lunes, 23 de junio de 2014

Efectos secundarios



           Todos los medicamentos, por buenos que sean y mucho que curen, tienen efectos nocivos y no intencionados, que son conocidos como efectos secundarios o efectos adversos. Aunque lo normal es que sean menores que los beneficiosos, ni los médicos desdeñan su existencia ni deben hacerlo los pacientes, y los prospectos avisan siempre de ellos, a fin de que todo el mundo sepa a qué atenerse. Los efectos adversos no suelen tener importancia cuando el medicamento actúa sobre un cuerpo robusto, pero son muy relevantes y deben tenerse especialmente en cuenta cuando el medicamento actúa sobre un cuerpo débil.


                La teoría de los efectos adversos puede aplicarse a prácticamente todos los órdenes de la vida individual y social, de ahí que cuando se toma una decisión se valoren las consecuencias positivas y negativas de la misma, de manera que una decisión se toma en el sentido de los efectos positivos, pero aceptando que habrá que asumir algunos efectos negativos. Esos efectos negativos serán más o menos dañinos dependiendo de la robustez de la persona o de la sociedad. Es de suponer que una persona tenaz, valiente, bien formada y con recursos económicos se verá afectada menos por los efectos negativos que una enclenque y carente de recursos económicos, y es de suponer que también le afectarán menos una sociedad vigorosa que a una sociedad endeble.


                Uno de los órdenes de la vida social a los que le es aplicable especialmente la teoría de los efectos adversos es a las comunicaciones. Así, a nadie se le escapa que la mejora de la carretera de Córdoba a Badajoz, que tuvo efectos mayoritariamente buenos, provocó efectos negativos para la localidad de Cerro Muriano, como todo el mundo entiende que la apertura de la nueva variante de esa carretera (por la antigua carretera del Iryda) ha perjudicado a la localidad de Alcaracejos.


                Las comunicaciones unen unos lugares con otros, es decir, unas sociedades con otras, con todo lo que ello conlleva de efectos positivos y negativos para unas y para otras. La sociedad local de Pozoblanco, por ejemplo, se favoreció en general con la construcción de la variante de Cerro Muriano, pero se perjudicaron los intereses de los comerciantes de Pozoblanco, pues a sus potenciales clientes se les hizo más fácil ir a comprar a Córdoba, y lo mismo ha ocurrido al abrirse la nueva variante por la antigua carretera del Iryda. Los comerciantes de Córdoba, en cambio, se han visto favorecidos en ambos casos, pues ahora hay más gente de Pozoblanco que va a comprar a Córdoba, al tenerlo mucho más fácil.


                Esa misma situación, agravada hasta extremos insostenibles, se da cuando hablamos de la relación de muchos pueblos de Los Pedroches con Pozoblanco. La mejora de las carreteras y de los vehículos ha hecho que sea factible comarcalizar gran parte de los servicios  públicos que antes eran locales y ha supuesto que muchos habitantes de los pueblos pequeños vayan a realizar sus compras a Pozoblanco.


                En los efectos positivos y negativos de las comunicaciones también influye el vigor de las sociedades implicadas. Cuando Europa se puso en contacto con América, la que ganó en términos generales fue Europa y la que perdió, América. Cuando los países desarrollados se ponen en contacto con los del Tercer Mundo, ganan más los países desarrollados que los del Tercer Mundo. Cuando el comercio de Pozoblanco se pone en contacto con el de los pueblos pequeños de Los Pedroches, el de Pozoblanco siente más efectos positivos que negativos y los de los pequeños pueblos de Los Pedroches más negativos que positivos, pero cuando el comercio de Pozoblanco se pone en contacto con el de Córdoba, el que gana es del de Córdoba y el que pierde, el de Pozoblanco.
                 Por eso sería un error medir el grado de beneficio de las comunicaciones por el número de operaciones que soportan, porque un número alto puede ser beneficioso para unos y no para otros. Una mejor comunicación entre Madrid y Valencia puede ser beneficiosa para ambas. Pero una mejor comunicación entre Pozoblanco y Torrecampo ha sido perjudicial para el comercio de Torrecampo y una mejor comunicación entre Pozoblanco y Córdoba ha sido perjudicial para el de Pozoblanco.


                La desproporción entre los efectos negativos y positivos de las sociedades afectadas por las comunicaciones tiende a aumentar y se retroalimenta sola. Hay dos razones para ello. Una, que una población de muchos habitantes es más atractiva para desarrollar economías de escala. Así, una ciudad grande puede tener comercios más variados y más grandes que son un polo de atracción para más clientes y de más lejos, lo que a su vez genera un movimiento que población que hace necesarias mejoras en las comunicaciones, mejoras que harán más fácil el acceso a los comercios de la ciudad y, por ende, perjudicarán a los comercios de los pueblos pequeños.

                La segunda razón es que las poblaciones con un mayor número de habitantes y mejores comunicaciones tienen, por lógica, más papeletas para ser la sede de servicios públicos territoriales.


