Todos los medicamentos, por
buenos que sean y mucho que curen, tienen efectos nocivos y no intencionados,
que son conocidos como efectos secundarios o efectos adversos. Aunque lo normal
es que sean menores que los beneficiosos, ni los médicos desdeñan su existencia
ni deben hacerlo los pacientes, y los prospectos avisan siempre de ellos, a fin
de que todo el mundo sepa a qué atenerse. Los efectos adversos no suelen tener
importancia cuando el medicamento actúa sobre un cuerpo robusto, pero son muy
relevantes y deben tenerse especialmente en cuenta cuando el medicamento actúa
sobre un cuerpo débil.
La
teoría de los efectos adversos puede aplicarse a prácticamente todos los
órdenes de la vida individual y social, de ahí que cuando se toma una decisión
se valoren las consecuencias positivas y negativas de la misma, de manera que
una decisión se toma en el sentido de los efectos positivos, pero aceptando que
habrá que asumir algunos efectos negativos. Esos efectos negativos serán más o
menos dañinos dependiendo de la robustez de la persona o de la sociedad. Es de
suponer que una persona tenaz, valiente, bien formada y con recursos económicos
se verá afectada menos por los efectos negativos que una enclenque y carente de
recursos económicos, y es de suponer que también le afectarán menos una
sociedad vigorosa que a una sociedad endeble.
Uno
de los órdenes de la vida social a los que le es aplicable especialmente la
teoría de los efectos adversos es a las comunicaciones. Así, a nadie se le escapa
que la mejora de la carretera de Córdoba a Badajoz, que tuvo efectos
mayoritariamente buenos, provocó efectos negativos para la localidad de Cerro
Muriano, como todo el mundo entiende que la apertura de la nueva variante de
esa carretera (por la antigua carretera del Iryda) ha perjudicado a la
localidad de Alcaracejos.
Las
comunicaciones unen unos lugares con otros, es decir, unas sociedades con
otras, con todo lo que ello conlleva de efectos positivos y negativos para unas
y para otras. La sociedad local de Pozoblanco, por ejemplo, se favoreció en
general con la construcción de la variante de Cerro Muriano, pero se
perjudicaron los intereses de los comerciantes de Pozoblanco, pues a sus
potenciales clientes se les hizo más fácil ir a comprar a Córdoba, y lo mismo
ha ocurrido al abrirse la nueva variante por la antigua carretera del Iryda.
Los comerciantes de Córdoba, en cambio, se han visto favorecidos en ambos casos,
pues ahora hay más gente de Pozoblanco que va a comprar a Córdoba, al tenerlo
mucho más fácil.
Esa
misma situación, agravada hasta extremos insostenibles, se da cuando hablamos
de la relación de muchos pueblos de Los Pedroches con Pozoblanco. La mejora de
las carreteras y de los vehículos ha hecho que sea factible comarcalizar gran
parte de los servicios públicos que antes
eran locales y ha supuesto que muchos habitantes de los pueblos pequeños vayan
a realizar sus compras a Pozoblanco.
En
los efectos positivos y negativos de las comunicaciones también influye el
vigor de las sociedades implicadas. Cuando Europa se puso en contacto con
América, la que ganó en términos generales fue Europa y la que perdió, América.
Cuando los países desarrollados se ponen en contacto con los del Tercer Mundo,
ganan más los países desarrollados que los del Tercer Mundo. Cuando el comercio
de Pozoblanco se pone en contacto con el de los pueblos pequeños de Los
Pedroches, el de Pozoblanco siente más efectos positivos que negativos y los de
los pequeños pueblos de Los Pedroches más negativos que positivos, pero cuando
el comercio de Pozoblanco se pone en contacto con el de Córdoba, el que gana es
del de Córdoba y el que pierde, el de Pozoblanco.
Por
eso sería un error medir el grado de beneficio de las comunicaciones por el
número de operaciones que soportan, porque un número alto puede ser beneficioso
para unos y no para otros. Una mejor comunicación entre Madrid y Valencia puede
ser beneficiosa para ambas. Pero una mejor comunicación entre Pozoblanco y
Torrecampo ha sido perjudicial para el comercio de Torrecampo y una mejor comunicación entre
Pozoblanco y Córdoba ha sido perjudicial para el de Pozoblanco.
La
desproporción entre los efectos negativos y positivos de las sociedades
afectadas por las comunicaciones tiende a aumentar y se retroalimenta sola. Hay
dos razones para ello. Una, que una población de muchos habitantes es más
atractiva para desarrollar economías de escala. Así, una ciudad grande puede
tener comercios más variados y más grandes que son un polo de atracción para más
clientes y de más lejos, lo que a su vez genera un movimiento que población que
hace necesarias mejoras en las comunicaciones, mejoras que harán más fácil el
acceso a los comercios de la ciudad y, por ende, perjudicarán a los comercios
de los pueblos pequeños.
La
segunda razón es que las poblaciones con un mayor número de habitantes y mejores
comunicaciones tienen, por lógica, más papeletas para ser la sede de servicios
públicos territoriales.
Son
dos razones de tanto peso que ocultan cualquier otra razón, aunque la haya. Por
ejemplo, dado que Pozoblanco tiene más población que ningún otro pueblo de Los
Pedroches, lo razonable es que tenga más y mejores comercios y que sea la sede
de casi todos los servicios públicos comarcales. Eso es lo que ocurre, en
efecto, lo que genera una dinámica de enriquecimiento propio y empobrecimiento
a su alrededor que le beneficia a corto plazo pero que, a la larga, le
perjudica, por lo que no sería descabellado que destinara parte de su riqueza a
generar riqueza en los demás pueblos de Los Pedroches (algo parecido a lo que
hace Alemania cuando financia los programas de desarrollo de la Unión Europea).
