trazados antes que yo. Eso me ha sido imprescindible cuando, como en las dos últimas etapas, me he salido de los trazados «oficiales».

Los lectores que me conocen ya saben lo que pueden esperar de lo que viene. Hay ahí mucha introspección y, como dirían algunos de mis amigos, mucha divagación. A uno se le va el santo al cielo cuando va solo y se le va la mano cuando escribe, pero quienes han caminado conmigo pueden atestiguar que todo cuanto pongo como real es cierto. Luego está la tendencia literaria a embellecer la obra y el postureo que anida en casi todos los artistas, al que yo en modo alguno soy ajeno. No esperen, pues, muchos detalles de los trazados, salvo que el trazado ayude al plano más personal y literario. Para eso ya están otras páginas, como las mencionadas Gronze o Wikiloc.

Hice el Camino entre los días 26 de mayo y 7 de junio, con un día de mudanza de Pamplona a Santo Domingo de la Calzada. En esos días, no escribí nada, pero tomé notas, hice fotos y grabé algunos audios. En base a todo eso y a las huellas que mis vivencias han dejado en mi memoria he escrito las entradas que siguen a esta. No hay nada especial en ellas, pues nada de especial hay en mí ni en lo que yo he hecho, pero me gusta pensar que lo que he escrito le ha ayudado a alguien a sonreír y a reflexionar un poco. 

Ah, y me he gastado más o menos la mitad de lo que me presupuestaron las empresas de gestión.