jueves, 24 de marzo de 2016

El horizonte

Antes, el horizonte era un territorio sin explorar en el que cabía todo lo imaginado, porque era desconocido, y la gente inquieta lo oteaba con la misma ilusión que escrutaba el futuro. El horizonte ya no es para el ser humano un territorio ignoto, pero el infructuoso intento de alcanzarlo sigue siendo una buena metáfora de la vida.

Caminando hacia el horizonte, se bifurca continuamente el sendero y hemos de optar por uno. Y renunciar al otro. Aunque solemos optar por el creemos mejor, muy frecuentemente se defraudan nuestras expectativas y, entonces, pensamos que nos hemos equivocado.


Porque las expectativas que se defraudan son siempre las del camino elegido, nunca las del que abandonamos. Hay un camino en el que gobierna la realidad, el que tomamos, y otro en el que sigue imperando la imaginación, el que dejamos a un lado.


Como la vida es una sucesión de caminos que se bifurcan, los sabios –creo yo– no son los que aciertan más cuando eligen, sino los que no pierden el tiempo ocupándose de lo que pudo ser y no fue, apechugan sin rencor con la decisión adoptada y caminan decididos hacia su nuevo horizonte, por oscuro que parezca a primera vista.

Las fotos están hechas el 20 de marzo pasado, entre Pozoblanco y Villaharta