Bandoleros no tan romáticos
El alcalde de
Marinaleda y diputado regional de IU, Juan Manuel Sánchez Gordillo, ha
liderado, sin participar de forma material, el asalto a un Mercadona de Écija
(Sevilla), en el que unos 200 militantes del Sindicato Andaluz de Trabajadores se
llevaron diez carros de alimentos de primera necesidad como aceite, azúcar,
arroz, pasta, leche, galletas y legumbres para un comedor social de la capital
hispalense.
Acabo de oír
en Punto Radio a Gaspar Llamazares justificando el acto antes citado como un
acto simbólico y con argumentos en los ha citado a Bankia, a la amnistía fiscal
y, en general, a lo mal que lo está pasando una buena parte de la sociedad.
Las citas del
Sr. Llamazares son perfectamente válidas y todas ellas se basan en criterios de
justicia social o, simplemente, de justicia. Pero no parece que sean
equiparables a aquellos por los que nos caen tan bien los bandoleros
románticos.
De hecho, ha
habido otra actuación de trabajadores, la de los propios empleados del
supermercado, que se enfrentaron a los asaltantes, y de los que el señor
Llamazares no se ha acordado, aunque también es simbólica su actitud. Estos
trabajadores no sólo defendían su puesto de trabajo, también defendían el orden
democrático, ese en el que todos nosotros nos movemos, el mismo orden que nos
garantiza que mañana no van a asaltar nuestras casas para llevar lo que haya en
nuestros frigoríficos a una institución de caridad o no van a “expropiar”
nuestro coche para dárselo a un comité de salvación nacional.
El poder no
está ahora en manos de los terratenientes, sino de los representantes del
pueblo, entre los que se encuentran el Sr. Sánchez Gordillo y el Sr.
Llamazares, representantes que si quieren pueden hacer caer todo el peso de la
Ley sobre los defraudadores y los corruptos y aplicar con el Presupuesto los
criterios de justicia que estimen conveniente.
IU no manda en
el Parlamento español porque los españoles no han querido, pero sí manda en el Parlamento
y en el Gobierno andaluz, donde tienen tajo más que suficiente para aplicar
criterios de justicia. Sería bueno que los representantes del pueblo dejaran en
paz los supermercados y las calles y trabajaran donde tienen que trabajar.
Después de todo, la mayoría de los trabajadores no queremos que otros
trabajadores asalten el lugar donde trabajamos.