sábado, 19 de abril de 2025

El cementerio de Traslarena

La playa de las Teresitas, en San Andrés, es la única de arenas blancas de Tenerife (islas Canarias, España), que fueron traídas desde el Sahara con escorpiones incluidos, según nos dijo ahora no recuerdo qué guía. La playa, que está protegida por dos espigones y un gran rompeolas, tiene una rocambolesca historia de corrupción detrás y, para lo que interesa a esta historia, conserva un pequeño cementerio, el de Traslarena, que es un símbolo de la lucha vecinal contra el desarrollismo turístico y podría ser, en aquel territorio de solaz y diversión, como un grano inmundo en el cuerpo de un bañista joven y hermoso, pero no, no lo es, sino al contrario.

El cementerio, de unos sesenta metros de largo por unos cuarenta de ancho, tiene una tapia baja que permite observar su interior, de modo que a cualquiera que pase por allí le es permitido ver que las tumbas son pequeñas y casi iguales, de muertos de una comunidad humilde, y que sus lápidas y sus cruces de mármol blanco o hierro oxidado forman hileras contrahechas, en un terreno de color ceniciento en el que hay unos cuantos árboles, unos cuantos arbustos verdes, redondeados, y algunas briznas de hierba seca.

Junto a la tapia que da al noreste, el cementerio tiene una capilla rodeada de vallas amarillas que protegen a los visitantes de lo que pueda caerles encima, porque la capilla está en ruinas, y tiene, también, un gran cartel publicitario, que aunque esté apoyado fuera, da directamente al cementerio, como si estuviera vendiendo su producto a los muertos o como si –mejor– le estuviera recordando a los muertos que pueden levantarse cuando quieran e ir a tomarse un «arrossito melosso» a El Caracol Beach Club nº 8, el último, que solo está a un kilómetro y tiene aparcamiento libre.



No sé lo vivos que ven el cartel por encima de la tapia, pero los muertos, por lo que he podido comprobar, no le hacen mucho caso al anuncio. Los muertos prefieren el descanso, como esos turistas extranjeros que se tumban al sol en la playa que está al lado y dejan hacer al tiempo. Que no sean ellos, sino el tiempo el que trabaje moviendo lentamente al sol, moviendo algo más perceptiblemente el mar para que levante olas pequeñas, moviendo el aire hasta que se convierta en brisa y desmoronando mucho más perezosamente las piedras, las del cementerio incluidas.

Aquí, los muertos y los vivos más listos tienen los mismos intereses y, bien pensado, estos vivos que veo a mi derecha no actúan muy diferentemente de los muertos que tengo a mi izquierda. Unos al sol y otros bajo tierra, eso sí, pero hermanados y a un paso, tanto en el espacio como en el tiempo.

Los vivos tienen que comer, arrossito melosso u otra cosa. Y que beber. Al menos los vivos como nosotros, que ni somos extranjeros ni tenemos demasiado interés en dejar hacer al tiempo, al menos hoy, al menos todavía. En la playa hay varios chiringuitos. Desde la mesa que ocupamos en uno de ellos, mientras tomamos un vermut o una cerveza bien fría, vemos el océano en movimiento leve, la playa con sus turistas al sol y el cementerio de Traslarena, con su anuncio y sus muertos.





viernes, 4 de abril de 2025

El orbe encanallado

 

«Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila, cuando todo a tu lado es cabeza perdida», empieza un poema de Kipling («Si») que tuve en el cajón de mi despacho en el ayuntamiento hasta que me jubilé, y leía de vez en cuando. Me infundía serenidad, seguridad, calma. Alguien había sentido lo que yo y lo había pensado. Alguien había meditado sobre eso y lo había expresado como nadie: a nuestro alrededor existe el barullo, el ruido, el caos, pero no tiene por qué existir el barullo y el ruido en nuestra mente. Es más, si nuestra mente se mantiene serena, tal vez podamos influir sobre el caos de nuestro alrededor, donde viven nuestros familiares, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo, donde viven, en fin, las personas que más queremos. Donde está ese medioambiente que podemos modificar para mejor o para peor. Si es para mejor, generando equilibrio y alegría, optimismo, sin que ellos se den cuenta («Si todos te reclaman y ninguno te precisa», dice el poema. «Si eres bueno, y no finges ser mejor de lo que eres; si al hablar no exageras lo que sabes y quieres»).

