domingo, 2 de febrero de 2014

Un ciudadano ejemplar



        Sólo he encontrado dos referencias a Juan Calero Merchán en los buscadores de internet, que fue presidente del Club Deportivo Pozoblanco y que fue Concejal por el Grupo Municipal del PSOE en el Ayuntamiento de Pozoblanco en la primera legislatura democrática, la que arrancó en 1979. No hay más, lo que para quienes lo conocimos personalmente viene una vez a demostrar que el bien pasa casi siempre inadvertido y  que lo ejemplar pertenece más a la esfera de lo privado que de lo público.



Juan Calero Merchán era miembro de una familia de Pozoblanco que tuvo once hijos, de los que nueve murieron muy pronto. Cuando estalló la Guerra Civil, Juan Calero estaba destinado en el Cuartel de la Montaña de Madrid, aunque la sublevación del general Fanjul le pilló realizando tareas fuera del acuartelamiento. Estuvo durante los tres años de guerra en el lado republicano, casi siempre en el frente, donde realizó labores sanitarias (llegó a ser teniente médico), por lo que los horrores de los que fue testigo dejaron en su ánimo una profunda huella.
Junto a la puerta del laboratorio del Ejercito, adscrito al Cuartel de la Montaña, donde hizo el servicio militar

 Volvió a su pueblo al terminar la contienda y a su antiguo empleo de auxiliar en una farmacia, que simultaneó hasta su jubilación con el ejercicio libre de la enfermería, el cual realizó de practicante. Aunque debía estar traumatizado por lo que vivió, no lo demostró nunca. Ejerció siempre de hombre optimista, ecuánime y conciliador. Se integró pronto en la vida de su pueblo y llevó su aliento a quienes visitaba por razón de su oficio, fueran quienes fueran, especialmente si eran de los más desfavorecidos. Y todo ello sin renunciar a las ideas que encarnó la República, que llevó a la práctica con la máxima coherencia, como lo demuestra el que, aunque pudo, no quiso ser empleado público para no tener que pedir el informe de buena conducta o adhesión al Movimiento Nacional. 
 
Cuando llegó la Democracia, se presentó como independiente en las listas del PSOE y obtuvo un acta de concejal. Pero su espíritu libre y moderado y su afán por el interés público antes que por ningún otro casaban mal con el voto obligado y el interés del partido, por lo que dimitió cuando la legislatura iba por la mitad. A partir de entonces, ya jubilado, volvió a centrarse en sus paseos diarios por el pueblo que lo vio nacer y al que tanto quería, a asistir a toda clase de eventos deportivos y a ejercer sin quererlo su alto magisterio de tolerancia, especialmente entre los amigos de sus hijos y los vecinos de la calle Demetrio Bautista, que también era la mía. 
Conmemoración del 25º aniversario de los ayuntamientos democráticos
 En sus casi cien años de vida, Juan Calero Merchán ha hecho mucho bien sin hacer ruido. El ruido, que siempre ha sido más importante para los seres humanos que los hechos mismos, es casi lo único que importa ahora. Vivimos en una época de palabras vanas y de ruido, una época en la que se mira demasiado atrás y propugnamos unos valores sólo de boquilla. Una época en la que tanto necesitamos el ejemplo que nos dan personas como Juan Calero Merchán, cuyo recuerdo permanecerá para siempre en la memoria de quienes tuvimos la enorme suerte de conocerlo.