Lleva
razón Monedero en que todos los focos han estado puestos sobre él, y en que muchos
medios se han pasado y han dicho más de lo que debían, probablemente hasta
mentiras. Lleva razón, no se lo discuto. Lo que no entiendo es qué esperaba.
Eso mismo es lo que le ocurre a todos los
demás que están en el sitio en el que se ha situado él. ¿No cree que eso mismo
es lo que le pasa a Rajoy, por poner un ejemplo? ¿O a Pedro Sánchez? ¿O a Llamazares?
Todos ellos se han subido al escenario, un lugar en el que se te ve muy bien,
donde estás expuesto al aplauso y a los pitos, a las flores y a los tomates, al
ojo crítico de los listos y a la torpe voluntad de los tontos.
Eso
mismo es lo que le ocurre a los demás, incluso viniendo de él, de ellos. ¿No ha
sido él uno de los que han puesto el foco sobre todo lo que hacen los demás? ¿No
ha pitado, tirado tomates y sometido a su ojo crítico y a su voluntad a los que
estaban subidos en el escenario en el que está él ahora? Monedero aún no tiene
un papel importante en la obra que se representa en nuestra sociedad, pero ya
está arriba, expuesto a las mismas miradas que los demás, esos a los que él
llama “La casta”, miradas que vienen del patio de butacas, donde están sentados
los medios de comunicación y los ciudadanos.
Cuando
estaba abajo, en el patio de butacas, Monedero señalaba con el dedo las
miserias de los actores sociales y políticos e incitaba a los medios de
comunicación y a los ciudadanos a pitarlos y a tirarles tomates. Y ahora que
está arriba sigue haciendo lo mismo, como los demás, exactamente igual que los
demás.
Porque
lo lamentable del asunto es eso: que Monedero ha resultado ser igual que los
demás. Ha convocado una rueda de prensa para dar explicaciones y en lugar de
dar explicaciones se ha puesto a repartir pitos y tomates a diestro y
siniestro.
Los
actores tienden a repetir el guión cuando suben arriba, al escenario. El papel
del actor de la oposición es prometer y el papel del que está en el Gobierno es
incumplir lo prometido. El papel de todos los actores es pedir que se laven
todos los trapos sucios, todos, pero no
lo es empezar por los trapos propios. El papel de todos los actores es exponer
verdades a medias y sacar algunos documentos para construir una realidad distinta
de la verdadera, una realidad de mentira que sirva para los medios afines y
para los forofos. Entre esos actores ya se ha situado Monedero, y actúa igual
que ellos.
Por
cierto, que en la prolija introducción de su exposición echó buena parte de la
culpa de sus males a la persecución que ha estado sufriendo por quienes forman
parte del “Régimen del 78”. Lo dijo así, como si hablara del Ancien régime o del Régimen franquista. Y no puedo dejar de decir que me dolió. Son
muchos los que lucharon para que fuera posible la Constitución del 78, y
gracias a ellos, y a la sociedad que superó el trauma de la dictadura y la tradición
de enfrentamientos que ha habido en la Historia de España, Monedero puede dar
clases en una universidad española y decir en ella lo que mejor le apetezca. Es
más, gracias a ese régimen, Monedero puede situarse en el patio de butacas y repartir
pitos y tomates sin consecuencia alguna, y, lo mejor de todo, gracias a ese
régimen puede subirse al escenario y cambiar de una vez el papel de los
actores, ese que por esta vez al menos ha seguido desempeñando como los demás,
como aquellos a los que critica.