jueves, 1 de septiembre de 2016

Soldados

            Todos los diputados españoles, todos, aplauden a su líder y solo a su líder. Y votan lo que les dice su líder: no tienen pensamiento, no tienen opinión propia, son como marionetas. 

            El otro día me preguntaba alguien por los valores que transmite Juego de Tronos, esa serie que entusiasma a tantos, a mí entre ellos. Yo no creo que las obras de ficción tengan que transmitir valores, sino que ser un reflejo de la realidad. Y Juego de Tronos lo es, a la manera que las tragedias griegas o las obras de Shakespeare. En Juego de Tronos unos cuantos protagonistas luchan por las poltronas y muchos miles de seres anónimos mueren en los campos de batalla, detrás de una bandera que simboliza la fidelidad que han jurado a su señor. En nuestra realidad más cercana, hay quienes supuestamente tienen un compromiso con la sociedad que los ha elegido, pero su verdadero compromiso es con el partido que los ha presentado, cuyas férreas directrices son fijadas por unos cuantos dirigentes que luchan por el poder.
           
            La ética del soldado limita sus principios a un juramento y a la fidelidad ciega a un líder. El soldado no se hace preguntas, actúa, y lo hace de acuerdo con las directrices que le han dado. Es así de simple. Ellos son por naturaleza así de simples. Igualmente, a los diputados les dicen lo que tienen que votar y ellos se limitan a cumplir: también son así de simples.

Lo dicen las encuestas, lo han dicho varios líderes históricos del PSOE y los editoriales de los periódicos afines y me lo han dicho personalmente algunos destacados líderes socialistas del entorno en el que me muevo: la salida a la situación política actual pasa por la abstención negociada del PSOE a un candidato del PP. Los 85 diputados del PSOE, sin embargo, siguen votando que no y niegan la negociación y el debate interno. ¿A quién escuchan cuando razonan? ¿En quién están pensando cuando votan?  
           

Para el caso que nos ocupa, los líderes del PSOE han ordenado a los diputados de ese partido que voten no y ellos han votado que no. Tal vez algún día, sin que hayan cambiado sustancialmente las cosas, los dirigentes del PSOE ordenen a unos pocos diputados que se abstengan o incluso que se ausenten y ellos, sin hacerse preguntas, como buenos soldados, se queden en su casa o se vayan a la cafetería más cercana. O tal vez no, no y no, y tengamos que ir a votar otra vez: será entonces la tercera. ¿Será la última?

La imagen es de la serie Juego de Tronos