martes, 24 de septiembre de 2013

En terrenos de la Divina Pastora



                Mi Amigo Rafael, Terry (su perro) y yo fuimos el domingo pasado al sitio donde los vecinos de Villaralto celebran la romería de la Divina Pastora, situado a las mismas orillas del pantano de La Colada, al que se accede cómodamente por la carretera que une El Viso con Hinojosa del Duque (A-3281) o por la carretera que lleva directamente a la localidad de Villaralto (CO-9032), unas tierras que fueron donadas por doña Otilia Sánchez Fernández a la Hermandad y Redil de la Divina Pastora, según reza una inscripción realizada en un poste de granito que hay colocado allí mismo.
                 En el lugar no hay ermita ni santuario ni nada parecido, aunque no falta la techumbre con pinta de nave industrial que sirve para dar cobijo a la orquesta, a la misa y a otros elementos vulnerables de la romería que los villaralteros celebran el primer domingo de mayo desde no hace demasiado tiempo, por lo que detrás de la romería no está la leyenda del pastorcillo inocente sobre el que la Virgen ha obrado un milagro, sino el culto reciente de los vecinos de Villaralto, gentes casi unánimemente sencillas, muchas de ellas pastores, que vieron en esta advocación el referente más cercano para cultivar su fe y sus fiestas. 
 Como la pasada temporada de lluvias fue larga y provechosa y el pantano de La Colada sigue sin más utilidad que la paisajística, su lámina de agua está en una de sus cotas máximas, de manera que la explanada habilitada para la romería llega hasta la misma orilla. Eso y el hecho de que todo el recinto esté preparado para recibir a los romeros, mesas y bancos incluidos, convierten a este lugar en un recinto casi perfecto para que vecinos y visitantes puedan pasar un magnífico día de campo. Con el añadido de que desde aquí pueden realizarse multitud de rutas a pie, bien a la vera del pantano, bien hacia las localidades próximas de El Viso y Villaralto, o bien hacía el Oeste, donde se encuentran los pueblos más lejanos de Hinojosa y Belalcázar, alguna de las cuales hemos glosado en estas páginas.
 Antes de referirme brevemente a un par de ellas, quiero escribir unas cuantas líneas para hacer un elogio de los bienes públicos, otro más, aunque a algunos pueda resultarle pesado. En esta ocasión quiero referirme a los espacios dedicados a romerías, que son muchos en Los Pedroches, todos ellos ubicados en parajes especialmente hermosos (en altozanos o junto a arroyos, casi siempre), que en los últimos tiempos han sido mejor habilitados para el uso general y que siguen siendo objeto de disfrute un día o dos al año y poco más, cuando están ahí permanentemente a disposición de todos, y cuando digo todos quiero decir vecinos del pueblo, vecinos de los pueblos de los alrededores, forasteros en general y hasta extranjeros.

Hoy propongo dos caminos sencillitos, aptos para todo de caminantes, incluso para los que no caminan nunca, a fin de que quienes se acerquen a este hermoso paraje a tomar una merienda campestre puedan luego purificar su cuerpo con el castigo de hacer a pie unos cuantos kilómetros. El primero es de ida y vuelta, tiene en total unos diez kilómetros y nos llevaría a la localidad de Villaralto siguiendo la carretera CO-9032, que en realidad es un camino asfaltado, en regular estado y casi ausente de vehículos, aunque no está de más para estos casos ponerse un chaleco reflectante. 

 Ello nos permitiría visitar una de las localidades menos conocidas de Los Pedroches, donde dice la leyenda que se desarrolló el famoso milagro de las chispas (que Antonio Ruiz Rubio me contó hace muchos años en la vecina localidad de El Viso, de la que Villaralto dista no más de tres kilómetros, y del que yo hice una versión aumentada que se recogió en los Cuentos de Los Pedroches), pasearnos por sus calles, visitar el Museo del Pastor y tomarnos un café o un refrigerio en alguno de los bares del pueblo.

Algunas encinas están cargadas de bellotas
 La otra ruta tiene algo menos de seis kilómetros. Sale de la carretera de El Viso a Hinojosa poco antes del puente que cruza el pantano y discurre en paralelo a la orilla hasta toparnos con el camino de Velasco a unas decenas de metros del arroyo que los planos unas veces llaman Arenoso y otras Garrayo, sigue hacia el Este, en dirección a El Viso, y toma el primer camino a la izquierda para volver al pantano y al camino inicial, paralelo a la orilla. Fácil, cómodo y corto, apto para todos los públicos y muy bonito. 
Segundo camino propuesto
                 Como tanto Rafael como yo (Terry está siempre de acuerdo con lo que decidamos nosotros) somos un punto más exigentes los domingos por la mañana, hemos hecho unos cuantos kilómetros más de los que propongo para un día de campo. Y no digo más porque hoy sólo se trataba de predicar las bondades del paraje y de invitar a visitarlo. De hecho, a la vuelta, mientras tomamos un refresco bajo la techumbre protectora que en los días señalados ampara a los distintos oficiantes de la romería y al público en general, Rafael y yo nos hemos comprometido a volver con nuestras mujeres y con nuestros amigos. Tal vez en otoño, o en primavera, un domingo soleado de menos calor, cuando haya llovido y el campo esté verde.