Está claro que en el momento
actual lo que más demanda la sociedad de sus políticos es que se apliquen a sí
mismos lo que pretenden que hagan los otros. Pero no parece que ellos se den
cuenta y, en lugar de curar sus enfermedades, siguen a lo de siempre, señalando
la enfermedad del vecino. De esa manera, no es de extrañar que todos parezcan
enfermos, e incluso que parezca enfermo el sistema. Y, de esa manera, no es de
extrañar que crezcan en las encuestas los recién llegados, a los que difícilmente
se les pueden achacar vicios relacionados con el ejercicio del poder. E incluso
que crezcan los partidos que pretender cambiar el sistema, como si fuera el
sistema, y no los partidos, los que tienen la culpa de lo que pasa.
La
llegada de los partidos nuevos está generando, además, un desconcierto añadido
en los partidos establecidos. De ellos, el que parece más perdido es IU, cuyo
espectro ideológico ha sido totalmente ocupado por Podemos. IU está en el mismo
borde del sistema, por la izquierda, y se ha visto perjudicado por la súbita
irrupción de un partido de izquierdas que señala, desde la izquierda, la
enfermedad del sistema y su consiguiente superación como remedio. Y ello a
pesar de que era uno de los partidos establecidos que menos poder había tocado.
A las alturas en que estamos, aún no sabemos muy bien cómo acabará la alianza
entre Podemos e IU, a la que este último parece estar condenado en condiciones desventajosas.
El
PSOE ha pretendido luchar contra la irrupción de Podemos, que le quitaba votos
por la izquierda, intentando ganarse al electorado situado más hacia ese lado,
es decir, escorándose a la izquierda, con lo que ha dejado desguarnecido el
flanco derecho, por el que ahora crece Ciudadanos, aupado por el voto de los
que en un principio pensaban abstenerse o de los que pensaban votar al PP
tapándose las narices. El PSOE, que no ha hecho gran cosa por lavar sus
miserias, no está entendiendo que los votos de los extremos son pocos y
difícilmente se mueven, en tanto que los votos situados en el centro son muchos
y cambian de partido. No está entendiendo, en fin, que las elecciones no se
ganan con más votos por los extremos, sino consiguiéndolos por el centro.
El
PP era el que mejor lo tenía, pues al alejarse el PSOE hacia la izquierda le
había dejado a él todo el centro y toda la derecha. Era un terreno demasiado
grande, sin embargo, para no abarcarlo sin contradicciones. Además, tampoco ha
hecho mucho por limpiar sus vergüenzas. El caso es que entre el PSOE y el PP ha
aparecido Ciudadanos, con un mensaje que participa del moral laica de la
izquierda y de la economía liberal, al que una buena parte de la ciudadanía está
adscrita de hecho en su vida diaria, aunque ella no lo sepa. En el centro, ya
digo, es donde está la mayoría de los votos. Si Ciudadanos logra transmitir al
electorado de ese sector que su voto será útil, el futuro que le aguarda puede
estar lleno de escaños.
* Publicado en el semanario La Comarca