sábado, 24 de noviembre de 2018

Escribir por escribir (2). Es más fácil de lo que parece


            Cuando en mi trabajo alguien viene a exponerme los problemas que tiene para redactar un escrito, yo suelo contestarle lo mismo:
        
          – Escríbelo tú.
          – Sí, ¿pero cómo?
          – Como me lo estás diciendo.
          – Bueno, pero tú me lo corriges luego.
         – Vale. Yo te lo corrijo.

             En esencia, escribir es solo eso: exponer de la mejor manera posible lo que se te ocurre y corregirlo después.

   De hecho, cuando escribimos seguimos el mismo proceso que cuando hablamos, expresamos una idea. La única diferencia es que cuando hablamos no dejamos constancia de lo que decimos y cuando escribimos, sí.

   Que quede constancia de lo que decimos tiene sus inconvenientes y sus ventajas.

   El inconveniente principal, en el que piensan muchos de los que quisieran escribir  pero no escriben, es que en el escrito puede quedar reflejada algo más que nuestra incapacidad para expresarnos, es decir, nuestra incultura, lo que nos causa bochorno incluso antes de que lo lean los otros, incluso aunque nuestro propósito nunca fuera el de darlo a conocer.

   En cambio, la primera gran ventaja que tiene lo que se escribe sobre lo que se dice es que lo que se escribe se puede corregir. Como más tarde ahondaré sobre este tema, no me quiero extender ahora con esto. Lo que debe quedaros claro es que los textos no le salen al escritor sobre la marcha, como los lee el lector, sino que son el producto de muchas horas de trabajo, de poner y de enmendar.

   La segunda gran ventaja de lo escrito sobre lo hablado es que lo hablado deja de ser tuyo inmediatamente, pues en el mismo acto de hablar ya es, también, de tu interlocutor, que puede hacer uso de lo oído como mejor le plazca, en su sentido literal o deformado. Lo escrito, por el contrario, es tuyo en tanto no se haga público (y aquí nadie está hablando de publicarlo, al menos por ahora), por lo que siempre puedes dejárselo a una persona de confianza, para que te dé una opinión sincera, o puedes dejarlo que repose en un cajón o, incluso, puedes romperlo, o tirarlo a la basura, o quemarlo.

   Romper lo que has escrito no es ninguna tragedia si lo que te gusta de veras es escribir, como no es ninguna tragedia no ir a ninguna parte si andar es lo que de veras te gusta.