La financiación fraudulenta
Los impuestos
no los pagan los Estados, ni las naciones, ni los pueblos, los impuestos los
pagan los ciudadanos. Como muchos impuestos son directos, y los impuestos
directos tienen un carácter progresivo, pagan más impuestos los que más ganan.
De manera que no es cierto que paguen más impuestos los catalanes que los
andaluces, pongo por ejemplo, sino que muchos ciudadanos de Cataluña pagarán más
impuestos que muchos ciudadanos de Andalucía, tanto como que habrá
muchos ciudadanos de Andalucía que pagarán más impuestos que muchos ciudadanos
de Cataluña. Yo, por ejemplo, pago más impuestos que la media de los ciudadanos
de Cataluña, y soy andaluz.
Por
eso, no se puede decir, como ha dicho Francesc Homs, portavoz de la Generalitat,
que el dinero que pedirán al Estado "es un dinero que es de los propios
catalanes, que pagamos con nuestros impuestos", porque ese dinero lo hemos
puesto todos los españoles (los catalanes también), entre ellos yo.
Como
el dinero lo ponemos todos los ciudadanos, esto es, la sociedad, resulta
desalentador que la mayoría de las instituciones públicas se financien de forma
fraudulenta retrasando los pagos a los proveedores, a las instituciones con las
que tienen conciertos y a los profesionales que les prestan servicios, es
decir, retrasando los pagos a la sociedad a la que sirven, y no sean capaces de
retrasar ni un minuto los vencimientos de la deuda pública.
Esos
proveedores, esas instituciones concertadas y esos profesionales tienen que
seguir viviendo y, para ello, deben acudir a los bancos, quienes, lógicamente,
les exigirán un interés a cambio. O deben cerrar, así de duro y así de claro.
Ese es el
servicio que le prestan a la sociedad las instituciones públicas que gastan más
de lo que pueden. ¿Por qué no son ellas las que piden los préstamos para estar
al corriente en el cumplimiento de sus obligaciones? ¿Por
qué todas las comunidades autónomas no acuden cuanto antes al fondo de rescate
estatal para pagarle a sus suministradores, a las instituciones con las que tienen
conciertos y a los profesionales que no cobran sus facturas? ¿Por qué muchos dirigentes públicos nos
están ocultando la verdad de lo que deben las instituciones que administran?
¿Por
qué los ciudadanos seguimos sin considerar que las instituciones públicas son
como una casa y que un dirigente público, como un buen padre de familia, no debe
prometer ni gastar más de lo que puede, ni siquiera para el bienestar de sus hijos?