domingo, 16 de diciembre de 2018

Escribir por escribir (10). Al paso


           Hay dos motivos para hacer un camino: porque se quiere ir a algún sitio o por el gusto de andar. Yo soy de estos últimos: yo no tengo en la mente un destino, yo no quiero ver más territorios que los que descubra cuando pase por ellos.

                Hay dos motivos por los que se escribe: porque tienes algo que contar y porque quieres contar algo. No es lo mismo. Si tienes algo que contar, lo primero es ese algo interior, o esa historia que te ronda, y, luego, la escritura. Si quieres contar algo, en cambio, lo primero es el ejercicio de narrar, aunque no tengas sobre qué, y narrar luego sobre lo que te encuentres. Yo soy de estos últimos.

                Cuando quieres contar algo aunque no tengas nada que contar, como me pasa a mí, simplemente quieres escribir, ahondando, inventando, imaginando, como el que anda por el gusto de andar y disfruta con lo que le sale al paso.

                A veces me cuesta hacer entender que yo me siento a escribir y escribo, a la misma hora, casi todos los días, me encuentre bien o mal. La gente tiende a pensar que a los escritores les ronda la necesidad de lo que cuentan. Será así en algunos casos, pero no en otros. En el mío, no: a mí me ronda la necesidad de contar.

                Mi necesidad de escribir no es muy distinta de la del niño que quiere oír un cuento poco antes de dormirse de labios de su madre, un cuento que la madre inventa cada día sobre la marcha, continuando donde lo dejó la noche anterior.

                De hecho, yo escribo como esa madre, sin guion, hasta que apago el ordenador y me voy. Como ahora, por ejemplo.