¿Has empezado a escribir y no te
sale lo que quieres, lo que crees que tienes dentro? No te preocupes, eso es lo
normal. ¿Crees que el pintor pinta lo que quiere? ¿Crees que el músico escribe
la partitura que desearía?
En la vida, nadie hace lo que quiere,
sino lo que puede. Y eso mismo pasa especialmente con cualquier tipo de
expresión. Le pasa a los mejores y a los que empiezan, y tú no eres de los
mejores, por lo menos todavía.
Eso que lees y te gustaría
escribir no debe ser una referencia para ti como escritor, sino como lector. No
debes desear escribir como esos grandes escritores que lees con admiración o te
frustrarás y lo dejarás. Tu misión es escribir y nada más, por puro placer y
con el afán de hacerlo un poco mejor cada día. Por volver al símil del pintor,
si el pintor se obsesiona en compararse con Velázquez, se sentirá un negado al
principio, y al día siguiente, y siempre, y no encontrará satisfacción alguna
en lo que hace.
No te compares con nadie. No
cometas como artista la torpeza que cometemos cada día como personas o no
encontrarás más que gente que vive mejor que tú, que escribe mejor que tú. Escribir,
como el ejercicio de cualquier tipo de arte, es una lucha permanente consigo
mismo, no con otros, pues no hay dos artistas iguales, pues no hay dos
escritores iguales. En esto, el ejercicio del arte se parece bastante al
deporte del golf, que puede jugarse solo sin ningún problema, porque la
contienda fundamental es con uno mismo.
No hay nadie como tú ni nadie que sienta como tú. Lo que no
escribas tú, en fin, no lo va a escribir nadie, y si no lo escribes tú, se
perderá para siempre.