Y no sólo no ocurre así, sino que no se tiene ninguna sensibilidad en ese
sentido, hasta el punto de que se entiende casi como una obligación la necesidad
que los habitantes de Los Pedroches tienen de desplazarse a Pozoblanco para
realizar cualquier clase de trámite.
Por
ejemplo, los ayuntamientos de El Guijo, Torrecampo y Pedroche deben mantener,
con cargo exclusivo a su presupuesto, un autobús para los vecinos de sus
municipios deban ir a Pozoblanco a satisfacer las necesidades que la vida
moderna demanda para atenciones médicas, administrativas o comerciales. Por una
cuestión de solidaridad, porque también sus habitantes pueden usar el vehículo,
porque les interesa a sus comerciantes y porque en Pozoblanco están los
médicos, los profesores, los funcionarios y los comerciantes que dejan su
riqueza en este pueblo y atienden a, entre otros, los habitantes de los tres
pueblos antes mencionados, parece lógico pensar que el Ayuntamiento de
Pozoblanco también contribuyera al mantenimiento del servicio, lo que no
sucede, porque ni se le ha ocurrido a él ni se le ha formulado una demanda en
tal sentido.
Los
posibles efectos adversos en la relación entre los territorios afectados por
las comunicaciones tienen un nuevo caso para el estudio con la apertura de la
estación del AVE de Los Pedroches. Recuerdo que el primer día, en medio de la
euforia desatada, una usuaria de Villanueva de Córdoba declaró entusiasmada al
entrevistador de la radio que iba a hacer shopping
(así, en inglés) a Córdoba y yo me pregunté si se le habría ocurrido a alguien
pensar en los posibles efectos adversos. ¿Cuánta gente de Villanueva de
Córdoba, especialmente, y de Los Pedroches, en general, se gastaría en Córdoba
o en Madrid lo que antes de gastaba en su pueblo? ¿Se compensaría esa merma con
lo que se gastaran los viajeros de fuera que nos visitasen? ¿Se subiría la
gente de Los Pedroches con destino a otros lugares de España para abrir mercados,
para vender productos, para atraer riqueza o lo haría para hacer turismo? ¿La
gente que antes no hacía turismo fuera lo haría ahora que era más cómodo? ¿Se
irían más veces los que antes se iban menos? ¿Compensaría esa salida la entrada
de turistas de fuera? Hay casos en que el perjuicio es claro: la gente se iría
más a la Costa del Sol que antes y la gente de la Costa del Sol seguiría sin
venir a Los Pedroches. ¿Pero y a Córdoba y a Madrid? ¿Qué habría más, gente de
Villanueva que se va a Córdoba a comer o gente de Córdoba que va a Villanueva a
lo mismo? ¿Iría más gente de Villanueva de Córdoba a hacer turismo de ciudad a
Madrid o gente de Madrid a hacer turismo rural a Villanueva de Córdoba? Ha
leído en el informe de la Mancomunidad que si se facilitaran más las
comunicaciones Villanueva podría llegar a ser una ciudad dormitorio de Córdoba.
¿Sería eso así o ocurría como en Pozoblanco, donde muchos trabajadores de
centros públicos van y vienen a diario a la ciudad de Córdoba, donde residen?
Son
muchos interrogantes como para que no salgan a la luz en los distintos ámbitos
en que se trata el asunto de la estación y las paradas del tren. Parece
evidente que la relación entre las localidades de Los Pedroches (y
especialmente Villanueva de Córdoba) y las localidades con las que ahora se
comunica tan rápidamente son de desproporción y que ello puede acarrear
consecuencias negativas para las menos robustas (además de las positivas que a
todo el mundo se le ocurren y que, por ese motivo, no se citan aquí). y, a
pesar de ello, nadie muestra el más mínimo interés en enfrentarse al problema.
Es más, la parada del tren sólo se ve como una solución, como un fin en sí
misma. Únicamente así se entiende la batalla que los grupos políticos tienen
por atribuirse el triunfo de la parada y del número de sus usuarios. Y únicamente
así se entienden las demandas y los reproches sobre la conectividad de todos los
pueblos con la estación, algo imposible teniendo en cuenta que estamos hablando
de alta velocidad, el lugar donde está ubicada la estación, lo que costaría
semejante propuesta y la dispersión geográfica de Los Pedroches y, sin embargo,
algo objeto de un continuo enfrentamiento y sobre lo que muy pocos se atreven a
hablar con franqueza.
En lugar de
estar estudiando los medios para hacer más robusta la sociedad de Los
Pedroches, a fin de favorecer los efectos positivos y limitar los efectos
negativos de la parada del tren, los dirigentes políticos y sociales de la
comarca están centrando casi todos sus esfuerzos en los asuntos anexos a la
parada, para muchos de los cuales no hay solución. Y en lugar de estar cooperando
centrados en el interés general, siguen haciendo aquello a lo que nos han
malacostumbrado, que es atribuirse los méritos y rechazar las responsabilidades.
En resumen, la parada del
tren no debe ser un fin en sí misma, sino un medio, porque la comodidad y la
rapidez son buenas para lo positivo pero malas para lo negativo y porque cuando
se ponen en contacto dos sociedades hay que espabilar o todas las ganancias se
las llevará el más listo.