Lo he leído hoy, después de leer la prensa, que habla de un orbe encanallado. Nos abruman las malas noticias. El mundo es pequeño y está regido por dictadores y demagogos. El pueblo (aquí, allá, en casi todas partes) es retraído y blando y se deja embaucar por los más charlatanes, por los más nacionalistas, por los más farsantes, por los que más le prometen a cambio de menos esfuerzo, aunque sea lo contrario de lo que le prometieron antes, como en cualquier estafa, como en el timo de la estampita o en el del tocomocho, por ejemplo.

El miedo se apodera de nosotros. Yo creo que sin razón, pero el miedo es la emoción que más influye en las vidas de las personas y de los pueblos. Nos quieren torpes, pesimistas, tristes y con miedo. Sobre todo con miedo. Lo dice alguien que oyó a su padre decir muchas veces que «el miedo guarda la viña». Hoy, más que nunca, esa «viña» es el pensamiento, tu pensamiento y el mío. El miedo guarda el pensamiento, lo mantiene dentro del redil, como lo mantienen las fes y las ideologías que nos esclavizan. El redil es el sitio más seguro porque afuera está el enemigo. El enemigo es el lobo y son los otros, los del otro rebaño, que, según nos dicen, a veces son peores que el lobo aunque en esencia sean como nosotros, aunque sean tan personas y tan hijos de Dios como nosotros. Adentro somos rebaño y nos movemos a las órdenes de un pastor, un líder que nos dice lo que tenemos que hacer con voces urgentes o a pedradas, casi siempre con la ayuda de unos cuantos perros, a cual más fiel por inteligente que sea y por bien que se exprese.

«Si logras que se sepa la Verdad que has hablado, a pesar del sofisma del Orbe encanallado», dice el poema. Ese orbe es el mundo pero es, sobre todo, tu mundo. Aquel en el que puedes influir. Solo ahí puede tu verdad resultar provechosa. («Si tienes en ti mismo una fe que te niegan, y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan»). Solo ahí puede puedes ser sal, luz, una referencia armónica, alguien al que mirar cuando todos discuten atolondradamente o titubean.

Nadie dice que sea fácil. Ni siquiera que sea satisfactorio. ¿No son más felices los estúpidos con sus certezas que los sabios con sus dudas? ¿No lo son más los borregos con su alimento asegurado que los linces, que deben proveerse de alimento con su esfuerzo? No será más fácil ni más satisfactorio, pero «todo lo de esta tierra será de tu dominio, y mucho más: serás hombre, hijo mío», dice el poema.



*Para acceder al poema, pincha sobre la imagen


sábado, 8 de marzo de 2025

La sábana que cubre el cuerpo de mi mujer

 

Hoy, que es el día de la mujer, me he acordado de esas mujeres que sufren la discriminación de los suyos y de nosotros.

La sufren de los suyos por ser mujeres y de nosotros por ser mujeres, por ser musulmanas, por ser extranjeras y por ser pobres, sobre todo por ser pobres.

Y me he acordado de ese pacto ignominioso con Junts per Catalunya por el que se pretende mantener el Gobierno (que siempre es lo accesorio, el medio) a cambio de ceder en los principios (lo fundamental, el fin).

¿Habrá quien justifique ahora esa forma de actuar, cuando antes la denigraba? ¿Habrá quien cegado por las consignas más sectarias la justifique?



jueves, 6 de marzo de 2025

Los negocios del dinosaurio

 

La cosa acabará mal. Siempre ocurre en esos casos, cuando uno impone y los otros se ven obligados a firmar. Acabará mal para el que impone. Y para los que lo siguen solo porque es el más fuerte. Acabará mal para Estados Unidos y para quienes se han arrimado a la sombra de su presidente y le ríen las gracias, quizá pensando que en el futuro podrán sacar provecho de ese apoyo. Y acabará mal para los ciudadanos de EEUU, quizá especialmente mal para aquellos que creyeron seguridad en sí mismo lo que no era sino estupidez y lo votaron.

Donald Trump es el típico gigante torpe que no sabe gestionar su fuerza, al que todo el mundo teme pero casi nadie respeta. Y el miedo no genera en el otro más que sensación de injusticia y resentimiento, rabia, un sentimiento larvado dispuesto a ponerse en marcha a la menor sensación de debilidad del poderoso.

