jueves, 16 de agosto de 2012

Los ricos


 

Lo lógico es que una persona que trabaja doce horas tenga más dinero que una que trabaja sólo dos y que una que pone en juego su fortuna y la de su familia gane más dinero que una que no pone en juego nada. Lo lógico es que el que trabaja diez horas en vez de dos y pone en juego su fortuna en lugar de no jugarse nada necesite más tarde ayuda, trabajadores, a los que pagará un sueldo, con el que estos podrán mantener a su familia. Y lo lógico es que, si las cosas van bien, el hombre que trabaja y arriesga acabe teniendo una gran empresa y ganando mucho dinero.

Un país con mucha gente que trabaja y arriesga es, finalmente, un país con muchos ricos, pero también con muchos trabajadores por cuenta ajena que se ganan un sueldo.

Si España fuera un país con muchos ricos, el Estado recaudaría más tributos, y no sólo de los ricos, sino de todos los trabajadores, y se gastaría menos, pues tendría que pagar menos subsidio por desempleo. Pero España es un país con pocos ricos y, por ello, con mucho desempleo.

Hay quien considera que no basta con fijar derechos para los trabajadores que los dignifiquen e impidan el abuso de los empresarios; ni basta con establecer impuestos directos progresivos, a fin de que los que más ganan paguen más que lo que ganan menos; ni basta con asegurar derechos iguales para todos los ciudadanos, a fin de que todos ellos, independientemente  de su capacidad adquisitiva, tengan acceso a los mismos servicios; ni basta con precisar derechos igualitarios, que den más a los que menos tienen. Incluso hoy, hay quien considera que todos somos iguales siempre, trabajemos lo que trabajemos y arriesguemos lo que arriesguemos, y que lo que hay es que acabar con los ricos, con todos los ricos, con los ricos que han conseguido su fortuna por medios fraudulentos y con los que la han conseguido honradamente y con mucho sacrificio.

Detrás de esa justicia revolucionaria que quiere que todos seamos iguales al final, hayamos hecho lo que hayamos hecho por el camino, hay mucha pobreza intelectual y mucha envidia. En lugar de perseguir el fraude, el incumplimiento de las leyes y la corrupción, vengan de donde vengan, hay quien sólo piensa en perseguir a los ricos, aunque sean honrados y trabajadores. Los que así opinan no me parecen muy de fiar y son un peligro para la riqueza de la sociedad.