miércoles, 29 de agosto de 2012

La financiación fraudulenta



 

Los impuestos no los pagan los Estados, ni las naciones, ni los pueblos, los impuestos los pagan los ciudadanos. Como muchos impuestos son directos, y los impuestos directos tienen un carácter progresivo, pagan más impuestos los que más ganan. De manera que no es cierto que paguen más impuestos los catalanes que los andaluces, pongo por ejemplo, sino que muchos ciudadanos de Cataluña pagarán más impuestos que muchos ciudadanos de Andalucía, tanto como que habrá muchos ciudadanos de Andalucía que pagarán más impuestos que muchos ciudadanos de Cataluña. Yo, por ejemplo, pago más impuestos que la media de los ciudadanos de Cataluña, y soy andaluz.

                Por eso, no se puede decir, como ha dicho Francesc Homs, portavoz de la Generalitat, que el dinero que pedirán al Estado "es un dinero que es de los propios catalanes, que pagamos con nuestros impuestos", porque ese dinero lo hemos puesto todos los españoles (los catalanes también), entre ellos yo.

                Como el dinero lo ponemos todos los ciudadanos, esto es, la sociedad, resulta desalentador que la mayoría de las instituciones públicas se financien de forma fraudulenta retrasando los pagos a los proveedores, a las instituciones con las que tienen conciertos y a los profesionales que les prestan servicios, es decir, retrasando los pagos a la sociedad a la que sirven, y no sean capaces de retrasar ni un minuto los vencimientos de la deuda pública.

                Esos proveedores, esas instituciones concertadas y esos profesionales tienen que seguir viviendo y, para ello, deben acudir a los bancos, quienes, lógicamente, les exigirán un interés a cambio. O deben cerrar, así de duro y así de claro.

Ese es el servicio que le prestan a la sociedad las instituciones públicas que gastan más de lo que pueden. ¿Por qué no son ellas las que piden los préstamos para estar al corriente en el cumplimiento de sus obligaciones? ¿Por qué todas las comunidades autónomas no acuden cuanto antes al fondo de rescate estatal para pagarle a sus suministradores, a las instituciones con las que tienen conciertos y a los profesionales que no cobran sus facturas? ¿Por qué muchos dirigentes públicos nos están ocultando la verdad de lo que deben las instituciones que administran?

                ¿Por qué los ciudadanos seguimos sin considerar que las instituciones públicas son como una casa y que un dirigente público, como un buen padre de familia, no debe prometer ni gastar más de lo que puede, ni siquiera para el bienestar de sus hijos?