Mi
madre nunca ha tenido un temperamento alegre, pero ahora, que ya es mayor, está
siempre contenta y se ríe por cualquier cosa.
A mi madre le gusta que escriba en
el periódico, no por lo que ponga o deje de poner, sino para ver mi fotografía
impresa. “Cuándo vas a escribir, Juan Bosco?”, me dice. Mi madre abre el
periódico y me busca. Y lo vuelve a abrir al poco tiempo para verme otra vez,
si es que me ha encontrado antes. Y lo deja cerca de sí para tenerlo a mano y verme
de vez en cuando.
Mi madre me pregunta si he oído a mi
hermano Miguel en la radio. Y suele preguntármelo de nuevo al cabo de poco
tiempo, porque ya no se acuerda que me lo había preguntado antes. Mi madre oye
a mi hermano Miguel en la radio y se siente satisfecha.
Mi madre nos sorprendió hace poco
cantando de memoria el himno del cuerpo de ingenieros, en el que hizo la mili su
hermano Sebastián. Mi madre tiene mucho oído para la música y entona bien. Mi
hermano Eusebio ha debido salir a ella.
Mi madre se sabe de memoria la
canción que mi hermano Eusebio le compuso y quiere que se la cante siempre que
nos juntamos la familia. Y quiere que le cante otras canciones, que le cante
muchas, porque no se cansa de oírlo.
Mi madre se siente orgullosa de su
marido, de sus hijos, de sus nueras y de sus nietos. Se siente orgullosa de sus
hermanos y de sus sobrinos. Y se siente orgullosa de su pueblo.
Hace unos días, la vi andando por la
calle. Ella camina despacio y no va sola más allá de la esquina. Al verme, se
le iluminaron los ojos. Me agarró del brazo y me dijo: