Mi
Amigo Rafael, Terry (su perro) y yo fuimos el domingo pasado al sitio donde los
vecinos de Villaralto celebran la romería de la Divina Pastora, situado a las
mismas orillas del pantano de La Colada, al que se accede cómodamente por la
carretera que une El Viso con Hinojosa del Duque (A-3281) o por la carretera
que lleva directamente a la localidad de Villaralto (CO-9032), unas tierras que
fueron donadas por doña Otilia Sánchez Fernández a la Hermandad y Redil de la
Divina Pastora, según reza una inscripción realizada en un poste de granito que
hay colocado allí mismo.
En
el lugar no hay ermita ni santuario ni nada parecido, aunque no falta la techumbre
con pinta de nave industrial que sirve para dar cobijo a la orquesta, a la misa
y a otros elementos vulnerables de la romería que los villaralteros celebran el
primer domingo de mayo desde no hace demasiado tiempo, por lo que detrás de la
romería no está la leyenda del pastorcillo inocente sobre el que la Virgen ha
obrado un milagro, sino el culto reciente de los vecinos de Villaralto, gentes casi
unánimemente sencillas, muchas de ellas pastores, que vieron en esta advocación
el referente más cercano para cultivar su fe y sus fiestas.
Como la pasada
temporada de lluvias fue larga y provechosa y el pantano de La Colada sigue sin
más utilidad que la paisajística, su lámina de agua está en una de sus cotas
máximas, de manera que la explanada habilitada para la romería llega hasta la
misma orilla. Eso y el hecho de que todo el recinto esté preparado para recibir
a los romeros, mesas y bancos incluidos, convierten a este lugar en un recinto casi
perfecto para que vecinos y visitantes puedan pasar un magnífico día de campo. Con
el añadido de que desde aquí pueden realizarse multitud de rutas a pie, bien a
la vera del pantano, bien hacia las localidades próximas de El Viso y
Villaralto, o bien hacía el Oeste, donde se encuentran los pueblos más lejanos de
Hinojosa y Belalcázar, alguna de las cuales hemos glosado en estas páginas.
Antes de
referirme brevemente a un par de ellas, quiero escribir unas cuantas líneas para
hacer un elogio de los bienes públicos, otro más, aunque a algunos pueda
resultarle pesado. En esta ocasión quiero referirme a los espacios dedicados a
romerías, que son muchos en Los Pedroches, todos ellos ubicados en parajes
especialmente hermosos (en altozanos o junto a arroyos, casi siempre), que en
los últimos tiempos han sido mejor habilitados para el uso general y que siguen
siendo objeto de disfrute un día o dos al año y poco más, cuando están ahí
permanentemente a disposición de todos, y cuando digo todos quiero decir
vecinos del pueblo, vecinos de los pueblos de los alrededores, forasteros en
general y hasta extranjeros.
Hoy propongo
dos caminos sencillitos, aptos para todo de caminantes, incluso para los que no
caminan nunca, a fin de que quienes se acerquen a este hermoso paraje a tomar
una merienda campestre puedan luego purificar su cuerpo con el castigo de hacer
a pie unos cuantos kilómetros. El primero es de ida y vuelta, tiene en total unos
diez kilómetros y nos llevaría a la localidad de Villaralto siguiendo la
carretera CO-9032, que en realidad es un camino asfaltado, en regular estado y casi
ausente de vehículos, aunque no está de más para estos casos ponerse un chaleco
reflectante.
Ello nos
permitiría visitar una de las localidades menos conocidas de Los Pedroches,
donde dice la leyenda que se desarrolló el famoso milagro de las chispas (que
Antonio Ruiz Rubio me contó hace muchos años en la vecina localidad de El Viso,
de la que Villaralto dista no más de tres kilómetros, y del que yo hice una versión aumentada que se recogió en los Cuentos de Los Pedroches), pasearnos
por sus calles, visitar el Museo del Pastor y tomarnos un café o un refrigerio
en alguno de los bares del pueblo.
Algunas encinas están cargadas de bellotas |
La otra ruta
tiene algo menos de seis kilómetros. Sale de la carretera de El Viso a Hinojosa
poco antes del puente que cruza el pantano y discurre en paralelo a la orilla
hasta toparnos con el camino de Velasco a unas decenas de metros del arroyo que los planos
unas veces llaman Arenoso y otras Garrayo, sigue hacia el Este, en dirección a
El Viso, y toma el primer camino a la izquierda para volver al pantano y al
camino inicial, paralelo a la orilla. Fácil, cómodo y corto, apto para todos
los públicos y muy bonito.
Segundo camino propuesto |
Como
tanto Rafael como yo (Terry está siempre de acuerdo con lo que decidamos
nosotros) somos un punto más exigentes los domingos por la mañana, hemos hecho unos
cuantos kilómetros más de los que propongo para un día de campo. Y no digo más porque
hoy sólo se trataba de predicar las bondades del paraje y de invitar a
visitarlo. De hecho, a la vuelta, mientras tomamos un refresco bajo la
techumbre protectora que en los días señalados ampara a los distintos oficiantes
de la romería y al público en general, Rafael y yo nos hemos comprometido a
volver con nuestras mujeres y con nuestros amigos. Tal vez en otoño, o en
primavera, un domingo soleado de menos calor, cuando haya llovido y el campo
esté verde.