jueves, 19 de febrero de 2015

Democracia y Justicia (y 3)

Recursos escasos y demagogia

El Estado puede asignar recursos por igual y puede hacerlo de acuerdo con la necesidad (para igualar a los ciudadanos) y de acuerdo con los méritos.

Cuanto más alto es el límite de los recursos que se conceden por igual, más bajo es el de los que se distribuyen atendiendo a la necesidad o a los méritos, si los recursos afectados son escasos o de suma cero. O por decirlo de otra forma, si un dinero equis se adjudica asignando por igual mucha cantidad a cada uno de los interesados, queda muy poco para repartirlo atendiendo a criterios diversos.

Dado que la justicia conmutativa distribuye recursos por entender que existe una dignidad idéntica en sus perceptores, la asignación de recursos iguales tiene una marcha atrás muy difícil, pues el beneficiario entiende que se le dan por lo que es y no por lo hace o deja de hacer. Es más, la sociedad en su conjunto piensa que los recursos repartidos por igual son conquistas sociales y adapta a ellos sus valores. Por eso, cuando hay una situación de crisis económica grave y los gobernantes deben dar marcha atrás en la adjudicación igual de recursos, no se enfrentan tanto a un problema de índole económica (pues saben lo que tienen que hacer) como a un verdadero cambio social.

En las democracias, los políticos tienden naturalmente a hacerse querer por el electorado antes que a administrar con rigor los recursos escasos, pues siempre están a expensas del voto de los beneficiarios del reparto, por cuyo afecto compiten. El que recibe los recursos escasos no sólo cree que se han consolidado los bienes y derechos que se le han otorgado de manera conmutativa, sino que demanda más u otros, ya que ningún sacrificio le ha costado merecerlos. El político que reparte los bienes y derechos, y más aún el que aspira a repartirlos (a gobernar), está continuamente dispuesto a satisfacer esas peticiones, o incluso a otorgar derechos no reclamados, para ganarse el aprecio de quien ostenta la facultad de situarlo en el Gobierno o en la oposición.