1º.- Son
muchas las acciones que se realizan en un comercio hasta que el producto se
pone a la venta, de las que el comerciante es el único responsable y el máximo
entendido. Pero la venta es sólo una parte de cada una de las operaciones que
se realizan en un comercio. La otra, es la compra, y de la compra el que
entiende es el cliente.
La
misión del comerciante es saber vender y la misión del cliente es saber
comprar. En los tiempos que corren, los clientes son muy entendidos de la parte
del contrato que les afecta, la compra, y pueden dirigir sus pasos hacia un
comercio o hacia otro.
Cuando
se afirma taxativamente que quienes entienden de un comercio son los
comerciantes, se está tomando una parte de la verdad (la venta) por el todo (la
compraventa) y se está negando el papel que ejercen los clientes (la compra).
Aunque
esta afirmación es una obviedad, no siempre se tiene en cuenta. De hecho, algunos
comerciantes aseguran que quienes más entienden de su negocio son ellos,
incluso suelen asegurárselo a sus clientes, que son quienes verdaderamente
entienden de la parte más fundamental de él. Y, de hecho, no siempre se tiene
en cuenta que los titulares de un comercio tienen la obligación empresarial de
estar continuamente alerta, esto es, de estar continuamente adaptándose a los
gustos de sus clientes potenciales.
O lo
que es lo mismo, hay quien se cree que por el hecho de tener un comercio en una
determinada calle va a tener los clientes asegurados y quien, por el contrario,
intenta adaptarse a las demandas del mercado.
2º.-
Generalmente, los comerciantes que durante años y años han recibido clientes
por el hecho de tener un comercio en la única calle comercial del pueblo tienden
a pensar que eso es lo que va a ocurrir siempre.
Pero
ese “siempre” no existe, y mucho menos en estos tiempos, porque ahora hay otras
calles comerciales, donde los comerciantes allí instalados han entendido desde
primera hora que para vender deben ponerse las pilas y adaptar sus gustos a los
del cliente, porque todo el mundo tiene coche y puede desplazarse a otras
poblaciones de más habitantes y mayor oferta comercial y porque existe
internet, donde se venden a precios muy bajos toda clase de artículos.
3º.-
Los seres humanos tenemos gustos parecidos y gustos distintos. También los pueblos
tienen gustos parecidos y gustos distintos. Porque existen caracteres y gustos
distintos es por lo que puede decirse que cada pueblo tiene su idiosincrasia.
A
los ciudadanos en general y a los comerciantes en particular les gustan las calles peatonales en
prácticamente todos los ámbitos culturales que son como el nuestro, por lo que
la existencia o no de calles peatonales no pertenece al campo de los gustos
distintos, sino al de los gustos compartidos. No parece lógico argumentar, por
tanto, que Pozoblanco tiene una idiosincrasia especial para justificar que no
se peatonalice una calle comercial, salvo que quien ello argumenta nos esté tachando
de extremadamente raros.
4º.-
El Ayuntamiento debe adoptar sus decisiones atendiendo a los intereses
generales. La calle es de todos, como es de todos un camino público. Ciertamente,
quienes tienen intereses especiales en una calle gozan de un derecho extra a
ser escuchados, como lo tienen los titulares de fincas con acceso por un camino
público. Ambos tienen derecho a organizarse para defender esos derechos
especiales, tienen derecho a nombrar portavoces y a intentar influir sobre la
entidad pública a la que corresponde adoptar la decisión. Pero tales
organizaciones no pueden considerarse plataformas ciudadanas, que son
transversales y abiertas, sino grupos de presión o lobbies.
No
puede presentarse como una plataforma ciudadana lo que es un grupo de presión (lobby), por muy legítimo que sea, pues una
cosa es el interés de los ciudadanos y otra el interés de los comerciantes, y
ambos intereses pueden coincidir o no.
5.- Los
grupos de presión tienen todo el derecho del mundo a aproximarse a los grupos
políticos para intentar que sus intereses cuajen en una decisión política. Paralelamente,
los grupos políticos tienen la obligación de escuchar las demandas de los ciudadanos,
incluidas las de los constituidos en grupos de presión, para disponer la mejor
decisión posible, que ha de atender siempre a los intereses generales.
La
relación entre los grupos de presión y los grupos políticos, por tanto, es
desigual, pues mientras los grupos de presión tienden naturalmente a utilizar a
los grupos políticos éstos sólo deben limitarse a obtener de ellos información.
Ocurre,
no obstante, que en el fragor de la batalla política (que siempre tiene un componente
electoral) los grupos políticos tienden a utilizar a los grupos de presión como
arma arrojadiza frente al adversario.
