miércoles, 15 de junio de 2022

Los caminos de Adroches VII: Fuente la Lancha o Dos veces en la misma piedra (o más)

 

He salido de mi casa con unas sandalias en la mochila porque quiero hacer la ruta que Adroches propone para Fuente la Lancha y la información oficial advierte que debo vadear un arroyo. Es 17 de abril de 2022, Domingo de Resurrección, ha llovido recientemente, luce el sol y el campo está precioso.

Este es un buen día para hablar del camino Mozárabe de Santiago, que ocupa buena parte de la ruta, o para hablar de las encinas. Las que hay por aquí son viejísimas y están carboneadas, lo que quiere decir que, no sé cuánto tiempo hace, alguien les quitó parte del tronco para hacer carbón y las dejó heridas para siempre, de modo que ahora parecen almas en pena, de tan encorvadas, tan desarticuladas y tan tristes.

Pero hete aquí que a los pocos kilómetros de Fuente la Lancha me topo con el arroyo Guadamatilla y mis pensamientos cambian. Una vez, hace algunos años, tuve que cruzar el arroyo en este punto por la carretera, tanta era el agua que llevaba. Hoy, en cambio, el arroyo es un hilillo de agua no mucho más grande que el que corre junto a las aceras cuando llovizna. ¿Este es el arroyo que debo vadear dos veces, a la idea y a la vuelta?

En las ideas que surgen con esa pregunta consumo buena parte del camino que sigue, y pienso que, unos kilómetros más abajo, las aguas del Guadamatilla han sido embalsadas en el pantano de La Colada, del que oí hablar hace unos días porque sigue sin estar operativo para los pueblos del norte de Córdoba, aunque se terminó de construir en 2006 con el fin de complementar el suministro de agua que ofrece el embalse de Sierra Boyera, tras la sequía y consiguientes restricciones que hubo en los años noventa.

Las noticias de prensa dicen que Sierra Boyera tiene agua hasta octubre y que en un plazo breve empezarán las restricciones, y añaden las culpas que se cruzan los políticos (que si tú, pues tú más) ante semejante disparate. Es decir, que volveremos a mirar al cielo y a pedirle a la gente sacrificios aunque el pantano de La Colada está al 70% de su capacidad y tendría agua para todos.

Los políticos (en general) son los animales que tropiezan dos veces en la misma piedra, me digo. Pero ¿y nosotros?

Los políticos están entretenidos con sus cosas inútiles (redactando algún comunicado de prensa, posando para alguna foto, acompañando a algún artista en una presentación, inaugurando algún evento o alguna obra…) porque les vale, porque nosotros hemos renunciado a nuestra condición de ciudadanos libres y nos hemos vuelto esclavos de nuestra ideología, porque nos guiamos más por la imagen que dan que por el trabajo que hacen y, sobre todo, porque nadie está dispuesto a asumir los sacrificios que reclama el largo plazo y ellos lo saben. No en vano, entre el político que piensa en el futuro y pide sacrificios y el que regala viajes, paellas y camisetas siempre votamos al segundo.

Esos políticos que no hacen la obra de conducción de La Colada están ahí porque nosotros los hemos elegido, esa es la conclusión. Ellos han tropezado dos veces en la misma piedra. ¿Y nosotros? ¿Cuántas veces hemos tropezados nosotros al elegirlos?

Para ver la ruta, pincha sobre la imagen