De Conquista al Navalengua
El término municipal de Torrecampo es mucho más largo de Este a
Oeste que de Norte a Sur. De hecho, por el Oeste llega hasta el mismo casco
urbano de El Guijo, al que rodea siguiendo su circunvalación, de modo que los
depósitos de agua de esa villa están dentro del término de Torrecampo. Por el
Este, llega hasta poco más de dos kilómetros de Conquista, villa que tiene una
ermita dedicada a San Gregorio (protector contra la plaga de la langosta) tan
cerca del término de Torrecampo que el Ayuntamiento de Conquista ha debido
pedir autorización al de Torrecampo para construir recientemente unos servicios
adscritos al uso de la ermita, pues se hallan dentro del término de este
último.
Digo todo esto para justificar que, aunque llevo más
de media vida trabajando en Torrecampo, no había tenido noticias de la
existencia en su término de una presa construida cerca de Conquista con el fin
de generar la electricidad necesaria para la explotación de una mina que fue
abandonada hace muchos años.
Desde que la Confederación Hidrográfica del Guadiana se
puso en contacto con el Ayuntamiento de Torrecampo para solventar algunos
trámites administrativos relacionados con dicha presa, han sido varias las
veces que he visitado el paraje donde se encuentra, y todas ellas me ha
parecido digno de contarse lo que he visto y lo que he sentido.
Para hacer partícipes a mis compañeros de marcha de
algunas de estas emociones, les propuse como ruta para el domingo pasado una
que discurría por este hermoso lugar, y la tracé de manera que yo mismo pudiera
ver algunos territorios nuevos.
Salimos de Pozoblanco a las 7:30, o quizá un poco más
tarde, y viajamos hacia Villanueva de Córdoba contemplando de frente el cielo absolutamente
incendiado que el sol, todavía oculto, avivaba sobre varias líneas de nubes mansas.
En Conquista, poco después, aparcamos el coche frente a un solar que aún
conserva en el muro que lo circunda la puerta de la edificación que lo ocupó, con
unas jambas y un dintel de granito de carácter monumental. Conquista (como Torrecampo,
como El Guijo y como la mayoría de los pueblos de Los Pedroches) no ha contado
tradicionalmente ni con un clero rico ni con grandes potentados, por lo que ni
hubo ni hay grandes edificios y los signos de distinción de su clase más elevada
se limitan a elementos arquitectónicos como estos, que ahora su ayuntamiento protege
con buen criterio.
En Conquista, tomamos la carretera de La Garganta, hacia
el Norte, por la que circulan muy pocos vehículos (nosotros, de hecho, no vimos
ninguno). La vía deja a la izquierda unas paredes enormes de piedra de
granito y luego, tras dejar el cementerio municipal a la derecha, baja suavemente
de cota en dirección al río Guadalmez, teniendo siempre a la vista la sierra de
La Garganta, cuyos puntos más altos sobrepasan los mil metros. El paisaje es
sumamente idílico, casi de canción pastoril, con sus ovejas y sus borregos, sus
casitas de teja roja, sus prados de un verde chillón, sus retamas, sus encinas
(que ahora tienen muchas hojas nuevas), sus bellotas y su soledad, sobre todo,
su soledad.
Al cabo de un kilómetro y medio, nos desviamos a la
izquierda, hacia el Oeste, en un punto en el que un cartel señala una ruta de
senderismo y otro un edificio público religioso. Uno de ellos, que tiene el
logotipo de la Junta de Andalucía, dice: “Ruta de Navagrande”. Y el otro: “Ermita
de San Gregorio. 2,5”. (Tanto nivel de detalle tiene un porqué en esta crónica,
como luego veremos).
A unos cuantos metros de la desviación, dejamos a la
izquierda unas minas de bismuto abandonadas que debieron de tener cierta
relevancia, a tenor de lo majestuoso del edificio (cuyo uso desconozco) que emerge
entre el bosquecillo de eucaliptos que llega hasta el sendero.
Poco antes de los dos kilómetros y medio que rezaba el cartel,
el camino que traíamos se cruza con otro que va de Norte a Sur y que tiene en
dirección Sur, a poco más de doscientos metros, la mencionada ermita de San
Segrorio. Pero hete aquí que el camino está cortado en el mismo cruce con unas placas
de chapa. Es cierto que las placas se apoyan una contra otra y se pueden
apartar, lo que permite el paso de los caminantes, pero no deja de ser menos
cierto que están colocadas sobre un camino público, de los más “públicos” que
uno pueda imaginarse, y público quiere decir para que todo el mundo pase (vecinos
de Conquista, españoles y extranjeros), andando, en bicicleta, en coche o como a
cada cual le dé la gana, sin tener que molestarse en abrir y sin hacerse
responsable de si ha cerrado bien o no, de si los animales se han escapado, o
de si han provocado un accidente.
La ermita de San Gregorio es pequeña, pero conserva la
gracia de la sencillez y las vistas son espectaculares. Se halla a la vera del
camino que hace frontera con el término de Torrecampo, de manera que la romería
y la fiesta que la rodea se celebran en ambos términos municipales, Conquista y
Torrecampo. La ruta de Navagrande continúa por este camino hasta Conquista. Nosotros
nos hemos vuelto al cruce y hemos seguido por el que traíamos, hacia el Oeste,
ya en el término municipal de Torrecampo, que se halla cortado más adelante por
dos veces, una con unos portones con candado y otra con una malla de alambre.
Al llegar al camino Real de Villanueva de Córdoba a La
Mancha, nos hemos dirigido hacia el Sur. Para llegar al pantano de Navalengua hay que girar
al Oeste dos kilómetros más adelante. Entonces, enseguida, el caminante se
topará con un paisaje propio de Almería, o incluso de Arizona, que ha sido provocado
por la extracción de áridos y la posterior erosión del agua.
La tierra que han perdido estos altozanos ha ido a parar
al pantano del Navalengua, donde se han sedimentado, provocando el colmatado de
la parte media de la vaguada. En ese sitio, han crecido numerosas plantas acuáticas,
algunas de ellas de especies invasoras, entre las que en determinadas épocas
del año pueden verse a cientos de patos, varias parejas de cigüeñas negras y
otras muchas especies de aves relacionadas con el agua.
Desde el dique, por cuyo rebosadero caía el agua con
estrépito, hasta la cola, el pantano tiene cerca de un kilómetro.
Nosotros hemos recorrido casi en su totalidad su orilla Este, nos hemos sentado
a comer a su vera y, totalmente reparados, nos hemos vuelto a Conquista por el
camino de la Posada del Pastor.