                Son dos razones de tanto peso que ocultan cualquier otra razón, aunque la haya. Por ejemplo, dado que Pozoblanco tiene más población que ningún otro pueblo de Los Pedroches, lo razonable es que tenga más y mejores comercios y que sea la sede de casi todos los servicios públicos comarcales. Eso es lo que ocurre, en efecto, lo que genera una dinámica de enriquecimiento propio y empobrecimiento a su alrededor que le beneficia a corto plazo pero que, a la larga, le perjudica, por lo que no sería descabellado que destinara parte de su riqueza a generar riqueza en los demás pueblos de Los Pedroches (algo parecido a lo que hace Alemania cuando financia los programas de desarrollo de la Unión Europea). Y no sólo no ocurre así, sino que no se tiene ninguna sensibilidad en ese sentido, hasta el punto de que se entiende casi como una obligación la necesidad que los habitantes de Los Pedroches tienen de desplazarse a Pozoblanco para realizar cualquier clase de trámite. 
                 Por ejemplo, los ayuntamientos de El Guijo, Torrecampo y Pedroche deben mantener, con cargo exclusivo a su presupuesto, un autobús para los vecinos de sus municipios deban ir a Pozoblanco a satisfacer las necesidades que la vida moderna demanda para atenciones médicas, administrativas o comerciales. Por una cuestión de solidaridad, porque también sus habitantes pueden usar el vehículo, porque les interesa a sus comerciantes y porque en Pozoblanco están los médicos, los profesores, los funcionarios y los comerciantes que dejan su riqueza en este pueblo y atienden a, entre otros, los habitantes de los tres pueblos antes mencionados, parece lógico pensar que el Ayuntamiento de Pozoblanco también contribuyera al mantenimiento del servicio, lo que no sucede, porque ni se le ha ocurrido a él ni se le ha formulado una demanda en tal sentido.


                Los posibles efectos adversos en la relación entre los territorios afectados por las comunicaciones tienen un nuevo caso para el estudio con la apertura de la estación del AVE de Los Pedroches. Recuerdo que el primer día, en medio de la euforia desatada, una usuaria de Villanueva de Córdoba declaró entusiasmada al entrevistador de la radio que iba a hacer shopping (así, en inglés) a Córdoba y yo me pregunté si se le habría ocurrido a alguien pensar en los posibles efectos adversos. ¿Cuánta gente de Villanueva de Córdoba, especialmente, y de Los Pedroches, en general, se gastaría en Córdoba o en Madrid lo que antes de gastaba en su pueblo? ¿Se compensaría esa merma con lo que se gastaran los viajeros de fuera que nos visitasen? ¿Se subiría la gente de Los Pedroches con destino a otros lugares de España para abrir mercados, para vender productos, para atraer riqueza o lo haría para hacer turismo? ¿La gente que antes no hacía turismo fuera lo haría ahora que era más cómodo? ¿Se irían más veces los que antes se iban menos? ¿Compensaría esa salida la entrada de turistas de fuera? Hay casos en que el perjuicio es claro: la gente se iría más a la Costa del Sol que antes y la gente de la Costa del Sol seguiría sin venir a Los Pedroches. ¿Pero y a Córdoba y a Madrid? ¿Qué habría más, gente de Villanueva que se va a Córdoba a comer o gente de Córdoba que va a Villanueva a lo mismo? ¿Iría más gente de Villanueva de Córdoba a hacer turismo de ciudad a Madrid o gente de Madrid a hacer turismo rural a Villanueva de Córdoba? Ha leído en el informe de la Mancomunidad que si se facilitaran más las comunicaciones Villanueva podría llegar a ser una ciudad dormitorio de Córdoba. ¿Sería eso así o ocurría como en Pozoblanco, donde muchos trabajadores de centros públicos van y vienen a diario a la ciudad de Córdoba, donde residen?


                Son muchos interrogantes como para que no salgan a la luz en los distintos ámbitos en que se trata el asunto de la estación y las paradas del tren. Parece evidente que la relación entre las localidades de Los Pedroches (y especialmente Villanueva de Córdoba) y las localidades con las que ahora se comunica tan rápidamente son de desproporción y que ello puede acarrear consecuencias negativas para las menos robustas (además de las positivas que a todo el mundo se le ocurren y que, por ese motivo, no se citan aquí). y, a pesar de ello, nadie muestra el más mínimo interés en enfrentarse al problema. Es más, la parada del tren sólo se ve como una solución, como un fin en sí misma. Únicamente así se entiende la batalla que los grupos políticos tienen por atribuirse el triunfo de la parada y del número de sus usuarios. Y únicamente así se entienden las demandas y los reproches sobre la conectividad de todos los pueblos con la estación, algo imposible teniendo en cuenta que estamos hablando de alta velocidad, el lugar donde está ubicada la estación, lo que costaría semejante propuesta y la dispersión geográfica de Los Pedroches y, sin embargo, algo objeto de un continuo enfrentamiento y sobre lo que muy pocos se atreven a hablar con franqueza.


En lugar de estar estudiando los medios para hacer más robusta la sociedad de Los Pedroches, a fin de favorecer los efectos positivos y limitar los efectos negativos de la parada del tren, los dirigentes políticos y sociales de la comarca están centrando casi todos sus esfuerzos en los asuntos anexos a la parada, para muchos de los cuales no hay solución. Y en lugar de estar cooperando centrados en el interés general, siguen haciendo aquello a lo que nos han malacostumbrado, que es atribuirse los méritos y rechazar las responsabilidades.


En resumen, la parada del tren no debe ser un fin en sí misma, sino un medio, porque la comodidad y la rapidez son buenas para lo positivo pero malas para lo negativo y porque cuando se ponen en contacto dos sociedades hay que espabilar o todas las ganancias se las llevará el más listo.