Si Ucrania, si Méjico, si Canadá, si China, si la Unión Europea y si otros muchos acaban llegando a acuerdos con EEUU solo porque Trump los impone, a EEUU quizá le vaya bien al principio, quizá, pero le irá mal no tardando mucho, porque los acuerdos hay que cumplirlos y nadie cumple bien un acuerdo en el que sale manifiestamente perdiendo mientras el otro sale manifiestamente ganando.

Un acuerdo equilibrado es la clave para que ambas partes se sientan satisfechas y comprometidas con lo pactado y, además, suele ser la mejor garantía para que se cumpla sin problemas. ¿Firmaría Donald Trump los acuerdos que está imponiendo a unos y a otros? ¿A que no? Pues eso.



sábado, 22 de febrero de 2025

Integración/asimilación

 

Ahora que en uno de esos movimientos pendulares con que se mueve la historia el mundo gira hacia la antiglobalización, yo me he acordado de aquella secuencia de La guerra de las galaxias en la que Luke y Obi-Wan van a la cantina de Mos Eisley, un local de mala reputación en la que hay un montón de extraños seres de la galaxia alternando de distinta forma, mientras una banda ameniza el ambiente con una música pegadiza. He dicho seres extraños y por extraños debe entenderse humanos y alienígenas de diferente procedencia, que, sin embargo, comparten no solo el gusto por la música, sino unos intereses en virtud de los cuales están en el mismo lugar al mismo tiempo, sabedores de que, en el fondo, han tenido un origen similar y tendrán el mismo destino.

El mundo va ahí, a eso, de modo que en el futuro todo será una especie de cantina de Mos Eisley en la que conviviremos hombres y mujeres, negros y blancos, creyentes y ateos, cristianos y musulmanes…, aunque ahora a unos les parezca que los otros son alienígenas que proceden de otro planeta y en ese planeta deben quedarse.

El mundo será mestizo y multicultural, cada una de las partes del mundo lo será, aunque unas tarden más y otras tarden menos en admitirlo. Por multicultural debe entenderse integrador, no asimilador. La diferencia es importante porque muchas veces exigimos a los inmigrantes que se integren, cuando lo que les estamos pidiendo es que se asimilen.

La integración implica que los grupos minoritarios participen en la sociedad mayoritaria sin perder su identidad cultural, lingüística y religiosa. Se basa en la convivencia y el respeto e incluye la preservación de costumbres y tradiciones y la adaptación mutua. La asimilación, en cambio, implica que los miembros de las minorías adopten la cultura dominante, lo que puede llevar a la desaparición de su idioma, sus costumbres y sus tradiciones.

El mundo del futuro será integrador. Lo será después de mucho sufrimiento. Tal vez ocurra como con las guerras de religión que sacudieron Europa durante casi dos siglos después de la Reforma protestante. Entonces, la razón (la fe, en realidad) no admitía transacciones y los muertos se contaron por millones y millones. De hecho, la idea de la integración al final del camino puede resultar en exceso optimista, incluso una quimera, pero lo mismo debió de parecerle a los católicos que luchaban contra los luteranos, esos seres diabólicos que representaban una amenaza religiosa, política y social. Y por idénticos motivos debió parecerle a los luteranos que luchaban contra los católicos. Y a los calvinistas, y a los hugonotes, y a los anglicanos…

Ahora, viendo en los telediarios ese afán por lo identitario, por lo puro, esa codicia por lo exclusivo que une a los que priorizan la tribu y el terruño de lo nuestro (por grande que sea) frente a la patria de todos los hombres y todas las mujeres, ahora, decía, esa idea puede parecer de imposible cumplimiento, pero la realidad es que ya nos estamos encaminando hacia ella, por un camino de minas y abrojos, dos pasos adelante y uno atrás, sin dirección casi siempre, sin saberlo, pero hacia esa meta ineludible. Porque está en la naturaleza de las cosas y porque ya hemos visto en los libros de Historia que todas las islas acaban ocupándose, que todas las fronteras acaban derrumbándose, que todos los imperios acaban desapareciendo, que todas las ideas gloriosas acaban siendo una más y que hasta las fes más intolerantes acaban respetando a las otras o desapareciendo.



martes, 11 de febrero de 2025

Una obra de arte

 

El artista crea una obra y, luego, el público la percibe y la adapta a él, y la completa con su propia forma de entenderla.

