La creación es, en realidad,
evolución. Los seres surgen en ambientes concretos, a los que se han ido
adaptando sus antepasados. En un desierto nacen criaturas que necesitan poca
agua y en el mar nacen criaturas que nadan, por ejemplo. Por esa misma razón,
las jirafas, que comen hojas de los árboles, tienen el cuello muy largo y los
topos, que viven bajo tierra, son prácticamente ciegos. Y no hace falta
extenderse más, porque es una idea muy estudiada con la que casi todo el mundo
está de acuerdo.
Las condiciones emocionales de
los seres también se adaptan al ambiente. Por eso, un perro faldero es un
animal tranquilo en tanto que un perro nacido y crecido sin dueño es un animal
salvaje. Esas condiciones se aplican a todos los seres: a los vegetales, a los
animales y a los humanos. Así, si un niño crece en un ambiente de estudio lo
normal es que salga estudioso y si crece en un ambiente violento, que salga
violento. Por eso un padre puede no ser responsable de que un niño arme la
bronca en la clase pero sí de su mala educación, que para el caso es lo mismo.
Nuestra forma de ser depende del
ambiente en el que nos encontremos, pero con nuestra actitud también
contribuimos a formarlo. Por ejemplo, si nosotros, que ganamos poco, engañamos
todo lo que podemos al hacer la declaración de la renta, contribuimos a crear
un ambiente en el que los que ganan mucho engañarán todo lo que puedan. La
corrupción es de las personas individuales, pero puede que esté en el ambiente,
que se forma no tanto con los grandes corruptos como con la suma de las
pequeñas corrupciones que pasan inadvertidas, entre las que está la nuestra.
Si los italianos votaron durante
muchos años a Berlusconi es porque en cierta manera lo admiraban, esto es,
porque puestos en su situación les hubiera gustado ser como él. Y es por eso
que, ante un vicio similar, acusamos a los otros, pero justificamos a los
nuestros, y más especialmente aún a nosotros.
El pasado miércoles un joven de
17 años le dio un puñetazo al Presidente del Gobierno, en funciones de
candidato a volver a serlo. El culpable es el que realizó la acción, no cabe
ninguna duda. Pero sería bueno que los que formamos el ambiente en el que se desarrollaron
los hechos nos preguntáramos si, como debe hacer el padre del alumno que le
pega al profesor, hemos contribuido a crear un ambiente en el que nacen y se
multiplican ese tipo de comportamientos, especialmente si lo han hecho los que
tienen más capacidad de influencia sobre la sociedad.
La pregunta no es baladí, dado
que el ambiente en el que ha nacido este acto puede ser caldo de cultivo para otros
similares y que en un ambiente de odio los actos nacen sin conciencia ni dirección,
de manera que hoy puede ser agredido un representante del PP y mañana puede
serlo otro del PSOE o de cualquier otro partido. Ya se sabe, además, que lo que
empieza por un insulto puede acabar en un puñetazo y continuar con algo mucho
peor.
Tomé la foto en la Vía verde del ferrocarril minero el pasado 13 de diciembre
Publicado en el semanario La Comarca
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