Según tengo oído, el
mundo se divide entre los que se acuestan tarde, que son más dados a la
contemplación, y los que se levantan temprano, que son más dados a la acción, algo
con lo que yo estoy de acuerdo, pues ligar ambas actitudes se me antoja
imposible, dado que, como se decía en la familia de mi madre, «madrugar y
trasnochar no cabe en un costal».
Lo recuerdo un
domingo de julio, de noche. He puesto el reloj muy temprano y, aun así, me he
levantado antes de que suene, con el fondo sonoro de las voces de unos jóvenes
que pasan por la calle, evidentemente de recogida. Me visto, desayuno y salgo de
mi casa con la fresca. Afuera, una parejita joven va calle arriba, hablando
bajito, y pasa un coche con bicicletas. Mientras voy a por mi coche, me cruzo
con varios todoterrenos y otros vehículos de campo, con cuyos conductores, de
algún modo, me siento solidario.
Cientos de pájaros, quizá miles, pían como demonios en
el parque Aurelio Teno, para fastidio de los vecinos a los que les cueste
conciliar el sueño, que en esta época del año deben dormir con las ventanas
abiertas si no quieren cocerse en su propio sudor.
Los pájaros no
entienden de domingos, creo. Son como los pensionistas, creo. Como lo sería yo
si fuera pájaro y como lo seré cuando sea pensionista, creo. Aunque, bien
pensando, supongo que, siendo pájaro, también entendería de domingos y los
utilizaría para salir a volar antes, en lugar de quedarme con los otros atronando
el parque con mis gritos. Así que eso me pasará también cuando sea pensionista,
que saldré antes a ver las obras.
La naturaleza tiene
esas cosas, que uno no puede dejar de ser como es, ya sea del género currante,
del género pájaro o del género pensionista. Uno no puede dejar de ser como es
y, sea como sea, está bien: así, hay gente, como Carmen, que prefiere la luz
del anochecer, leer novelas y la música «chill out», y gente como yo, que prefiere la luz del amanecer, escribir cosas
como esta y la música más movida, especialmente si se puede bailar.
Hay gente que dice
«para un día que tengo, lo aprovecho y me levanto tarde», y gente que dice
«para un día que tengo, lo aprovecho y me levanto temprano». A ver cómo se
entiende eso, siendo «aprovechar» un verbo que para unos y para otros tiene el
mismo significado.
A lo que iba, que, cuando
salgo del pueblo, ya se ve, aunque aún no ha amanecido. Me amanece caminando
hacia el Guadalmez, en el precioso camino que Adroches propone para Santa Eufemia.
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