Así que la relación es del artista con su obra y de la obra con el público. No lo es, por tanto, del artista con el público. Eso se ve claro cuando vemos las pinturas de Altamira, o cuando leemos La Odisea, pero no se ve tan claro cuando conocemos al autor y este nos explica la obra, nos la presenta una y mil veces por aquí y por allá, habla de ella en la radio, en la tele, en los periódicos, habla de ella y de él, a la vez, explicándonos el cómo y el porqué de ambos, ligando la obra a sus propias emociones y a su manera de pensar. Entonces, el público puede complementar la obra tanto con sus emociones como con lo que le llega directamente del autor.

Y el autor puede ser una cosa y su obra, otra. Una obra extraordinaria es producto de un genio extraordinario. Y un genio extraordinario no tiene por qué ser una buena persona. Puede incluso ser una mala persona.

No sabemos cómo fue Homero, por ejemplo, ni siquiera si existió realmente. Quizá Homero fuera un asesino, o un ser deleznable. Quizá lo fueran Mirón y Sófocles. Y el arquitecto del Partenón, y los pintores de Altamira. Ni sabemos muy bien cómo fueron Cervantes y Shakespeare.

Y no conocemos qué explicación les dieron a sus obras. Sus obras están ahí y ya está porque son artistas del pasado. Sus obras son independientes de ellos y no tienen de sus autores más que las consecuencias de su genio creador. Sus obras son, en fin, la razón primera y última. La única. Como debería ser siempre. Pues no corresponde al arte dar respuestas, sino mover a la emoción y al pensamiento del observador, hacer preguntas. Preguntas que tienen respuestas variadas o, dicho de otra forma, que no tienen respuesta. O, en todo caso, que tienen respuestas personales, las que cada uno les da cuando metaboliza la obra.

Si fueran obras del presente, casi con toda seguridad tendrían sus creadores que buscarse financiación. Un productor. Alguien que se jugara el dinero por ellos. Y entonces ese produdor les pondrían condiciones relacionadas con la forma en que se amortiza la inversión. Les diría cómo tendría que ser la obra, por ejemplo, para que contara con las bendiciones del gran público. Y con total seguridad les diría que hicieran campañas de promoción de la obra y de ellos mismos.

Al productor le vendría muy bien que el artista ya fuera conocido. Es más, el productor probablemente no habría apostado por un artista desconocido. O habría montado un concurso para dar a conocer aún más a un artista conocido o, más raramente, para dar a conocer a un artista desconocido.

Y el artista, por su parte, habría hecho todo lo posible por dar a conocer su obra y por darse a conocer él. Por vanidad y porque, aunque ya se ha dicho aquí que la obra es independiente de su autor, al público no se lo parece así. El público tiende a identificar al autor con su obra. Si una obra es genial, el artista parece genial en todos los sentidos, no solo en el artístico. Ya no solo es un modelo como artista, sino un referente como persona. Los publicistas del productor lo saben y promocionan a la vez la obra y el artista, al que le buscan cantidad de entrevistas personales en los medios y al que le reescriben su biografía para hacerla más hermosa, más literaria, más emocionante. Más vendible.

Así que ya tenemos un artista famoso y una obra que se vende, aunque no valga nada. Y tenemos un público que confunde lo artístico con lo industrial y el arte con lo artesano (como el que confunde La Liga con el deporte, por ejemplo), aborregado pero feliz.

El problema ahora es mantener la fama de la persona que es el artista. La buena fama, claro. Es decir, mantener al artista/la persona dentro de las corrientes de la moral dominante en cada momento, que son las que dan fama y dinero. Y cuando digo corrientes de la moral dominante hago más hincapié en lo de dominante que en lo de moral. Para entendernos, en la moral de moda en ese espacio y en ese tiempo concreto. En una moral pasajera que con el tiempo acaba siendo inmoral.

