domingo, 16 de mayo de 2021

Sobre el despoblamiento 2. El talento y la voluntad

 

El principal recurso de que dispone cualquier grupo humano es el carácter de sus miembros. Las sociedades fuertes, como las personas fuertes, no son las que más músculo tienen, sino las que poseen más disposición para enfrentarse a su destino y más capacidad de sufrimiento. Aunque pocas, cada vez menos, en nuestros pueblos aún hay personas de ese tipo, gente trabajadora y sufrida que estaría dispuesta a entregar su tiempo y arriesgar su dinero para poner en marcha un proyecto vital que mejore la vida de su familia y la suya.

Durante mucho tiempo, demasiado, no se ha tenido en cuenta que esos proyectos personales eran un bien para la comunidad y no se han apoyado suficientemente o, incluso, se han mirado con recelo, muchas veces por envidia y, siempre, por ignorancia, pues todo éxito personal es a la postre un éxito colectivo. En no pocas ocasiones, el emprendedor local se ha encontrado con el lastre de la incomprensión de sus vecinos y un exiguo apoyo institucional, y o se ha aburrido y se ha convertido en uno más o se ha tenido que ir del pueblo.

Desde los Ayuntamientos se ha dedicado mucho esfuerzo a intentar recuperar el pasado, casi siempre desde la nostalgia, y a intentar mantener el presente, en no pocas ocasiones cuando el presente ya no tenía futuro, y no se han dedicado esfuerzos suficientes a intentar buscar el futuro, que está en la digitalización, los servicios y la explotación racional de los recursos naturales.

Hay que identificar el talento y la voluntad local y apoyarlo, tanto de los que quieren llevar a cabo proyectos empresariales como de los que, simplemente, quieren formarse y trabajar en las áreas de la actividad con futuro o llevar a cabo proyectos de bienestar. Hay que convertir, en fin, esos mal llamados "planes de empleo" en planes de empleo de verdad, que premien el trabajo, el coraje y la valentía.

Pero eso ya no es suficiente: hay que procurar que vuelva el talento y la voluntad de los que se fueron. Todos ellos conservan los recuerdos y muchos aún conservan la casa. Le tienen apego a esta tierra, que siguen considerando la suya, vuelven siempre que pueden y sueñan con enterrarse aquí. Ellos saben mejor que nadie lo que es empezar desde cero y lo que vale el trabajo y la capacidad de sacrificio. Quieren a su tierra, pero desconfían de ella porque no los trató bien, y pueden comparar las posibilidades que les ofrece nuestro territorio con el lugar donde ahora viven y con otros muchos.

Recuperarlo es difícil, pero no imposible. Como tampoco es imposible atraer a personas que nada tienen que ver con nuestra tierra. En otros sitios lo están haciendo. Ahora, se valoran bienes inmateriales que antes no se tenían en cuenta, como el medioambiente físico y la tranquilidad, que abundan en nuestra zona. Y, ahora, se tiene acceso inmediato desde cualquier sitio a la mayor parte de los servicios que demandan los ciudadanos (casi todos relacionados con Internet) o en unas pocas horas se planta uno en una ciudad, en el aeropuerto más cercano o en la costa. Además, aquí todo es mucho más barato, empezando por la vivienda, que en las ciudades tiene precios casi prohibitivos.

Atraer a los que nada tienen que ver con nosotros no es fácil, pero la progresiva implantación del teletrabajo, nuestro medio físico, la conciencia ecológica y nuestros mejores precios nos benefician, y hay que intentar aprovecharlo.