El pasado domingo, 9 de
febrero, desde las 15,00 y hasta las 9,00 horas del lunes, estuvimos en Los
Pedroches en alerta naranja por lluvia y rachas de viento que podían alcanzar
los 90 kilómetros por hora. Mucho antes, a las 8:00, el tiempo no era tan malo,
pero era lo bastante como desanimar a cualquiera que le tenga poca afición a
eso de andar por los campos. El paciente lector de esta página debe saber ya, sin
que yo se lo confirme, que nuestra afición no se iba a detener por un
vientecillo de nada, máxime cuando las páginas del tiempo daban una calma
relativa hasta las 11:00.
Aquel día, aprovechando
esa calma relativa, vimos a otra gente como nosotros, a ciclistas, por ejemplo,
y cerca de Peñaladrones a un numeroso grupo de excursionistas (incluida gente
muy joven) que debían de estar haciendo una ruta entre Belmez y Espiel.
Precisamentre cerca de Peñaladrones dejamos
nosotros el coche, después de hacer un recorrido infernal por la antigua
carretera de Pozoblanco a Belmez, que ahora parece un camino bombardeado y a la
que nadie le ha echado cuentas desde hace decenas de años. Peñaladrones se ve
desde lejos. Es una montaña alta, rocosa y tiene un nombre sonoro, que en cierta
manera evoca al romanticismo, una época que se olvida de la realidad para primar
a los sentimientos, en la que había ladrones con los es fácil empatizar, porque
eran seres libres, llevaban una vida de aventuras y, supuestamente, robaban a
los ricos para dárselo a los pobres.
Peñaladrones tiene unas
buitreras muy pobladas. Aquel día, decenas de buitres leonados planeaban sin
esfuerzo sobre los peñascos que forman la cumbre alargada. Los buitres son aves
carroñeras que antaño limpiaban los campos de cadáveres y que hoy viven de lo
que pillan y de que les proporciona la Administración medioambiental en una red
de muladares. Son enormes y cuando tienes la oportunidad de verlos de cerca dándose
su festín necrófago, impresionan, porque se apelotonan y son como una masa de
alas y cabezas que burbujeara sobre el cadáver.
El antropomorfismo es una
doctrina que asigna condiciones humanas a lo irracional, como por ejemplo a los
animales. Es famoso el antropomorfismo de los documentales de televisión, en
los que se pone nombre a los animales y, a través de un proceso de montaje, se
tejen historias en las que se asignan cualidades humanas a los protagonistas,
casi como en las películas de dibujos animados. El proceso inverso no sé cómo
se llama, pero lo hay. El proceso inverso es una representación simbólica de lo
animal. Por ejemplo, cuando se dice de un hombre de carácter determinante y
enérgico que es un toro. Algunas representaciones animales en los seres humanos
son tan claras que hasta vienen recogidas en el diccionario. Así, buitre, en la
segunda acepción del diccionario de la RAE, es “una persona que se ceba con la
desgracia de otro”.
En realidad, esa
segunda acepción no le hace justicia al buitre animal. Las personas buitres son
seres despreciables en tanto que los buitres animales son seres admirables. Las
personas buitres viven del trabajo ajeno y se alimentan con el dolor de otros
mientras que los buitres animales desempeñan un papel necesario. Las personas
buitres se esconden tras la mentira o tras la noche o tras un disfraz en tanto
que los buitres animales vuelan a las claras sobre nuestras cabezas. Y algunas
veces, como nos ocurrió el domingo pasado, hasta vuelan a las claras a nuestros
pies. Y entonces la experiencia resulta sorprendente.
Peñaladrones está
bastante alta y desde ella se ven otras montañas rocosas y, a lo lejos, el
pueblo de Belmez, del que resalta especialmente su castillo. A Belmez fuimos
cuando volvimos al coche. Lo cruzamos y nos plantamos en el cerro Apolinar,
junto a la presa de Sierra Boyera, donde comimos un bocado y echamos un trago de
vino dando frente al pueblo, sin saber que seguramente a aquellas horas unos
buitres humanos estaban preparando el asalto al pequeño negocio de un buen
amigo nuestro, que de hecho consumaron por la noche, aprovechando que por estar
lloviendo y hacer un viento fortísimo nadie saldría de su casa. Fue el día de
Peñaladrones, ya digo.