El caso es que, en nuestro tiempo, el primero que cree que la valía de la obra depende más de la persona que del artista es el artista mismo. Y como persona se muestra ante el público, que ya es toda la sociedad. Y como persona opina públicamente. Opina de todo, como un tertuliano cualquiera. O, mejor, como eso que ahora se llama un influencer. Opina de lo de arriba y de lo de abajo. De lo a la izquierda y de lo a la derecha. De lo de aquí y de lo del extranjero. Opina sabiendo mucho, sabiendo poco y no sabiendo nada, absolutamente nada. No opina en un bar, donde a todos se nos va la lengua y decimos algún disparate, sino en las múltiples entrevistas con que los medios rellenan sus espacios de entretenimiento (no de cultura) y, especialmente, en las redes sociales, que están abiertas a todos y no tienen fronteras ni espaciales ni temporales. Opinan con el afán del que se sube a un púlpito, como si estuvieran haciendo proselitismo, ante una masa fidelizada y predispuesta a creerse todo lo que él le diga.

Aquí es donde tengo que empezar a hablar de Emilia Pérez, película que vi hace unos días, y de Karla Sofía Gascón, una de sus protagonistas. Como no entiendo mucho de cine, solo voy a decir que Emilia Pérez me pareció una gran obra de arte. Porque es hermosa y porque, como toda verdadera obra de arte, no plantea soluciones, sino preguntas que se quedan dentro de uno removiendo su conciencia. Lo importante debería ser eso, pero de lo que se habla ahora no es del contenido artístico de la película, sino de que es candidata a 13 óscares y de que Netflix, la distribuidora, ha dejado a Karla Sofía Gascón fuera de la campaña promocional, en la que está invirtiendo varias decenas de millones de dólares.

En la película, Karla Sofía Gascón es una actriz. La película no es un documental y ella interpreta un personaje. Ella se ha atenido a lo que decía el guion y le ha ordenado el director. Y ha debido hacerlo muy bien, porque así se ha reconocido por la crítica y porque es candidata al óscar a mejor actriz principal, nada menos. No es candidata al Nobel de la Paz, ni a ser canonizada, ni a los premios que anualmente reparte la Semana Santa de Sevilla a una Obra Social.

Karla Sofía Gascón escribió en una red social una serie de comentarios disparatados e insultantes sobre varios colectivos marginados y ahora, cuando la película la ha hecho famosa y en plena carrera por el óscar, alguien se ha acordado de ellos. Y el cielo ha caído sobre su cabeza. Ella hizo los comentarios hace unos pocos años, cuando no era famosa, y ha manifestado arrepentimiento, pero el monumental reproche no le ha venido como persona, sino como persona y como actriz. Especialmente como actriz. ¿O cómo debería entenderse, si no, la insensible forma en que ha sido apartada por Netflix de la campaña de promoción, la negativa forma en que el director de la película (que no su director espiritual) ha hablado de ella y la deshonrosa forma en que ha tenido que dejar de asistir a la gala de los Goya, donde han ido sus compañeros del cine, sean buenas o malas personas?

Si la película se hubiera hecho y puesto a disposición del público y se hubiera dejado que el boca a boca o los críticos hubieran hecho la promoción, nada de esto habría pasado. Pero detrás de la película está la gloria de los premios y el dinero (y están los celos, la vanidad y la envidia, todo hay que decirlo). Así que tiene que haber una promoción colosal para convencer a los votantes y al público. Entrevistas y más entrevistas. Reportajes y más reportajes. Al menos eso.

Ahora, Karla Sofía Gascón no encaja con el glamur del decorado, hace feo en la foto. Puede ser una actriz genial, sí, pero eso es lo de menos. Lo importante no es lo que hizo en la película, sino lo que dijo en X (antes Twitter). Lo importante no es la actriz, sino la persona. Aunque la persona haya perdido perdón.

Y cuando se da el premio a una obra, lo esencial debería ser la obra, no lo que va anejo a la obra. Ni siquiera si ese algo anejo es el autor. Premiar una obra solo porque el autor es una buena persona me parece tan ajeno al sentido del arte como no premiarla porque el autor es una mala persona.

Si Karla Sofía Gascón no gana el óscar, nunca se sabrá si fue porque no se lo merecía como persona o como actriz. Lo que sí se sabrá, lo que se sabe ya, es que no encaja en ese mundo de ficción que es la sociedad del cine.