Por
naturaleza, los grupos políticos que no gobiernan utilizan más a las plataformas
ciudadanas y a los grupos de presión como arma arrojadiza contra el adversario
que como elemento para una mejor decisión, porque así creen contar con los
votos de los miembros de las organizaciones que apoyan sin tener que hacerse cargo
de las consecuencias.
6.- Cuando
la utilización entre un grupo de presión y un grupo político es en ambas
direcciones, se corrompe el debate (eso hace que, por ejemplo, no sepamos si
las firmas recogidas por la plataforma Calle
Mayor fueron en contra de la peatonalización de dicha calle o fueron en
contra del equipo de gobierno municipal) y se perjudican todos los intereses en
juego:
- El de los ciudadanos, que no queda adecuadamente
representado.
- El del grupo de presión, que puede parecer
contrario a los intereses generales.
- El del grupo político, que a cambio de la captación
de votos en el grupo de presión puede perder los votos de quienes tienen
intereses distintos o ajenos.
- El de la Democracia, pues se deteriora la imagen de
las instituciones.
En el
caso de la peatonalización de la calle Mayor de Pozoblanco, lo normal es que se
empiece hablando del cierre al tráfico de la calle y se termine hablando de
política.
7.- Siempre
dudo de las cifras que vienen de fuentes fidedignas y nunca me creo las que
salen de los interesados para adscribirse a un fin, porque entonces tienen
valores meramente propagandísticos. Por poner un ejemplo, doy poco valor a los
estudios que hacen las universidades sobre un determinado alimento cuando el
encargo y la financiación han venido de una empresa relacionada con la venta de
ese alimento.
Si
desconfío de las encuestas que se hacen por las empresas de demoscopia con
criterios objetivos, menos valor les doy a las que se hacen sin ningún rigor
científico y sintiéndose presionado emocionalmente el encuestado.
8.- No
se puede confundir una decisión manifiestamente mejorable con una decisión radicalmente
errónea. Cuando lo que se reprocha es no haber urbanizado adecuadamente una
calle peatonal, lo que debe exigirse es la urbanización adecuada de la misma,
no su apertura a los vehículos.
9.- La
crisis general ha contribuido a enturbiar el debate, y ahora no sabemos (porque
es imposible saberlo) cuánto hay de crisis general de la economía en la bajada
de ventas que dicen haber sufrido los comerciantes por la peatonalización de la
calle Mayor.
En todo
caso, creo que la frase de San Ignacio de Loyola “en tiempos de crisis (de
tribulación, en realidad) no hacer mudanza” es aplicable a las crisis del alma,
pero no a las económicas, que tienen más que ver con las crisis propias de la
Naturaleza. En ésta, lo seres que quieren sobrevivir se ven obligados a cambiar,
a mudar, a transformarse, a adaptarse a los gustos del ambiente en el que
viven. Los que no se adaptan, no sobreviven, así de claro.
La
crisis debe ser un motor de cambio para todos. Para los políticos, que deben
ser más austeros y menos demagogos. Para los estudiantes, que deben aprender
idiomas, estar dispuestos a viajar y adoptar los conocimientos que demanda el
mercado laboral. Para los trabajadores, que deben reciclarse y ser más
productivos. Para los empresarios, que deben salir a buscar nuevos mercados. Y
para los comerciantes, que deben hacer cualquier cosa menos quedarse como
estaban.
10.-
El miedo a expresarse libremente existe en todas partes, especialmente en pequeñas
comunidades ciudadanas como Pozoblanco, donde prácticamente nos conocemos todos.
Cuanto
menos democráticas son las comunidades, más miedo se tiene a expresarse en
contra de los que más organizados están o hablan más alto. La sociedad de
Pozoblanco tiene muchas carencias democráticas. La relación de fuerzas entre
los que están a favor de la peatonalización de la calle Mayor y los que están
en contra no es proporcional a lo que se oye en la radio y se lee en la prensa.
Mientras unos, con todo el derecho del mundo, defienden sus postulados en
público, otros, con igual derecho, callan. Callan porque no quieren meterse en
problemas, porque no quieren verse señalados o porque no desean encontrarse con
una mala cara.
* Pinchando
sobre las imágenes se obtienen informaciones u opiniones sobre la
peatonalización de la calle Mayor de Pozoblanco. Yo me manifesté en favor de la
peatonalización mucho antes de que se produjera, en un artículo publicado en Los Pedroches Información, y cuando se
produjo, con un artículo titulado El silencio de los peatones, publicado en La
bellota que habla, web que ya no está operativa.