domingo, 24 de julio de 2022

Los caminos de Adroches XIV: Villanueva de Córdoba o Los números del éxito

 

La dehesa es un bosque humanizado, en el que se ha limpiado de matorral el bosque mediterráneo original y se ha controlado el crecimiento de los árboles, que en Los Pedroches son mayoritariamente encinas, aunque también hay alcornoques y quejigos. En la dehesa hay pastos, donde se alimenta al ganado en régimen extensivo, y árboles, que producen leña para el consumo humano y bellotas para el ganado. Y hay una gran cantidad de fauna silvestre.

Así que, como «bosque», es bueno para el medioambiente y, como «humanizado», es bueno para la economía de las personas, especialmente en territorios como Los Pedroches, que están muy afectados por la despoblación.

La ruta que propone Adroches para Villanueva de Córdoba discurre por una zona de dehesa muy bien conservada, y sigue caminos delimitados con paredes de piedra que llevarán al caminante hasta el río Gato (los ríos aquí, por importantes que sean, solo corren unos cuantos meses al año) y lo devolverán al inicio después de haber tenido a la vista las sierras del sur y, en un punto lejano de las mismas, a la villa de Obejo, que siempre ha estado hermanada con las Siete Villas de Los Pedroches.

Precisamente ahí, mientras me reponía de una cuesta arriba importante, parado no lejos de un cortijo que ahora sirve de lugar de celebraciones y teniendo a la vista la villa de Obejo, sintiendo el freso de la mañana en la cara y sin nadie a mi alrededor, sin nadie, me he acordado de las veces que se acude al número para medir el éxito.

Me he acordado, seguramente, por las veces que he pensado en lo contraproducente que resulta publicitar un acontecimiento que ya tiene demasiado público, como las romerías, por ejemplo. O en lo gregario del ser humano, que busca los lugares llenos, aunque sean incómodos, tal vez pensando –yo creo que equivocadamente– que allí va a estar más acompañado. O en la vanidad pueril de los artistas, que contamos los éxitos por el número de seguidores o por las ventas, en lugar de por lo que nuestra obra ha influido en quien la ha observado.

O en lo fácil que es incrementar las audiencias dando al público lo que quiere, en lugar de haciéndolo pensar.

Una vez estuve en el meollo organizativo de una importante manifestación de protesta y a la hora de redactar el comunicado de prensa se exageró hasta límites desproporcionados el número de asistentes. Ni allí importó la verdad ni importa en la mayoría de los casos. Lo que importa es el número, que es lo que se queda grabado en la memoria, en los periódicos y en los anales que correspondan, y que ese número sea muy alto, aunque sea insustancial o totalmente falso, aunque sea contraproducente o no haya quien se lo crea.

Estoy en el campo. He visto vacas de carne y cerdos ibéricos, ganado en régimen extensivo que debe respetar una determinada proporción de cabeza por hectárea para ser económicamente rentable y medioambientalmente sostenible. Hay aquí mucha lógica, mucha sensibilidad hacia la tierra, mucha riqueza y mucha sabiduría ancestral. Aquí, los números se manejan con inteligencia. Aquí, todos los números son racionales y ninguno es imaginario. Aquí, en resumen, los números son otra cosa.

Para ver la ruta, pincha sobre la imagen