Por cierto, creo que Karla Sofía Gascón se ha dado cuenta de no puede decir barbaridades en una red social sin que haya consecuencias y ha cerrado su cuenta de X.



miércoles, 5 de febrero de 2025

Comentario sobre las entradas de IA (ChatGPT y Deepseek), con el añadido de Mistral AI

 

Hasta hace poco, la plataforma más conocida de inteligencia artificial (IA) era ChatGPT, gratuita solo en parte y la más reconocida para asuntos relacionados con la lengua. Pues bien, hace unos días subí a ChatGPT los archivos con las tres novelas que componen mi trilogía de Occidente (Sholombra, De Sholombra a Nógdam y Nógdam). La plataforma las asumió de inmediato por entero y en unos pocos segundos hizo el resumen que he incluido en las entradas respectivas de este blog sin hacer corrección alguna.

Días después de que yo tuviera esas reseñas, el presidente de USA, Donald Trump, anunció una alianza de OpenAI (dueña de ChatGPT), Oracle y Softbank para invertir hasta 500.000 millones de dólares en inteligencia artificial. Pero solo unos días más tarde apareció la noticia de que una plataforma china de IA había lanzado Deepseek, que prestaba servicios parecidos a ChatGPT pero de una manera totalmente gratuita. Lo importante del caso es que Deepseek se había diseñado con un coste ridículo y que los datos se almacenan en servidores de China, lo que podría acarrear problemas con la seguridad de la información. Inmediatamente, las compañías más importantes en IA bajaron cientos de miles de millones de dólares en la bolsa.

Mis novelas circulan libremente por internet y no tuve ningún reparo en probar Deepseek, pero sí tuve algún problema. Para empezar, Deepseek no leyó los archivos enteros, que eran muy grandes, sino una parte importante de ellos. Además, en varias ocasiones me indicó que había mucha demanda de trabajo y que lo intentara más tarde. Aun así, cuando pudo hacerlo, no tardó más que unos pocos segundos en remitirme el resumen y los comentarios.

Yo los he incluido aquí porque, aunque no ha analizado el total de la obra, no era el total de la historia lo que yo quería mostrar, sino los análisis de carácter estilístico, filosófico y ambiental. Y eso lo ha hecho Deepseek. De hecho, las reseñas de ChatGPT y Deepseek se parecen mucho y hacen hincapié en los mismos detalles.

Ahora bien, Deepseek no ha hecho una buena reseña sobre Nógdam. Se ha limitado a aspectos muy generales y no ha recogido resumen alguno ni ha mencionado a los personajes. Además, hay una consideración que me chirría, y es su repetida mención a una estructura no lineal de la narración, lo que la asemejaría a las obras de Cortázar, dice (debe referirse a Rayuela, cuyo autor dijo que podía leerse empezando por cualquier sitio). Y es que Nógdam sí tiene una estructura lineal en el tiempo, aunque su final remita al principio de toda la trilogía, esto es, al principio de Sholombra.

Precisamente por eso le pedí a Deepseek una ampliación de su comentario. Pero el resultado fue bastante decepcionante, pues en realidad no amplió nada y cayó en los mismos errores. Más tarde, inserté directamente los tres primeros capítulos de Nógdam en el texto de diálogo y entonces sí, entonces hizo un resumen de cada uno de ellos, personajes incluidos, y una valoración del estilo, que no he incluido en la entrada correspondiente porque se salía de la idea general.

Algo parecido tuve que hacer con la plataforma de IA más conocida de Europa, Mistral AI, de Francia, gratuita y de código abierto, que ya de inicio me advertía que no podía recibir archivos. Inserté directamente en el diálogo el texto de los dos primeros capítulos de Sholombra y le pedí un resumen y un estudio del estilo (Sholombra tiene 9 capítulos). Y debo decir que me los hizo en unos cuantos segundos, y con gran acierto (la incluyo aquí como nota al final). Es más, debo decir que las tres plataformas han aportado unos juicios bastante parecidos, lo que da idea de que las tres lo han hecho de una forma muy atinada.

Y ahora, debo haceros dos preguntas, especialmente a los que habéis leído las obras:

Primera: ¿Nos os parece increíble que se hayan hecho unas reseñas tan atinadas y profundas en apenas unos segundos por una mente artificial, por una máquina?

Segunda: ¿Es o no es cierto que ya estamos en un mundo distópico, cuyo siguiente paso nadie es capaz de aventurar?

La IA ya hace reseñas mejores que la mayoría de las mentes humanas. ¿Cuánto tiempo tardará en hacer novelas más acordes a nuestros gustos que la mayoría de los escritores? 


