lunes, 3 de octubre de 2016

Como

Aunque no entiendo mucho de eso, he podido observar que la moda empieza por lo único y por lo excesivo, es decir, por lo caro, antes de extenderse para el común de los mortales, que debe comprar prendas genéricas y pagar precios más bajos si quiere vestirse y adornarse como visten y se adornan las personas de referencia, es decir, los modelos a imitar.

Las personas de referencia en esto de la moda son la gente que tiene poder, o dinero, o una fama ligada a los medios de comunicación, que deben hacer ostentación de su éxito, porque en la sociedad actual un triunfo sin reconocimiento público es un triunfo incompleto. Hay toda una industria dedicaba en exclusiva a ellos que ha crecido con la crisis, cuya expresión mas certera está en los escaparates de las calles más caras de mundo, algunas de las cuales se encuentran en Milán.


En las calles de Milán cercanas al Duomo uno puede hallar las dos caras más extremas de esa realidad: las pocas personas que entran y compran en las tiendas de las más conocidas marcas de lujo del mundo y el nutrido grupo de personas que pasean por las calles, admirando la arquitectura de los edificios, reconociendo el nombre de las tiendas y contemplando las prendas de los escaparates.

Esos dos grupos de individuos, los que entran y los que pasean, los que compran y los que contemplan, los fotografiados y los que fotografían, son los mismos grupos que uno puede encontrar cuando se sube en el barco que sirve de línea de transporte de viajeros en el lago Como, para admirar no solo la belleza del paisaje, sino las grandes mansiones de las personas pudientes que se han instalado en este paradisíaco lugar.


Entre los pasajeros del barco en cuestión había un nutrido grupo de argentinos, que aparentemente no se conocían entre sí. Al verlos y al oírlos hablar, los he sentido muy cercanos a mí, y, como yo, dentro del grupo de los que pasean, contemplan y fotografían. Y no sé muy bien por qué en ese momento he advertido que ellos y yo también éramos unos privilegiados, pues no todo el mundo puede costearse un viaje como el que nosotros estábamos disfrutando.


Aunque con frecuencia se nos olvide, en fin, hay otro grupo que ni entra ni pasea, ni compra ni contempla, ni es fotografiado ni fotografía, al menos por donde nosotros lo estábamos haciendo.