NOTA:

Resumen de Mistral AI (Francia) sobre los dos primeros capítulos de Sholombra

Resumen de los Capítulos 1 y 2

Capítulo 1

El narrador, Nereo Kif, introduce su historia explicando que su vida ha sido extraordinaria y que ha decidido escribir sus memorias para dejar constancia de su existencia. Vive en una sociedad distópica donde la Historia ha sido manipulada y la verdad es obligatoria, pero también opresiva. Nereo tiene la capacidad de ver el alma de las personas, lo que le permite conocer sus verdaderos sentimientos y emociones.

Nereo describe su infancia y su relación con su madre, quien lo ama pero también lo teme debido a su habilidad. Su padre muere en un accidente de tráfico, y su madre comienza a trabajar a tiempo completo y a traer a un hombre a casa, lo que genera tensión entre ellos. Nereo se siente cada vez más aislado y solo, incapaz de encontrar consuelo en un mundo donde todos están obligados a decir la verdad.

Capítulo 2

Nereo describe su experiencia en el instituto, donde la delación y el testimonio son obligatorios. Un día, un compañero llamado Saín lo acusa falsamente de ser su amante, lo que genera un escándalo en la clase. Nereo decide seguir a Saín después de clase y descubre que vive en un barrio marginal donde las normas sociales no se cumplen estrictamente.

Saín invita a Nereo a su casa, donde conoce a su madre, Lida, una mujer de una belleza extraordinaria que trabaja como prostituta. Nereo se siente inmediatamente atraído por ella y decide chantajearla para que se acueste con él. Lida accede, pero durante el encuentro, ella lo humilla y lo deja con una sensación de frustración y vergüenza.

Al día siguiente, Nereo denuncia a Saín en la clase de testimonio, revelando todo lo que ha descubierto sobre él y su familia. Saín es expulsado del instituto y su familia es sancionada. Nereo se convierte en un paria entre sus compañeros y profesores, quienes lo ven como un ser aborrecible y temible.

Estudio del Estilo

Narrativa y Estructura

La novela está escrita en primera persona, lo que permite al lector acceder a los pensamientos y emociones más íntimos del protagonista. La estructura es lineal, siguiendo el orden cronológico de los eventos, aunque el narrador a veces hace reflexiones que interrumpen la narrativa principal.

Temas Principales

1.La Verdad y la Mentira: La sociedad en la que vive Nereo valora la verdad por encima de todo, pero esta verdad es opresiva y no permite la intimidad ni la seducción. La mentira, aunque prohibida, es necesaria para la libertad y la humanidad.

2.El Aislamiento: Nereo se siente aislado debido a su habilidad única y a la forma en que la sociedad lo trata. Este aislamiento lo lleva a cometer actos desesperados y a buscar consuelo en lugares inesperados.

3. El Poder y la Manipulación: La capacidad de Nereo para ver el alma de las personas le da un poder enorme, pero también lo convierte en un ser temido y rechazado. La manipulación y el chantaje son temas recurrentes en la novela.

Estilo y Lenguaje

El estilo de la novela es introspectivo y reflexivo, con un lenguaje rico y descriptivo. El narrador utiliza metáforas y símiles para describir sus emociones y pensamientos, lo que añade profundidad a la narrativa. El tono es a menudo melancólico y pesimista, reflejando el aislamiento y la desesperación del protagonista.

Personajes

-Nereo Kif: El protagonista y narrador de la historia. Tiene la habilidad de ver el alma de las personas, lo que lo aísla y lo convierte en un ser temido y rechazado.

-La Madre de Nereo: Una mujer que ama a su hijo pero también lo teme debido a su habilidad. Su relación con Nereo es tensa y complicada.

-Saín: Un compañero de clase de Nereo que lo acusa falsamente de ser su amante. Vive en un barrio marginal y su madre es una prostituta.

-Lida: La madre de Saín, una mujer de una belleza extraordinaria que trabaja como prostituta. Es un personaje complejo y enigmático que juega un papel crucial en la historia de Nereo.

En resumen, la novela explora temas profundos como la verdad, la mentira, el aislamiento y el poder, a través de la historia de un joven con una habilidad única que lo convierte en un paria en una sociedad distópica. El estilo introspectivo y reflexivo del narrador añade profundidad a la narrativa, haciendo que el lector se sienta inmerso en los pensamientos y emociones del protagonista.